Oro y ébano/A una niña

A una niña

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A mi hija Cielo


¿Ves esa linfa que triscando rueda

cómo dilata su cristal sonoro

por la llanura, el valle y la arboleda,

como una veta de zafiros y oro?


Mira qué alegre va; nada le abruma,

aquí levanta un coro de rumores,

allí palpita en vértigos de espuma,

allá se aduerme en tálamos de flores.


Sea tu vida así: pise una alfombra

de albas rosas tu pie; ¡la espina advierte!

¡Con tu candor a la azucena asombra!


Y arda tu luz espiritual, de suerte

que al penetrar en la suprema sombra

alumbres las tinieblas de la muerte.