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CONGRESO NACIONAL

"Mientras que todas las naciones de la Europa ignoran los principios constitutivos de la sociedad i no miran a los ciudadanos sino como bestias de carga, a las que solo se gobierna para la ventaja particular del propietario, es admirable, edifica ciertamente que vuestras trece repúblicas hayan conocido la dignidad del hombre i hayan bebido en las fuentes de la mas pura filosofía los principios humanos, por los cuales quieren ellas ser gobernadas. Con igual decision se espresan Reynal, Burlamaqui i Becaria, en suma, todos los políticos; mas, sin embargo, de autoridades tan respetables, oimos en esta Sala sentar que es un bello ideal. En todos los estados federados ha habido impugnadores de la federacion al tiempo de constituirse, porque en todos hai aspirantes; pero solo han alegado circunstancias locales, sin atreverse a rechazarla por vicios inherentes de ella. En Norte-América el partido antifederal fué apoyado por Lingueten sus Anales políticos; mas, este escritor debió mui luego ver su engaño: "No tenemos (decia) aun idea justa de la Constitucion que dictarán los americanos; quizá ni ellos mismos la tienen. Guiados hasta aquí por las circunstancias, parece han tomado por modelo la administracion de las provincias unidas. El Congreso se ha formado a imitacion de los estados jenerales, apropiándose la manutencion de los negocios jenerales i esteriores, cada provincia particular ha retenido, como la de los Países Bajos, la direccion de los negocios interiores del gobierno doméstico".

"Mas, esta Constitucion (la de Holanda) ha madurado en medio de los peligros, se ha perfeccionado dulcemente entre un pueblo por sí mismo amigo del órden i garantido durante un siglo de los abusos de la libertad; no es lo mismo aquí (empieza ya el señor Linguet a enumerar las diversas circunstancias entre Holanda i Norte-América), en esta creacion súbita de un imperio nuevo, en su desenlance mas súbito, aun no ha sido posible establecer entre sus partes la justa proporcion que ha sido en Holanda el fruto del tiempo i de una política ilustrada; quizá, tal vez de la intervencion de un mediador, a quien su propio interes obligaba a balancear todos los poderes como su propio poder le daba la fuerza necesaria. "La América no ha tenido casa autorizada, distinguida por su esplendor hereditario i por los talentos personales de su jefe, que la haya rendido en servicio como la casa de Nassau rindió a la Holandan. Tales eran los pronósticos que oian aquellos prudentes lejisladores; pero nada les arredró en su marcha política, i desde que dieron la Constitucion federal que ahora les rije, Norte-América fué la primera Nacion del orbe, o al ménos lo es el dia.

Méjico, que observaba de cerca la sabiduría de sus instituciones, se resolvió a adoptarlas, sobreponiéndose a la formidable oposicion de los aspirantes que las calificaban de inadaptables a aquella nueva República. El mensaje de su actual Presidente a la primera Lejislatura Constitucional nos instruye de esa oposicion. "Un año ha (dice) que lamentaban nuestra suerte, los que no inferían el tamaño agravio de suponernos incapaces de ser rejidos por el sublime de los sistemas conocidos. El Código de la Nacion se reputaba una teoría vana en sí misma, i que el desengaño vendría a ser su último resultado. Creíase que nuestros lejisladores, destituidos de prevision o arrebatados, si se quiere, de un torrente de ideas peligrosas, envolvían a los pueblos en los desastres de la anarquía, cuando les llamaban a la perfeccion social. Los mejicanos son naturalizados con lo grande, lo bueno i lo perfecto, burlaron estos vaticinios de la ignorancia, talvez de la mala fe. El contento universal, la adhesión a las leyes, el respeto a las máximas conservadoras de nuestra existencia política, todo, todo".

El señor Palazuelos [1]. —Reclamo el órden.

El señor Infante. —Ese mismo diputado que me reclama el órden, es el que ha dicho que el sistema federal es un bello ideal i que el público está en el concepto de que, por miras particulales, se habia declarado i se sostenía la federacion. I si no estaba fuera del órden sentar estas proposiciones, ¿cómo puede estarlo el rebatirlas? Sobre todo, dígaseme cuál es el punto.

El señor Presidente. —Sobre la conveniencia o inconveniencia del proyecto en jeneral.

El señor Infante. —Seguiré, señor. Uno de los artículos de ese proyecto dice: Disuélvase el Congreso, i se ha alegado para ello que nada ha hecho; ya ántes manifesté que habia dictado leyes benéficas, hai, no obstante, quien las califique de desorganizadoras. Y ¿por qué son tales? Porque restituyen a los pueblos sus derechos, que es lo que no se quiere; mas, los mismos pueblos serán los jueces que decidan lo que son esas leyes, del mismo modo que habrán ya juzgado si el estanco establecido el año 24 les ha sido perjudicial, si la contribucion directa que quiso imponerse el mismo año, i a que se dió el nombre de testamento i confesion anual, les habria sido soportable. Manifesté también algunos de los muchos negocios de gran interes público, que se hallaban pendientes i que no debia el Congreso abandonarlos; a ellos deben agregarse la acusacion que hai interpuesta contra el Ministro por infraccion de varias leyes, con enorme perjuicio público i el reglamento que, conforme lo prevenido en la lei traslativa del estanco, sus empleados i dotaciones respectivas. ¿Quedará todo esto sin la aprobacion del Congreso, contra lo mismo decretado en aquella lei? También se ordenó en ella que el producto del estanco se invirtiese eselusivamente en el pago del crédito estranjero i que el factor diese cuenta de él mensualmente a la Lejislatura. No se ha cumplido ni con lo primero ni con lo segundo; i sin embargo, ¿diremos: Disuélvase el Congreso? Podrá tal vez

  1. Recien entrado en la Sala.