Moneda falsa: 23
Escena VII
editarMONEDA.- Buen día.
CIRIACA.- ¡Hijo mío! ¿Por qué has hecho eso?
MONEDA.- Yo no he hecho nada, mamá. (A Carmen.) Buen día, Carmen.
CARMEN.- (Responde con la cabeza.)
CIRIACA.- ¿Por qué no me dijiste que estabas metido en ese asunto? Yo te hubiera dado un consejo de madre, un consejo verdadero.
MONEDA.- Yo no estoy metido en nada.
CIRIACA.- ¿Pa qué sos terco, si te han encontrado en el baúl, la mar de billetes falsos?
MONEDA.- ¡Ah! De modo que usted también cree que yo tenía los falsos en el baúl.
CIRIACA.- Claro que sí, hijo.
MONEDA.- Entonces, ¿es cierto? ¿Es verdad, es verdad eso?
CIRIACA.- ¿Y por qué has de negarlo? Si yo te los hubiera visto, los saco y los quemo. Pero los encontró la autoridad. Confesá y no seas pavo. Sí, así la sacás con tres o cuatro añitos, diciendo la verdad tal vez sea menos.
MONEDA.- Es claro. Bueno. Viá a contarlo todo, todo, comisario. Moneda falsa va a decir la verdad.
COMISARIO.- Así me gusta. Yo te prometo que...
MONEDA.- No prometa nada. ¿Puedo hablar dos palabras con esta mujer? ¿Aparte?
COMISARIO.- Hablá nomás.
MONEDA.- Vení, Carmen.
CARMEN.- ¿Qué querés?
MONEDA.- ¿Fuiste vos?
CARMEN.- ¿Qué?
MONEDA.- ¿Fuiste vos, vos?
CARMEN.- ¡Sí, me obligó!... ¡Quería matarme! ¡Yo no tuve la culpa! ¡Quería matarme!
MONEDA.- ¡Vos!... ¡Tan luego vos!...
CARMEN.- No pude. Mi negro, no pude!
MONEDA. -Tu negro, ¿no? ¡Tomá, perra! Pa que te acordés de Moneda Falsa. (Le da un golpe en la cara.)
CARMEN.- (Cayendo.) ¡Ay!...
MONEDA.- Este no es falso. ¡Es oro!
COMISARIO.- ¡Moneda! ¿Qué es eso? ¿Por qué has hecho eso?...
MONEDA.- Es el genio que me ha vuelto. No haga caso. Asuntos privados. No te aflijás, vieja. Ella te va a cuidar... Cuando quiera, señor comisario.
COMISARIO.- Bueno, largá.
MONEDA.- Tenía usted razón. Esos diez fallutos todos eran míos. Se los compré a Bellini en la anterior falsificación.