Escena III editar

COMISARIO.- Bueno. De modo que te has vuelto razonable. Así me gusta. Decí no más. Pero no me mientas, porque ya sabes que yo...

MONEDA.- Bueno. (Pausa.) Ayer... la vieja, mi madre no tenía qué comer.

COMISARIO.- Eso le sucede por tu culpa.

MONEDA.- Sí, ya lo sé. No tenía qué comer y entonces yo, estrilao, me acordé que tenía un diez falso y dije...

COMISARIO.- Te he dicho que no me mientas.

MONEDA.- Digo la pura verdad, señor comisario, digo la verdad.

COMISARIO.- ¡Estás mintiendo!...

MONEDA.- ¡Pucha digo, que son! Vea, estoy llorando. ¿sabe? ¡Esto es la verdad, la verdad, la verdad!... (Pausa.)

COMISARIO.- ¡Ajá, já!... ¿Con que la verdad? Decime, ¿y este paquete de moneda falsa que se encontró en tu baúl?

MONEDA.- ¿Eh?

COMISARIO.- Esto, sí, esto. Lo encontré yo en tu baúl. ¿Qué decís?...

MONEDA.- Que es mentira. ¡Que es una gran mentira!...

COMISARIO.- Hay testigos.

MONEDA.- Mienten. Ahora sí que no lloro. Y le digo la pura verdad... Lo que yo le decía es mentira. Pero esto también.

COMISARIO.- ¿De manera que no confesás?

MONEDA.- ¡No, no, no!... Nunca. Vea, señor comisario. Ya no se puede vivir. ¡Pucha digo, que son!...

COMISARIO.- Está bien. No te alterés. Andá. Dormí un rato, pensalo bien, y ya hablaremos. (Timbre. El cabo.) Páselo incomunicado.

MONEDA.- (Al salir.) ¡Pucha digo, que son!