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SESION DE 9 DE MARZO DE 1830 279

Se aprobaron las actas secretas del 9 i 22 del corriente.

En seguida se tomó en consideracion la consulta del Gobierno sobre la duda de quién deberá reemplazar la ausencia del hacendado, individuo de la Caja de Amortizacion en la sala del establecimiento del Crédito Público, como asimismo la falta del Ministro de Hacienda i la representacion del diputado i senador, no creyendo en los actuales bastante i legal investidura, por cuanto el Congreso de Plenipotenciarios declaró nulos los procedimientos de las anteriores Cámaras Lejislativas; i se acordó se dijese al Gobierno que se llamase al hacendado por cuanto no habia constancia de su renuncia, i su residencia no estaba léjos: que la falta del Ministro era remediable en el dia nombrando un ciudadano que se encargase del despacho; i que el dia siguiente se elejiria del cuerpo del Congreso los que deberán representar por el senador i el diputado.

En seguida se puso en discusion la repulsa que don Carlos Rodríguez, plenipotenciario electo por la provincia de Chiloé, hizo a los poderes de su nombramiento; i observando que en la opinion que manifiesta contradice el presente órden público exijido por las circunstancias i aprobado por la Nacion, acordó se llamase por secretaría al suplente, don Fernando Antonio Elizalde, para que a las doce del dia siguiente se presentase en la Sala con sus poderes i se recibiese, prévia la aprobacion de ellos.

En este estado se levantó la sesion. —Cardoso.


ANEXOS

Núm. 347

El Presidente de la República ha visto la comunicacion que le dirije por el conducto de su Presidente el Congreso de Plenipotenciarios, con fecha de ayer, en que estrañando no tomase en el angustiado término de 24 horas las providencias convenientes para castigar a los jenerales i jefes que se han negado a reconocer aquel poder, se previene dé cuenta tambien en el término de 24 horas de estar tomadas i ejecutadas dichas providencias.

El Presidente no puede dejar de repetir al Congreso que, ocupada toda su atencion en el apresto i salida del ejército, no podia contraerse a tomar las medidas que se le previnieron. A poco que se reflexione sobre el estado i circunstancias del país, se conocerá la verdad de esta asercion. El ejército, desprovisto en gran parte de los artículos mas precisos, necesitado de pagarse i de atender con parte de sus fuerzas a puntos distintos de aquellos a que debia dirijirse: el Erario, exhausto en circunstancias de ser los recursos dificilísimos i de ser indispensable que el mismo Presidente en persona descienda hasta a aquellos pormenores mas subalternos en todos los ramos que han debido tocarse; asuntos son mas que bastantes para ocupar enteramente la atencion, sin dejarla para otras cosas, especialmente cuando sabe el Congreso que en el poco tiempo a que el que suscribe ha tomado el delicado cargo del Gobierno, no ha podido aun tener los Ministros necesarios, ocurrencia que ha hecho gravitar mas los trabajos sobre su persona.

Después de lo dicho, debe considerar el Congreso que las medidas encargadas al Ejecutivo no eran para miradas con poca detencion: necesitaba clasificar los grados de desobediencia de esos jefes, i para ello sujetarlos a un consejo de guerra, mejorando de este modo la resolucion, i esponiendo talvez a ser burlada la autoridad: o debia proceder de un modo estraordinario, injiriéndose en el poder judicial, i en tal caso se presentaba a su vista una infraccion de la Constitucion que el mismo Congreso le ha obligado a jurar. No se oculta al Ejecutivo que en casos de ataque esterior o conmocion interior, graves e imprevistos, puede tomar providencias estraordinarias, dando cuenta al Congreso o Comision Permanente;pero aun calificándose de tales las que se le han encargado respecto de los jenerales i jefes, el Congreso no carece de tino i prudencia para persuadirse con cuánta circunspeccion ha debido procederse en esta materia. Observe la calidad de nuestras disensiones, la naturaleza de los enemigos de la causa pública, recuerde cuántos temores ha habido de que lleguen a subvertir alguna parte de las tropas, por los medios que tuvieron efecto en Concepcion i que no lo surtieron por una felicidad estraordinaria a las inmediaciones de esta Capital, i en ella misma en los granaderos, i a las orillas del Maule en los húsares. Debia pues el Ejecutivo precaverse i contar con una seguridad dentro de la Capital saliendo el ejército, mayormente cuando amenazaba el peligro por la provincia de Aconcagua, que segun últimamente se ha visto, solo por una especial proteccion de la Providencia ha podido librar del trastorno que habria ocasionado el triunfo de los facciosos de San Felipe contra el virtuoso pueblo de los Andes, circunstancia que indefectiblemente debió haber puesto en conflictos a esta Capital. El Ejecutivo, pues, necesitó esperar que las milicias acabasen de ponerse en el pié conveniente para obrar en órden i desplegar en los casos, con utilidad, el noble entusiasmo que han manifestado.

Después que todo estuvo hecho, después que se dieron las órdenes oportunas a la policía, i se pusieron en los cuarteles respectivos retenes de los cuerpos cívicos, el Ejecutivo principió a tomar providencias, i continúa en ellas; pero es imposible hacerlas efectivas en el término que quiere el Congreso; porque los individuos contra quienes se han tomado, se habian ausentado por solo sus temores, i se les busca con la debida precaucion para que no se haga la ocultacion