[ fol. xxix. ]

Capitulo veynte y uno :
De como curamos aqui unos dolientes.

A

Quella misma noche que llegamos vinieron unos indios a Castillo, y dixeronle que estavan muy malos de la cabeça, rogandole que los curasse : y despues que los huvo santiguado y encomendado a dios : en aquel punto los indios dixeron que todo el mal se les avia quitado : y fueron a sus casas y truxeron muchas tunas y un pedaço de carne de venado, cosa que no sabiamos que cosa era : y como esto entre ellos se publico vinieron otros muchos enfermos en aquella noche a que los sanasse : y cada uno traya un pedaço de venado : y tantos eran que no sabiamos a donde poner la carne. Dimos muchas gracias a dios porque cada dia yva cresciendo su misericordia y mercedes. Y despues que se acabaron las curas començaron a baylar y hazer sus areytos y fiestas hasta otro dia que el sol salio : y duro la fiesta tres dias por aver nosotros venido, y al cabo dellos les preguntamos por la tierra de adelante y por la gente que en ella hallariamos y los mantenimientos que en ella avia. Respondieron nos, que por toda aquella tierra avia muchas tunas, mas que ya eran acavadas : y que ninguna gente avia, porque to[ fol. xxx. ]dos eran ydos a sus casas, con aver ya cogido las tunas : y que la tierra era muy fria, y en ella avia muy pocos cueros. Nosotros viendo esto que ya el invierno y tiempo frio entrava, acordamos de passarlo con estos. A cabo de cinco dias que alli aviamos llegado se partieron a buscar otras tunas, a donde avia otra gente de otras nasciones y lenguas. Y andadas cinco jornadas con muy grande hambre, porque en el camino no avia tunas ni otra fruta ninguna : allegamos a un rio donde assentamos nuestras casas : y despues de assentadas fuymos a buscar una fruta de unos arboles, que es como hieros : y como por toda esta tierra no ay caminos, yo me detuve mas en buscarla : la gente se bolvio y yo quede solo : y viniendo a buscar los, aquella noche me perdi : y plugo a dios que halle un arbol ardiendo y al fuego del passe aquel frio aquella noche y a la mañana yo me cargue de leña, y tome dos tizones y bolvi a buscarlos : y anduve desta manera cinco dias siempre con mi lumbre y carga de leña, porque si el fuego se me matasse en parte donde no tuviesse leña, como en muchas partes no la avia, tuviesse de que hazer otros tizones y no me quedasse sin lumbre, porque para el frio yo no tenia otro remedio por andar desnudo como nasci : y para las noches yo tenia este remedio que me yva a las matas del monte que estava cerca de los rios, y parava en ellas antes que el sol se pusiesse : y en la tierra hazia un hoyo, y en el echava mucha leña que se cria en muchos arboles, de que por alli ay muy gran cantidad : y juntava mucha leña de la que estava cayda y seca de los arboles, y al derredor de aquel hoyo gazia quatro fuegos en cruz : y yo tenia cargo y cuydado de rehazer el fuego de rato en rato, y hazia unas gavillas de paja larga que por alli ay, con que me cubria en aquel hoyo : y de esta manera me amparava del frio de las noches : y una dellas el fuego cayo en la paja con que yo estava cubierto : y estando yo durmiendo en el hoyo començo a arder muy rezio, y por mucha priessa que yo me di a salir, toda via saque señal en los cabellos del peligro en que avia estado. En todo este tiempo no comi bocado, ni halle cosa que pudiesse comer, y como traya los pies descalços corrio me dellos mucha sangre. Y dios uso conmigo de misericordia, que en todo este tiempo no vento el norte, porque de otra manera ningun remedio avia de yo vivir. Y a cabo de cinco dias llegue a una ribera de un rio, donde yo halle a mis indios que ellos y los christianos me contavan ya por muerto, y siempre creyan que alguna bivora me avia mordido. Todos ovieron gran plazer de verme, principalmente los christianos : y me dixeron que hasta entonces avian caminado con mucha hambre, que esta era la causa que no me avian buscado : y aquella noche me dieron de las tunas que tenian. Y otro dia partimos de alli y fuymos donde hallamos muchas tunas con que todos satisfizieron su gran hambre. Y nosotros dimos muchas gracias a nuestro señor, porque nunca nos faltava su remedio.