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234 CONGRESO NACIONAL

cuando se trata de esta materia. Yo no estoi en mí cuando considero las bajas intrigas i la perfidia de algunos hombres desnaturalizados. Yo veo que el fundamento principal, para alcanzar esta gracia del jeneral Bolívar el señor Zañartu, es un tejido de falsedades con que quiere poner en planta sus infames proyectos. Dice el jeneral Bolívar que el Gobierno de Chile, sordo a la prosperidad i conveniencia del mismo país, se ha negado absolutamente a mandar un Enviado al Perú, disculpándose con que no tiene medios para costear ministros, miéntras tiene otro nombrado por Buenos Aires, que es otra falsedad.

Cuando veo que éstos son los fundamentos para hacer esa solicitud a favor de la provincia de Concepción, no puedo ménos une convencerme de toda su falsedad. Yo conozíco demasiado bien el estado actual de la provincia de Concepción, i la miseria a que se halla reducida por la guerra; pero también conozco que jamas venderá su libertad a esas falsas ventajas con que se le quiere alucinar. Si entre ellos hubieron algunos que reclamaban la aceptación de esa gracia concedida, porque creian que así podían remediar sus desgracias, la mayoría opinó siempre que no podia dar este paso sin que viniese por el órgano que debia. Yo creo que Concepción ha llenado su deber, porque ha repugnado lo que no debia admitir; que es digna la tributemos elojios por su conducta; pero, al mismo tiempo, debe convencerse ele que jamas debe esperar la consecuencia de una gracia perjudicial e indecorosa a la República i a ella misma. No la creo tal, en atención a que destruye la agricultura de algunas provincias, sino a que destruiría la libertad de todas; i yo creo que a Concepción habrá enconado mas bien que lisonjeado la conducta del señor Zañartu.

Puede contestarse al Gobierno que avise a Concepción que ya marcha un Enviado al Perú, con el objeto de celebrar tratados favorables a la República, i de consiguiente, a ella; pero de un modo decoroso. Instrucciones no puede dar una provincia a un Enviado que lleve el carácter de nacional, i también porque eso solo podria demorar que caminase la misión.

El señor Elizondo. —Pido que se lea la repre-sentación del Cabildo de Concepción. (Se leyó.) Yo convengo en epie todo lo que ha espuesto el señor preopinante es justo i justísimo, i en que la solicitud de privilejios no puede hacerse por una provincia a un Gobierno estraño. Convengo también en que no puede admitirse la concesion del Gobierno de Lima en favor de la provincia de Concepción; pero, señor, cuando una provincia se decide por una cosa, como lo manifiesta bien la provincia de Concepción, respecto de la que ahora nos ocupa, seria coartarle ese sentimiento popular, cerrándole absolutamente la puerta a sus esperanzas. Yo sé muí bien que la federación en que se hallan las provincias, no permite gracias particulares, ni tratados de una de ellas con una potencia estraña. Los privilejios ceben ser comunes i jenerales; pero los pueblos ceben considerarse semejantes a los hombres i del mismo modo debe tratárseles. Me acuerdo haber leido en un político qre al hombre debe considerarse según las circunstancias en que se halla. Parece que todo propende naturalmente a salir de la miseria, i no seria justo negarse absolutamente a sus deseos; lo mismo digo de la provincia de Concepción.

El señor preopinante, con mas conocimientos que yo respecto de esos pueblos, asegura que jamas faltaron a la fidelidad debida al Gobierno federal, admitiendo la gracia con que se les brinda. Si es así, está mui bueno; pero, para prevenir todo acaso, me parece que esta materia debe tratarse con la mayor delicadeza, porque el mal se haria irremediable, si alguna vez esa provincia, cuyos padecimientos han sido incomparables, dijese: "No me han acompañado en los trabajos, no deben quejarse de que yo goce algunos privilejios sobre ellos."

El señor Infante. —El crimen nefando i negro, al interponerse esa solicitud al jeneral Bolívar, es evidente por los mismos papeles presentados a la Sala. Él ha tenido el arrojo i la impudencia de firmar esos oficios que ha remitido a la provincia de Concepción. De consiguiente, esto basta pira que el Congreso deba poner fuera de la lei a este individuo desnaturalizado i traidor a su Patria. Sobre ello hai una mocion pendiente i el Congreso debe tratarla cuanto ántes. También presumo que el jeneral Bolívar se ha prestado a la solicitud de Zañartu, porque él trascribe la providencia que dice se le ha concedido, i jamas se hubiera atrevido a tomar el nombre del Libertador, porque debia presumirse que llegase a su noticia; pero, la providencia dice, que ella no tendrá efecto hasta que la provincia de Concepción no dé sus poderes al suplicante. (El secretario leyó esta parte.)

¿Habrá quien se persuada que don Miguel Zañartu hubiese de poner esas copias, si el Libertador, no se hubiese prestado a sus miras? ¿Por qué habría de esperar Zañartu? Esos papeles debían publicarse, i publicados, resultaba en él un crimen contra el Libertador. De consíguiente, yo creo, que ha habido anuencia de este último. Esto ¿qué nos indica? Que la Nación debe prepararse para resistir a cualquiera agresión que hubiese. Porque ¿qué infracción contra el derecho de jentes puede darse mas a la vista, quien considera una provincia sin anuencia del Gobierno jeneral? Si se considera Chile bajo un Gobierno unitario, es indudable que no podria hacerlo. Si es federal, tampoco, porque cualquier código de naciones constituidas en federación que se abra, tiene el artículo espreso: "Ninguna provincia podrá imponer derechos de importación o esportacion.ii Este es un derecho especial de la Nación. La provincia de Concepción, al remitirse a admitir esa gracia, ha hecho su de