[ fol. xxxviij. ]

Capitulo veynte y ocho,
de otra nueva costumbre.

P

Artidos destos fuymos a otras muchas casas y desde aqui començo otra nueva costumbre, y es : que rescibiendonos muy bien, que los que yvan con nosotros los començaron a hazer tanto mal que les tomavan las haziendas, y les saqueavan las casas sin que otra cosa ninguna les dexassen : desto nos peso mucho por ver el mal tratamiento que a aquellos que tan bien nos rescebian se hazia. Y tambien porque temiamos que aquello seria o causaria alguna alteracion y escandalo entre ellos, mas como no eramos parte para remediarlo ni para osar castigar los que esto hazian, y ovimos por entonces de sufrir hasta que mas autoridad entre ellos tuviessemos, y tambien los indios mismos que perdian la hazienda, conosciendo nuestra tristeza nos consolaron diziendo que de aquello no rescibiessemos pena, que ellos estavan tan contentos de avernos visto, que davan por bien empleadas sus haziendas, y que adelante serian pagados de otros que estavan muy ricos.

Por todo este camino teniamos muy gran trabajo por la mucha gente que nos seguia : y no podiamos huyr della aun que lo procuravamos porque era muy grande la priessa que tenian por llegar a tocarnos : y era tanta la importunidad dellos sobre esto que passavan tres horas que no podiamos acabar con ellos que nos dexassen. Otro dia nos traxeron toda la gente del pueblo : y la mayor parte dellos son tuertos de nuves, y otros dellos son ciegos dellas mismas, de que estavamos espantados. Son muy bien dispuestos y de muy buenos gestos : mas blancos que otros ningunos de quantos hasta alli aviamos visto.

Aqui empeçamos a ver sierras, y parescia que venian seguidas de hazia el mar del norte : y assi por la relacion que los indios desto nos dieron creemos que estan quinze leguas de la mar. De aqui nos partimos con estos indios hazia estas sierras que dezimos : y llevaronnos por donde estavan unos parientes suyos : porque ellos no nos querian llevar sino por do habitavan sus parientes, y no querian que sus enemigos alcançassen tanto bien como les parescia que era vernos. Y quando fuymos llegados los que con nosotros yvan saquearon a los otros : y como sabian la costumbre, primero que llegassemos escondieron algunas cosas : y despues que nos ovieron rescebido con mucha fiesta y alegria sacaron lo que avian escondido y vinieron nos lo a presentar. Y esto era cuentas y almagra y algunas taleguillas de plata. Nosotros segun la costumbre dimos lo luego a los indios que con nos venian, y quando nos lo hovieron dado començaron sus bayles y fiestas y embiaron a llamar otros de otro pueblo que estava cerca de alli para que nos viniessen a ver, y a la tarde vinieron todos y nos traxeron cuentas y arcos y otras cosillas que tambien repartimos. Y otro dia queriendonos partir toda la gente nos queria llevar a otros amigos suyos que [ fol. xxxix. ]estavan a la punta de las sierras, y dezian que alli avia muchas casas y gente y que nos darian muchas cosas, mas por ser fuera de nuestro camino no quesimos yr a ellos, y tomamos por lo llano cerca de las sierras, las quales creyamos que no estavan lexos de la costa. Toda la gente della es muy mala y teniamos por mejor de atravessar la tierra : porque la gente que esta mas metida a dentro es mas bien acondicionada, y tratavan nos mejor, y teniamos por cierto que hallariamos la tierra mas poblada y de mejores mantenimientos. Lo ultimo haziamos esto, porque atravessando la tierra viamos muchas particularidades della : porque si dios nuestro señor fuesse servido de sacar alguno de nosotros y traerlo a tierra de christianos, pudiesse dar nuevas y relacion della. Y como los indios vieron que estavamos determinados de no yr por donde ellos nos encaminavan, dixeron nos que por donde nos queriamos yr no avia gente ni tunas ni otra cosa alguna que comer : y rogaronnos que estuviessemos alli aquel dia, y ansi lo hizimos. Luego ellos embiaron dos indios para que buscassen gente por aquel camino que queriamos yr : y otro dia nos partimos llevando con nosotros muchos dellos : y las mugeres yvan cargadas de agua, y era tan grande entre ellos nuestra autoridad que ninguno osava bever sin nuestra licencia. Dos leguas de alli topamos los indios que avian ydo a buscar la gente y dixeron que no la hallavan : de lo que los indios mostraron pesar, y tornaron nos a rogar que nos fuessemos por la sierra. No lo quisimos hazer, y ellos como vieron nuestra voluntad, aun que con mucha tristeza se despidieron de nosotros y se bolvieron el rio abaxo a sus casas. Y nosotros caminamos por el rio arriba : y desde a un poco topamos dos mugeres cargadas que como nos vieron pararon y descargaronse y traxeron nos de lo que llevavan que era harina de maiz, y nos dixeron que adelante en aquel rio hallariamos casas y muchas tunas, y de aquella harina. Y ansi nos despedimos dellas porque yvan a los otros donde aviamos partido. Y anduvimos hasta puesta del sol : y llegamos a un pueblo de hasta veynte casas a donde nos rescibieron llorando y con grande tristeza : porque sabian ya que a donde quiera que llegavamos eran todos saqueados y robados de los que nos acompañavan : y como nos vieron solos perdieron el miedo y dieronnos tunas y no otra cosa ninguna. Estuvimos alli aquella noche, y al alva los indios que nos avian dexado el dia passado dieron en sus casas. Y como los tomaron descuydados y seguros tomaron les quanto tenian sin que tuviessen lugar donde asconder ninguna cosa, de que ellos lloraron mucho : y los robadores para consolarles los dezian que eramos hijos del sol, y que teniamos poder para sanar los enfermos y para matarlos, y otras mentiras aun mayores que estas. Como ellos las saben mejor hazer quando sienten que les conviene : y dixeronles que nos llevassen con mucho acatamiento y tuviessen cuydado de no enojarnos en ninguna cosa, y que nos diessen todo quanto tenian : y procurassen de llevarnos donde avia mucha gente, y que donde llegassemos robasen ellos y saquease lo que los otros tenian, porque assi era costumbre.