Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo VI (1822-1823).djvu/153

Esta página ha sido validada
151
SESION DE 9 DE SETIEMBRE DE 1822


Núm. 230 [1]

Excmo. Señor:

El Cabildo de Concepcion, penetrado de los mas vivos sentimientos de humanidad, así como de las obligaciones mas sagradas a que le estrecha su representacion, mediante la distinguida confianza que esta ciudad le ha dispensado, hace hoi presente a V.E. el deplorable estado a que se halla reducida con toda su provincia. No es fácil, Excmo. Señor, calcular ni encarecer debidamente hasta qué punto ha llegado su desolacion en fuerza de los contrastes de una guerra tan prolongada como desastrosa. Reducidos estos patriotas a la inopia i miseria mas lamentables, solo esperan hallar en V.E. (como padre de la República) el consuelo i alivio en su penosa situacion. La notoria beneficencia de V.E., tan propia de su noble corazon, inspira a este cuerpo municipal toda la confianza para creer que no podrá desentenderse de los justos clamores con que la imploran aquéllos, cuyos heroicos esfuerzos en defensa de la Patria le han conducido hasta un grado inesplicable de pobreza. Es constante, Excmo. Señor, que en el año pasado de ochocientos trece fué invadida esta ciudad por el primer tirano español que, con fuerza armada, pretendió sofocar en la cuna su naciente libertad. Desde aquella época desgraciada hasta hoi, han sufrido estos pueblos sin interminacion los estragos de la guerra mas desoladora. Veintinueve meses (no hai duda), estuvo suspenso el terrible azote, pero le sustituyó otro no ménos cruel, bajo el imperio despótico de los Presidentes Osorio i Marcó; violentos donativos i contribuciones, cárceles, destierros i toda clase de persecuciones, fueron para los patriotas el amargo fruto de aquel tiempo, hasta hoi digno de deplorarse. Llegó al fin aquel dia tan feliz como suspirado, i que los hados señalaban por último término de nuestra servidumbre afrentosa. Hablamos, Excmo. Señor, del doce de Febrero de mil ochocientos diezisiete, dia por cierto grande, i que anunció para Chile cual nunca luminoso Zeso, el ruido de las cadenas opresoras, i sucedió en su lugar el estrépito de las armas. Encendida de nuevo la guerra, fué Concepcion i su provincia el teatro que destinó Marte para sus representaciones sangrientas. Los escombros i ruinas que hoi la cubren, son otros tantos monumento; que justifican esta verdad i recuerdan con espanto la crueldad, tiranía i barbarie de los satélites de Fernando. Las repetidas emigraciones (i muí en particular la jeneral de ochocientos diezisiete), acabaron de arruinar lo que restaba con ocasion del abandono total que cada patriota hizo de sus propiedades. Ninguno en su marcha hácia el Maule llevó otra cosa consigo que el entusiasmo de que iba animado por la libertad de su país, i la triste memoria de su hogar i fortuna que sacrificaba al ídolo de la libertad. Posesionado el enemigo de esta ciudad, se desató como un torrente impetuoso por lo interior de la provincia. Los fundos rústicos i urbanos de los míseros patriotas fueron el objeto de su zana i el blanco adonde se dirijian sus vengativas iras. Abrasaban las casas i potreros; rompían las vasijas i estraian los útiles necesarios a las labores del campo. Las viñas, único plantío de provecho entre los que en esta provincia se cultivan, por falta de cultivos se han cubierto de malezas impenetrables que hoi necesitan de un roce costoso i de la espera de tres años para que vuelvan a estado de fructificar, como saben los prácticos. Las campañas, desiertas i despobladas de toda clase de ganado, son hoi de ninguna utilidad a sus propietarios.

Ultimamente, Excmo. Señor, estos defensores de la independencia cuentan hasta hoi nueve años de desastres i ruinas rodeados de continuas zozobras e inquietudes. Durante este largo período han sido privados del usufructo de sus fincas, que abandonaron por no ser victimas del cuchillo enemigo. Todo el mundo sabe que ningún patriota podia separarse de las goteras de esta ciudad, sin esponerse a caer en manos de las muchas partidas de asesinos que, a manera de un vallado, la circundaban, sedientos de nuestra sangre. Así es que hecho dueños los enemigos de las haciendas de campos, las han inutilizado, siendo hoi del todo nulo sus productos i exorbitantes los gastos que demandan para repararlos. A tan mísero estado han quedado reducidas las posesiones rústicas i urbanas de los fieles hijos de esta desolada ciudad. Las comodidades, que en otro tiempo disfrutaron, han desaparecido a vista de un trastorno inevitable de cosas. Sin embargo, hoi se convierten en lisonjas las pesadas calamidades, al ver que mediante estos sacrificios se ha conseguido la inestimable libertad por que se suspiraba. Sí, Excmo. Señor; este horizonte hasta hoi oscurecido, ya se manifiesta con mas claridad, i el cielo, mas sereno, nos promete restituirnos el perdido sosiego. Cerradas las puertas de la guerra, volverán a ocupar sus hogares los descarriados patriotas, i el mísero labrador empuñará el arado para abrir los senos de la tierra, hasta hoi sin otro cultivo que el funesto riego de tanta sangre vertida.

Ya consideramos a V.E. penetrado del lamentable estado de miseria de esta ciudad i su provincia, i que su tierno corazon se resiente a vista del cuadro de devastacion i ruinas que hemos dibujado, aunque muí imperfecto. Otra pluma, Señor, mejor cortada que la nuestra necesitaríamos en esta ocasion, para representar a V.E. una copia mas digna de su orijinal. La superior penetracion de V.E. graduará la triste suerte i penosa situación de estos sus compatriotas. Por lo que nos atrevemos a decir de que ya es tiempo,

  1. Este documento ha sido trascrito del volumen titulado Intendencia de Concepcion, 1810-1827, pajina 194, del archivo de la Biblioteca Nacional. (Nota del Recopilador.)