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La teoría general de la relatividad.

lores tales que correspondan al campo centrífugo de rotación con respecto a las masas lejanas. Desde la cumbre alta donde ha llevado Einstein a la física aparécennos ahora Ptolomeo y Copérnico con igual derecho; los dos puntos de vista dan las mismas leyes naturales, sólo que con distintos valores numéricos de las g11....g32. La elección de tal o cual punto de vista no depende de principios; es cuestión de comodidad. Para la mecánica del sistema planetario, la concepción de Copérnico es, desde luego, la más cómoda. Pero es absurdo calificar de «ficticios», en oposición a otros producidos por masas próximas y calificadas de «reales», los campos gravitatorios que aparecen al elegir otro sistema de referencia; tan absurdo como es, en la teoría especial de la relatividad, la cuestión de la longitud «real» de una vara (VI, 5, pág. 278). Un campo gravitatorio no es en sí ni real ni ficticio; no tiene significación alguna independiente de la elección de las coordenadas, exactamente lo mismo que la longitud de una vara. Tampoco se distinguen los campos en que unos sean producidos por masas y otros no; lo que sucede es que en un caso son, sobre todo, las masas próximas, y en el otro, solamente las masas lejanas del Cosmos.

Contra esta teoría se han dado argumentos «de sentido común»; entre otros, el siguiente: Supongamos un tren que choca contra un obstáculo; en el tren se producen grandes trastornos y ruinas; el proceso puede describirse de dos maneras: o bien se toma la Tierra (que aquí es considerada como inmóvil relativamente a las masas cósmicas) como sistema de referencia y se hace responsable del desastre a la aceleración (negativa) del tren, o bien se elige un sistema de referencia fijo en el tren, y entonces, en el momento del choque, el universo entero da una sacudida y aparece un campo gravitatorio muy fuerte dirigido paralelamente al movimiento primitivo; y ese campo gravitatorio produce los desperfectos en el tren. Pero entonces ¿cómo es que no se derrumba igualmente la iglesia de la aldea vecina? ¿Por qué las consecuencias de la sacudida y del campo gravitatorio, unido a ella, no se hacen notar mas que en el tren, si, en efecto, son igualmente legitimas estas dos asercio-