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de la gravitación de einstein.

Si no lo tiene, tampoco se puede atribuir a la noción de «masa inerte de un cuerpo» una significación absoluta, es decir, independiente de todas las otras condiciones físicas, como hasta ahora se había hecho. Tales dudas sirvieron de nuevo apoyo a la idea de que la teoría de la Relatividad especial también atribuya inercia a toda energía 17.

Este resultado de la teoría de la Relatividad especial hacía que se tambaleara todo nuestro concepto de la inercia de la materia, pues arrebataba al principio de la igualdad entre la masa inerte y la masa pesada de los cuerpos su validez rigurosa. Ahora debía un cuerpo tener otra masa inerte, según su contenido de energía, sin que hubiese variado su masa pesada. Pero siempre se había determinado su masa por su peso, sin que se hubiesen mostrado discrepancias 18.

Una tal dificultad fundamental podía presentarse, porque el principio de la igualdad entre la masa inerte y la masa pesada no se había enlazado estrechamente con los principios fundamentales de la Mecánica, y en los fundamentos de la Mecánica de Newton no se atribuye a los fenómenos gravitatorios la misma significación que a los fenómenos de inercia, como era preciso hacer, según la experiencia. La gravitación, como fuerza de acción a distancia, se introducía sólo como fuerza especial para un dominio reducido de fenómenos, y del hecho sorprendente de la igualdad, válida siempre y en todas partes, entre la masa inerte y la pesada, no se sacaron ulteriores consecuencias. Para evadir estas dificultades es preciso establecer, en lugar de la ley de inercia, una ley fundamental que abarque los fenómenos de inercia y los gravitatorios. Esto puede realizarse pasando lógicamente al