Nuestra Señora de París/Introducción

Nota: Se respeta la ortografía original de la época
NUESTRA SEÑORA DE PARIS
POR
VICTOR HUGO

Adornada con viente y ocho láminas

Hace algunos años que, visitando ó, por mejor decir, huroneando la catedral de Nuestra Señora de Paris, encontró el autor de este libro en un oscuro rincón de una de sus torres, esta palabra grabada á mano sobre la pared:


ÁNÁΓKH.


Estas mayúsculas griegas, denegridas con el tiempo y profundamente entalladas en la piedra, no sé qué signos peculiares á la caligrafía gótica, impresos en sus formas y actitudes como para revelar que las había escrito allí una mano de la edad media, y sobre todo, el sentido lúgubre y fatal que encierran, hirieron vivamente la imaginación del autor.

Preguntóse á sí mismo, procuró adivinar cual podia ser el alma en pena que no habia querido abandonar este mundo sin dejar aquella marca de crimen ó de infortunio en la frente de la vieja iglesia.

Después, han embadurnado ó raspado (no sé cual de los dos) la pared, y la inscripción ha desaparecido; porque esto es lo que se está haciendo hace ya cerca dé doscientos años con las maravillosas iglesias de la edad media. De todas partes les vienen las mutilaciones, de dentro como de fuera: el sacerdote las pintorrea, el arquitecto las raspa; el pueblo llega enseguida y las derriba.

Así que, excepto el frágil recuerdo que le consagra aquí el autor deste libro, nada queda ya en el dia de la misteriosa palabra grabada en la sombría torre de Nuestra Señora, nada del ignorado destino que tan melancólicamente reasumia. El hombre que escribió allí aquella palabra desapareció hace muchos siglos de enmedio de las generaciones; la palabra ha desaparecido también de la pared de la iglesia, la iglesia misma acaso desaparecerá bien pronto de la haz de la tierra.

Sobre aquella palabra se ha compuesto este libro.

Paris.—Marzo dé 1831.