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CONGRESO CONSTITUYENTE

Excmo. Señor Director Delegado en el departamento de Gobierno.



Núm. 36

Excmo. Señor:

Como uno de los primeros encargos i deberes del Soberano Congreso es el nombrar la persona que ha de ejercer las funciones del Poder Ejecutivo, ha procedido hoi dia a verificarlo, i ha tenido la satisfaccion de ver recaer en la persona de V. E . la Direccion Suprema de la República, por el unánime voto de los miembros que lo componen, con sujeción en todo a la Constitucion que dictare.

Al designar el Congreso a V. E. para que tome las riendas del Gobierno, no se ha olvidado que, lleno de una estremada delicadeza, V. E. creería comprometida su reputacion admitiendo el mando supremo. Bien presente ha tenido que, desde el momento que V. E. al frente de la benemérita provincia de Concepcion dio el grito de libertad que resonó en toda la República, juró solemnemente a sus compatriotas que no era la ambicion al Gobierno del Estado la que dirijia su marcha política en la empresa de restaurar los derechos del pueblo reuniendo una lejítima representacion nacional.

Ha recordado tambien que, desde aquel momento, V. E. no ha perdido ocasion en que no haya dado a los pueblos un testimonio eterno de la firmeza con que sabe sostener sus públicos comprometimientos. Los pueblos admiran la jenerosa resistencia de V. E. para entrar al mando cuando el Congreso de Plenipotenciarios lo llamó a ocuparlo en los dias mas amargos de nuestra carrera política. Nuevamente, la abdicacion de V. E. de la Direccion Suprema, formando un patético contraste con el decidido empeño del Soberano Congreso, entre las efusiones mas dulces de la gratitud i del júbilo, ha arrancado de los ojos del pueblo las mas incontrastables pruebas de la inviolabilidad con que observa aun sus juramentos privados. El Congreso, mejor que ningun otro, es testigo de esta verdad, pues él ha oido la voz de V. E. por mas de tres veces repetir con firmeza que, aun la admision del interinato, era un feo borron que, cayendo sobre sus compromisos personales, manchaba para siempre su reputacion pública.

Despues de tantos i tan grandes documentos que ha dado V. E. de la fidelidad con que guarda sus votos, parece que los pueblos no pueden ya exijirle nuevos testimonios de su desprendimiento, ni que la consecuencia de V. E. a aquéllos pueda pasar mas adelante sin la nota de nimia delicadeza. Grandes son los sacrificios que ha hecho V. E. en la lucha de nuestra emancipacion política; pero aun son mayores los que la Patria tiene derecho a exijir de los hijos que se le consagran. Jamas nos es dado llenar la suma de deberes que encierra la sola calidad de ciudadano; i venturoso aquel que esponiendo aun su propia reputacion puede acercarse al lleno de aquéllos!

V. E. se halla en esta situacion feliz: la Patria le exije hoi el sacrificio mas costoso de su corazon; i V. E., que hace alarde de numerarse entre sus hijos predilectos, no es posible se resista a presentarle en una sola voz el cúmulo de sus privaciones. V. E. ha satisfecho ya los deberes de su honor; los pueblos están penetrados de los sentimientos mismos que V. E. ha querido inspirarles; pero, para tocar el término de la gloria, aun le resta cumplir con los mandamientos de la Representacion Nacional. Si V. E. ha sido el primero en abrir el paso a su reunion, debe serlo también en presentarle el ejemplo de obediencia a sus disposiciones soberanas para que los ciudadanos todos, al entrar V. E. al mando, reciban la sabia leccion que, cuando se abdica el poder, no se renuncia igualmente el derecho adquirido a la atencion de los pueblos.

Tengo el honor de anunciarlo a V. E. a efecto de que se presente en ésta a la mayor brevedad posible a recibirse del Gobierno. —Sala del Congreso Nacional, Santiago, Agosto 18 de 1823. —Al Señor Supremo Director.


Núm. 37

Excmo. Señor:

El Soberano Congreso Nacional, en sesion de este dia, ha tenido la satisfaccion de elejir de Director Supremo de la República, por unanimidad de sufrajios, al señor Teniente Jeneral de los Ejércitos de la Patria, don Ramon Freire, sujetándolo en todo a la Constitucion que tiene que dictar.

Tengo la honra de anunciarlo a V. E. para su intelijencia i demas efectos convenientes, reiterándole las protestas de alta consideracion i aprecio. —Sala del Congreso Nacional, Santiago, Agosto 18 de 1823. —Al Señor Ministro de Gobierno.


Núm. 38

Excmo. Señor:

Soberano Congreso Nacional, considerando la necesidad que tiene de dos edecanes, ha acordado hacer esta eleccion en las personas del teniente coronel don José Bernardo Uriarte, i del sarjento mayor don Manuel Labarca.

Tengo el honor de anunciarlo a V. E. a fin de que se sirva dar la providencia conveniente para que se den a reconocer en la órden, i reproduzco mis anteriores ofrecimientos. —Sala