do ciudad en que vivió hasta su muerte. Explicó Derecho romano y Derecho natural. Desde la capital asturiana prosiguió su labor crítica y literaria, escribiendo los maravillosos cuentos que reedita ahora la "Colección Universal"; sus novelas La regenta, Su único hijo, los artículos de crítica, en fin, amontonando esa tan copiosa como valiosa producción, cuyos caracteres, originales y profundos, aguardan aún un estudio detenido que determine la aportación de Clarín al patrimonio de nuestra cultura.
Fué su personalidad complejísima. No cabe analizarla en esta breve reseña. Crítico severo, implacable, derribó muchas reputaciones ficticias y alentó juveniles méritos. Cuentista incomparable, supo apresar en la brevedad de unas páginas la emoción tierna o fuerte. Novelista, ha dejado en La Regenta una de nuestras mejores obras modernas. Por último fué maestro, un maestro tan sugestivo como apasionado, que derramaba en los espíritus jóvenes, con la sal de su ingenio, la fecunda lluvia de su ciencia y la ternura de su corazón. Los que han tenido la fortuna de ser discípulos de Clarín guardan de él un recuerdo imborrable.