Motivos de Proteo: 143
CXII - Tentaciones regresivas en la conversión incipiente.
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Si ya entrado en la vía de tu conversión, si encaminada tu voluntad en un sentido nuevo, te encuentras alguna vez volviendo a lo antiguo y reparas en que uno de tus pensamientos o tus actos se atraviesa en el curso de aquel propósito, acude sin demora a rectificar ese pensamiento o ese acto, pero no desmayes aun cuando tal contrariedad se reproduzca, ni juzgues perdido el esfuerzo que hayas hecho por abandonar la manera de vida anterior. Una transformación moral que no ha arribado a lentos impulsos del tiempo y la costumbre, sino por inspiración y arranque de la voluntad, impone al alma un apresurado trabajo de disociación, para romper con viejos hábitos, y otro, no menos activo, de coordinación y disciplina, para formarlos nuevos y oficiosos. Esta doble tarea no se realiza sin interrupciones ni sin lucha. Alguna tentación reaccionaria, algún paso atrás, algún recuerdo dotado de fuerza ejecutiva, son, en el transcurso de ella, inevitables tropiezos. La iniciativa de la reforma, el primer durable esfuerzo voluntario, importan ya, sin duda, cierta conexión de tendencias, sin la cual la idea aislada no tendría fuerza para salir fuera de sí misma; pero esta conexión no abarca, ni con mucho, en sus principios, todo el contenido del alma. Cuando la tendencia regeneradora ha hecho acto posesivo de la autoridad, aún le falta organizar su república y sojuzgar las propensiones reaccionarias o indóciles. Hay, por necesidad, un periodo intermedio, durante el cual el enemigo que va de vencida suele volver la cara y logra tal vez algún efímero triunfo. Ve la imagen de las incertidumbres de ese estado moral, en las propias transformaciones de la naturaleza, cuando se verifican por una transición más impetuosa y súbita que la acompasada que ella prefiere de ordinario, ve cómo en el tránsito de la infancia a la adolescencia, que es un caso natural de repentino cambio, el ser del niño resurte en ciertos momentos a la apariencia del alma del casi adolescente, y se da a conocer por puerilidades graciosas que resaltan en medio de una seriedad temprana, hasta que, por fin, la fuerza que lleva adelante la vida aparta de su lado esos últimos vestigios de la edad que pasó.
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