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La teoría general de la relatividad.

relojes que se encuentran en un campo gravitatorio constante g a la distancia l.

En el campo gravitatorio constante es, según esto, positiva la magnitud γ, que aparece en la fórmula [90], y cuyo valor es, según la fórmula [91], . La duración de la vibración y, por tanto, la longitud de onda es, pues, aumentada por el campo, para una onda luminosa que marche contra la atracción del campo gravitatorio. Este resultado puede trasladarse a la luz procedente de los astros; la magnitud γ será positiva. Por donde resultará que todas las rayas del espectro estarán corridas hacia el rojo. Aun cuando este efecto es muy pequeño, su existencia se afirma hoy como muy verosímil tanto en el Sol como en las estrellas fijas.

Podemos en este momento llenar un vacío que dejamos en otro lugar anterior (VI, 5, pág. 280); esto es, explicar enteramente la llamada «paradoja de los relojes». Suponíamos dos observadores A y B, uno de los cuales permanece inmóvil en un sistema inercial (de la teoría especial de la relatividad), mientras el otro hace un viaje. Al regreso de B, el reloj de A, según la fórmula [69], anda adelantado respecto del de B en la cantidad , siendo t el tiempo total del viaje, medido en el sistema A; esta fórmula desde luego es sólo aproximada; pero basta para nuestros fines, si hacemos todos los demás cálculos con la correspondiente aproximación.

Ahora bien; cabe considerar B como inmóvil; entonces A hace un viaje en la dirección opuesta. Pero no es lícito concluir simplemente que ahora el reloj de B debe adelantar sobre el de A la misma cantidad, pues B no descansa en un sistema inercial, sino que sufre aceleraciones.

Desde el punto de vista de la teoría general de la relatividad hay que atender a que, al variar de sistema de referencia, deben introducirse determinados campos gravitatorios durante los tiempos de aceleración.

En la primera consideración hállase inmóvil A en un espa-