Colón
Poesías sueltas
de José Zorrilla
Noche Buena (a L. y C. Conde)

Noche Buena (a L. y C. Conde)

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¡Noche buena! Dios nace: fiesta en los cielos,
en la tierra hacen gloria niños y abuelos:
todo en vigilia
huelga en ella: es la fiesta de la familia.

Fiesta de paz, cantares, luz y alegría,
de infantil algazara, de poesía,
de fe y cariño,
todos los niños se tornan con el Dios Niño.

Fiesta en que agita a todos un pensamiento,
un afán: tener todos un nacimiento:
el simbolismo
más primitivo y cándido del cristianismo:
¡y el mayor! en tal noche se conmemora
del Redentor del mundo la primer hora:
fiesta cristiana
en que se asoma al cielo la raza humana.

Ágape del comienzo de los cristianos,
su fe le solemniza con una cena
de las madres, los niños y los ancianos,
y a boca llena
llamamos esta noche la Noche Buena.

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Cariñosos amigos Luis y Consuelo,
hoy que a vuestros dos niños falta el abuelo,
yo, que le quise tanto como él me quiso,
voy de él a traerles nuevas del Paraíso:
y es una idea
que ha surgido en mi mente que ya chochea:
idea mía
que explanar sólo pueden fe y poesía.

Las almas de los niños vienen envueltas
en neblinas de cándida santa ignorancia,
que pro la luz del mundo no son disueltas
mientras en la inocencia dura su infancia;
los niños tienen
el ser de ángeles cuando del cielo vienen;
madres y abuelos
miran siempre como ángeles sus pequeñuelos.

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Esta noche es la noche de los ensueños
primeros de la vida; de los placeres
primeros de los niños, goces risueños:
la fiesta de las madres: santas mujeres
que de madres sujetas a los empeños
y sumisas de madres a los deberes,
de la tierra hacen gloria con sus pequeños;
las madres buenas
ven a Dios en sus casas las Noche Buenas,
y a estos festines
del hogar, con Dios bajan blancas legiones
de invisibles arcángeles y querubines,
que con sus alas níveas dan pabellones
de reposo a las madres que con canciones
arrollan en sus brazos sus chiquitines.

Todo lo creen los niños en esta noche;
y a vista del paisaje del nacimiento,
mientras de sus muñecos hacen desmoche,
de expansión y alegrías entre el derroche,
le dan a los prodigios de cualquier cuento.
Son las nociones
primeras de las psíquicas revelaciones,
y ya en la vida
lo que entonces se aprende jamás se olvida.

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¿Comprendéis ya mi idea, Luis y Consuelo?
Ya es mi manía:
decid a vuestros niños, ya sin su abuelo,
que esta poesía
es su muerto abuelito quien se la envía…
¡De allá, del cielo!…
Tal vez ni ellos me vean ni yo les vea
nunca: pero que me amen: esa es mi idea.

Tal vez esto os parezca sueño de un loco…
de nadie mis chocheces en mal redundan:
a él no le conocieron ni a mí tampoco:
que nos identifiquen, que nos confundan:
que me amen vuestros niños: y cuando lleguen
a ser ya grandecitos, cuando pregunten
su historia y de saberla derecho aleguen,
que los datos y señas delos dos junten;
que cuando de su abuelo sepan la historia
con la mía la fundan en su memoria:
que cuando de él lindezas y bien les digan,
que con él me recuerden y me bendigan,
y cuando por él recen al acostarse,
que también por mí recen cuenta sin darse;
mi poesía
que aprendan cuando crezcan Pepe y María.
¡Ya veis cuán llena
está de niñería mi Noche Buena!

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Gozad ésta vosotros, que pequeñuelos
tenéis: casas con niños son unos cielos:
y traen sin penas
una hora para todas las Noche Buenas.

Fiesta nocturna y mística de los cristianos,
fiesta de universales mutuos cariños,
canta la unión fraterna de los humanos,
y en el Niño que nace, todos hermanos
e hijos de Dios nacemos viejos y niños.

Fiesta infantil que abarca todos los goces
íntimos del espíritu y el hogar santo,
de niños y de viejos une las voces
en pastoril, sencillo y único canto;
canto inocente, fácil, pero sublime,
popular, que en las almas místico encanto
de indecible ternura y amor imprime.

Y esta noche en las cenas de Noche Buena
se unen todos cantando los Villancicos
que al Niño Dios entonan tras de la cena,
nivelándose alegres grandes con chicos:
que en tal vigilia
ante Dios somos todos una familia.

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Fiesta de la nobleza, la burguesía,
del clero, del comercio, del artesano,
del soldado…, de todos cuantos por guía
tienen la cruz y forman pueblo cristiano,
trae algo que difunde paz, alegría,
esperanza, consuelo, luz y alborozo,
y en el alma creyente como en la impía
cambia esta noche una hora la noche en día,
el duelo en esperanza y el ansia en gozo:
fiesta cristiana
a la que España tintas da de pagana.

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Porque en España todo se tergiversa;
nuestro pueblo, tendiendo siempre al abuso,
sin ser ni mucho menos raza perversa,
es ignaro y de nada sabe hacer uso;
a poco que resbale, ya se desborda,
y se hace en desbordándose kábila y horda.

Sus instintos cristianos son algo turbios
y cambiar fiestas santas suele en orgía
por las plazas y calles de los suburbios,
con instrumentos bárbaros sin armonía,
con músicos sin ritmos y sin compases;
cantes de ideas cínicas y absurdas frases
y estrépitos salvajes de algarabía.
¿A quiénes toca
su represión? —Cenemos
y punto en boca.