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SESION DE 29 DE ABRIL DE 1824

Todo tratado que se celebre con la España o con cualquiera otra potencia, debe verificarse bajo el preciso reconocimiento de un sistema constitucional, sea cual fuere la forma de Gobierno que adopte Chile, ya por su absoluta conveniencia, ya por intereses relativos a sus circunstancias políticas.

Con la Epaña solo se verificarán tratados de mutua conveniencia, i en caso que por las circunstancias políticas se exijiesen de nosotros algunos sacrificios para el reconocimiento de la independencia, se podrán hacer, siendo su nivel los costos de la actual guerra del Perú.

Si la España habla de consuno con las demás potencias de Europa, podrán ofrecérseles en este caso sacrificios proporcionados a la influencia i poder de éstos, i a los riesgos que corra la independencia de América.

Si España no se hallase en disposición de reconocer la independencia de América, se tratará a toda costa de adquirir a Chile la protección de la Gran Bretaña ofreciéndole ventajas comerciales.

Como sea al mismo tiempo necesario entablar negociaciones de alianza i confederación con los Estados Unidos de Norte América, el Enviado cuidará que las distinciones i privilejios concedidos a la Gran Bretaña, no exciten los celos i resen timiento de los Estados Unidos. Queda a cargo del Gobierno instruir al Enviado oportunamente de las proposiciones que se hagan, o convenciones que se celebren con los Estados Unidos, a fin de que sobre este particular dirija su conducta.

Cualquier sacrificio que se haga a la España por el reconocimiento de nuestra independencia, o a la Inglaterra o cualquiera otra potencia por su protección i auxilios, no deberá ser instantáneo i de una sola vez, sino por autos i fracciones sucesivas para que sus intereses las conserven siempre adheridas a los nuestros.

El Enviado llevará una copia de la memoria pasada por el Ministerio de Estado i Relaciones Esteriores de Chile al Senado Conservador, en 25 de Enero último, i se arreglará a ella, teniéndola por parte de estas instrucciones. —(Firmado). —Errázuriz. —Diego José Benavente. Es copia. —Astorga.


Núm. 469

Excmo. Señor:

Persuadido el Supremo Director de Chile de que las actuales circunstancias de España i América presentan la época mas oportuna de entablar relaciones con el Gobierno de S. M. C., ha ordenado al infrascrito, Ministro de Estado i Relaciones Esteriores, se dirija a V. E. con este importante fin. El Supremo Director está satisfecho de que en los pasos que diere en obsequio de la humanidad i del pueblo a que preside, cumple con su mas sagrado deber, i que de un Gobierno ilustrado no es de esperarse que, por un presuntuoso e importuno desden, malogre la ocasion de evitar graves males i se olviden los verdaderos intereses de la nación española. Yo creo encontrar en V. E. aquella magnánima se renidad con que se oyen las verdades aunque parezcan desagradables, si ellas se dirijen a mejorar la suerte de ios negocios.

Catorce años de guerra sostenida por ámbas partes con todo el empeño que son capaces sus recursos, han debido hacer conocer a la España que no la es posible recuperar el dominio de sus antiguas colonias. Ella ha visto ir deteriorándose sucesivamente su condicion, en términos que cada año ha podido marcarse o con la desmembración de una provincia, o con una batalla que arruina sus esperanzas. En esta lucha se observa decrecer la fuerza i la opinion de la Península en la misma progresión con que se aumentan la fuerza, los recursos i la opinion de los nuevos Estados. El hábito inveterado de sumisión, arma la mas poderosa con que debiese contar el Gobierno español en estos países, ya no existe; i la América presenta una nueva jeneracion educada en los principios de la independencia, incapaz de someterse en tiempo alguno a los que quisiesen oprimirla. Cada año que se agrega a los que han trascurrido desde el principio de la revolución, es un triunfo para la América i un obstáculo mas que tiene que superar la España. Hasta la triste esperanza de vencer por medio de las divisiones interiores, debe haber cesado al considerar a estos pueblos constituidos en la mayor parte i con jefes capaces de conducirlos, no solo a la victoria sino también a la cima de la prosperidad social; i al recordar que, en medio de las mas fuertes convulsiones, jamas ha podido variar la opinion de independencia, que reúne los ánimos en los momentos del peligro. En los sucesos de catorce años i en la vasta estension del continente americano, jamas ha ocurrido la defección de un pueblo ni su espontánea adhesión al Gobierno español, por graves que hayan sido las calamidades i los sufrimientos de que se hubiese visto rodeado.

Las circunstancias i el estado de la opinion en que la guerra de la Independencia ha constituido a la América, son tales que yo me atrevo a asegurar a V. E. que, en la política bien entendida del Gobierno español, no ha podido estar en estos últimos tiempos el pretender sériamente la subyugación de estos países. El dia que los sucesos de la guerra, decidiendo la contienda en favor de la España, hubiesen arruinado no solo la independencia sino aun las esperanzas de los americanos; cuando la España se viese poseedora de la estension que yace entre el Mississipi i el Cabo de Hornos, ese dia debia ser el primero en que se desengañase que el Nuevo Mundo no puede ser su colonia, i en que despreciase las mismas