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SESION DE 26 DE SETIEMBRE DE 1823

otras temporalidades, invirtiendo por medio de sus prelados lo necesario para su sustento, vestuario i honesta pasadía, con arreglo al capítulo 20 de la lei quinta, título i libro citados de las Municipalidades, aunque este ministro intervenía en el conocimiento de las cuentas, en los arriendos i otras cosas de la correspondencia del hospital, de acuerdo siempre con la Comunidad. Si en aquel abandono í dilapidacion usurpatoria, que se supone, no se atrevió el Gobierno a hacer una separacion absoluta de los relijiosos ¿cómo se atreve este hombre a inferir un despojo i dejarnos pereciendo i sin las funciones que, por nuestro cuarto voto, debemos hacer en beneficio de nuestros hermanos enfermos? ¿Cómo pretende que le seamos obedientes i siervos, como un prelado, i no de los enfermos? ¿Cómo (aunque fuéramos hombres de la calle i los mas ínfimos de la plebe) quiere que suframos i que guardemos un silencio perpétuo i callamiento perdurable, viéndonos ultrajados, vilipendiados con los dicterios mas punzantes i zahirientes i, lo que es mas, abofeteados i golpeados, de que no se libertó el prior de nuestra casa? ¡Ah, señor! El derecho natural ha constituido en esta Asamblea la Soberanía de toda nuestra Nacion. Es obligada por los sagrados cánones i leyes fundamentales a protejer la Iglesia, sus ministros i relijiones, como el objeto primario de toda República que no sea un agregado de bandidos.

En sus manos soberanas, depositamos nuestra relijion, nuestros derechos, nuestra existencia i nuestra conservacion relijiosa i natural, para que seamos restituidos del despojo que nos ha hecho el mayordomo por sus informes obcecatorios i falsos.

Porque fueron malos los prelados de ajena nacion, ¿lo serán acaso los de la nuestra? Solamente pretende convencer esta consecuencia el mayordomo por consolidarse en el destino que debe serle mui grato, no por labrar una escala como la de Jacob para el cielo, pues, en su informe cáustico i corrosivo, manifiesta un espíritu fuerte, sino por otros fines que por moderacion no me atrevo a descifrar.

¿No ha llegado sin duda a su noticia que cuando fueron prelados los padres Toro Mazote, Tello i otros anteriores de nuestra Nacion, hicieron florecer las temporalidades de nuestro convento i elevaron a su auje el cuidado de la hospitalidad? Rejistre nuestros archivos, de que nos tiene despojados, i se avergonzará de saber que no han sido iguales ni aun semejantes estos patricios a los estranjeros que nos dejaron hostigados hasta impulsarnos a trabajar por nuestra independencia en union de los verdaderos amantes de nuestra Patria. Estos padres sin ilustracion, sin principios, sin caridad i sin educacion, como nosotros en el concepto del mayordomo, hicieron los adelantos que se ven en nuestra casa de hospitalidad, aumentaron los censos i deslindaron los derechos del terreno de su correspondencia que estaba usurpado, adquirieron la hacienda nombrada del Hospital en la Angostura de Paine, alcanzaron las concesiones pontificias para el establecimiento de las hermandades del Cármen i del Espíritu Santo, consiguieron la cátedra de filosofía para sus relijiosos i otras particulares servidas sin cóngrua por un catedrático del convento de Mendicantes, que debia graduarse doctor de gracia en la Universidad de San Felipe. ¿I para qué fin? Para que se ilustrasen perfectos médicos, cirujanos i boticarios a beneficio de los enfermos. No hubo mas influjo para todas estas cosas que el inflamado entusiasmo de los prelados patricios, que, con sus clamorosas peticiones, trabajaron por el beneficio de nuestra casa i para mejor aliviar a la humanidad enferma.

Personas de la mas ardiente fe no querian en sus críticas enfermedades tener a su cuidado i servicio mas que a nuestros enfermeros prácticos, haciendo sus votos a nuestro Santo Patriarca, i con la consecucion de su salud los cumplían, aumentando la masa de que se nos ha privado totalmente. El estado de nuestras temporalidades, prescindiendo del auxilio de la Tesorería, es debido a esta despreciada i perseguida órden i a este grupo de legos i no a los mayordomos i ménos al que trata de nuestra aniquilacion.

A nuestro infatigable celo es debido ese magnífico templo que está al concluirse, en que se han invertido mas de sesenta mil pesos. ¿Ha tenido alguna parte activa este mayordomo o algún otro ecónomo o diputado? Nó, señor. A estos pobres siervos de los enfermos, que han estimulado a los amantes de nuestro convento, hospital i devotos fieles a nuestro culto sagrado se debe este adelantamiento. Esas magníficas salas para los enfermos con sus respectivas oficinas i noviciado, capas para sus alumnos, no se hicieron de milagro, sino por los ruegos de estos relijiosos que inflamaron a la virtuosa, distinguida i meritoria casa de los Portales, que cuidaban la efijie de nuestro Santo Fundador para que se decidiese el ardiente i caritativo don Francisco Ruiz Tagle Torquemada a prestar sus auxilios i personal asistencia en union del Presidente don Gabriel de Avilez, que reconocido de nuestro fundador recibió de nuestra comunidad el título de hijo i hermano bajo el nombre de Frai Juan de la Masa. Estaba convencido relijiosamente que su esposa la condesa de Santa Rosa consiguió la salud milagrosamente por interposicion de Nuestro Patriarca, estando desahuciada de todos los médicos de la ciudad del Cuzco i especialmente del memorable doctor Arve; i por eso distinguió tanto a nuestra relijion i trabajó por su comodidad i la de sus enfermos.

Si hubiese reflexionado el mayordomo la relacion inseparable de los relijiosos con los enfermos i de éstos con aquéllos, no se hubiese producido con tanto majisterio ni hubiese tratado de nuestra absoluta separacion. Los relijiosos son