Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XII (1826).djvu/240

Esta página ha sido validada
238 CONGRESO NACIONAL

ha recaído este gravamen, por lo mismo de no tener quien los protejiese, i ser unos miserables. Aun es mayor el desorden en el campo, donde no solo se toman caballos, sino que hasta de bueyes i vacas se sacan prorratas; de consiguiente, la Comision, teniendo presentes todos estos males, no ha podido ménos que asentir a los artículos de la mocion.

El señor Montt. —Lo que observo en este proyecto es que no apunta un medio como pueda saberse i descubrirse el que use de esta arbitrariedad, principalmente en los caminos. Cuando salió un oficial de aquí, conduciendo la tropa que debia ir a la espedicion de Chiloé, presencié yo en el camino de Valparaíso, que no solo quitaba los caballos a todos los infelices que encontraba, i hasta a un ciego a quien dejó tirado, sino también las muías de carga; a un arriero le dejaron sus cargas en Curacaví, llevándole las mulas en que las conducía. Si le quitan a un infeliz un caballo o una mula ¿vendrá a quejarse contra un oficial de representación que le desmiente? La lei es justa, pero quisiera que espresara un medio que evitase estos males.

El señor Bauza. —Yo también contemplo ésta, una lei mui justa, mui útil i mui interesante para acallar los gritos de los infelices, que son los únicos contra quienes se comete este abuso Pero pregunto yo ¿de dónde sale el dinero para comprar o alquilar animales cuando necesita el Estado? ¿Se dirá que debe sacarse del dinero de la caja, para que el mismo conductor vaya pagando las prorratas que haga? Creo que nó si se promulga esta lei, no solo debe publicarse por bando, que lo oyen solo mui pocos, sino que debe ponerse en tablas. Gástese en esto, así como se ha gastado en poneren todas las esquinas, Prefecturas, Delegaciones, i otras cosas que nada valen; que cada juez tenga una tarjeta de éstas, así como hai en las posadas a la puerta; sin esto la lei no surte el efecto que se desea; la lei queda burlada i el infeliz siempre perjudicado.

El señor Pérez. —La Comision ha dicho bien claro; el Gobierno tendrá cuidado de hacerse buscar lo que necesita con el dinero; tendrá mulas i caballos para espedicionar, cuando sea necesario. El Gobierno cuidara de proporcionarse los artículos que le sean necesarios.

El señor Infante. —El diputado, que ha presentado el proyecto, no ha tocado sobre el punto de indagar quiénes son los que se suponen promotores, porque cree que esto es privativo de los jueces averiguar quién la quebranta para que sufra la pena. Yo creo, pues, inútil añadirle el artículo que ha pedido un señor preopinante.

Primero se ha dicho que cómo se podria quitar este desorden. Yo creo que éste ha provenido del que ha habido en todas las cosas, desde que principió la revolución; por ejemplo, aquí tenemos caballería sin caballos, i cuando éstos se necesitan para mover aquella tropa, se ocurre a caballos a prorrata. Tenemos infantería que, debiendo siempre marchar a pié, se sacan prorratas para que vaya a caballo. Nuestros soldados de milicias, que todos debian tener caballos, no los tienen, porque muchas veces se les ha llamado capciosamente i se les han quitado Sus caballos.

Si hai infantería, marcha a pié; si hai caballería, que ésta se reduzca al número que debe tener con los respectivos caballos; que cada soldado tenga el suyo i sea responsable si, por descuido, e pierde o lo mata por culpa suya. Pero, sobre todo, el argumento que se forma del particular al Estado, parece incontrastable. Un particular encuentra fácilmente con el dinero todo lo que puede necesitar; lo mismo sucederia al Estado.

Podria suponer que a los principios se escusaran muchos de contratar con el Fisco por el descrédito en que hasta aquí ha estado, i la falta de buena fe que se ha seguido a esto; pero, al cabo de poco tiempo, observando que se cumplía religiosamente con lo pactado, seria tan fácil encontrar lo que necesitaba el Estado, como lo es a cualquier particular. Sobre todo, no debemos agregar un artículo que dejará la puerta abierta a los abusos.

El señor Benavente. —Que la prorrata es un ataque a la propiedad, parece incuestionable; que no habrá lei mas justa i mas necesaria que la que trate de prohibirla. La prorrata es tanto mas injusta, cuanto que recae sobre la parte mas infeliz; proviniendo también este ahupo de que los infelices jueces no quieren disgustarse con los ricos propietarios. Pero, se ha observado con razon que no deja o no señala el proyecto un medio fijo para que se haga el servicio público sin el recurso de las prorratas. El decir que se haga con el dinero, no es en todo adaptable; los movimientos de tropas, las mas veces son rápidos, i esto no da lugar a proporcionarse ton el dinero necesario. Un particular que va a Valparaíso, en dos horas tiene un caballo por una onza, i si el Gobierno quiere mover cien hombres, no ha de dar otro tanto por cada caballo. Los cuerpos de caballería, es cierto que, a pesar de los declamadores contra los desórdenes, no tienen ni montaje ni caballos. Hace tiempo que, en el ejército de Chile, no se conoce eso, i así los cuerpos de caballería no tienen, i se ocurre a la prorrata cuando tienen que marchar. Cuando la infantería tenga que hacer movimientos rápidos no puede ir a pié, el Estado no tiene caballos. Todo esto quiere decir que los tenga, bien; pero, miéntras cerramos la puerta absolutamente al Gobierno, como yo quisiera que se hiciese ¿qué hacer? Las demás observaciones que se han oido en la discusión, son abusos de la lei i creo que no tienen caso. Un oficial, por privilejiado que fuese, no podria negar el delito, cuando tuviese el caballo o se presentase el hombre a pié.

El año de 24, tratándose de quitar este abuso, se hizo un reglamento de prorratas, que estuvo en la Lejislatura, i ahora debe estar en el Go