Nota: Se respeta la ortografía original de la época

XVIII.

O espíritu sutil, dulce y ardiente,
Que sales de las dos vivas estrellas
Mas claras que la luna, y muy mas bellas
Que el sol quando colora el Oriente,
Bien conozco tu fuerza, y bien la siente
Mi vista, que se aclara en tus centellas:
Mas no pueden pasar do suelen ellas
Morar, que dentro está quien no consiente.
Aquella agena sangre corrompida,
Que al corazon por estos ojos vino
Cuajada en torno de él, el paso impide.
Que si hallaras tú libre el camino,
Llegaras donde por mi mal se anida,
Quien el alma del cuerpo me divide.