II


Obra de amor.

Rosas y lirios ves en el espino;
juegas a ser; te cabe en una mano,
esmeralda pequeña, el oceano;
hablas sin lengua, enredas el destino.

Plantas la testa en el azul divino
y antípodas, tus pies, en el lejano
revés del mundo; y te haces soberano,
y desatas al sol de su camino.

Miras el horizonte y tu mirada
hace nacer en noche la alborada;
sueñas, y crean hueso tus ficciones.

Muda la mano que te alzaba en vuelo,
y a tus pies cae, cristal roto, el cielo,
y polvo y sombra levan sus talones.