Mitos y fantasías de los aztecas.
de Guillermo Marín Ruiz
Moctezuma… su caída y asesinato

XVIII.- MOCTEZUMA…su caída y asesinato

Cuando los aztecas se organizan y sitian a los europeos, Cortés da la orden de llevar Moctezuma a una azotea para que ordenara a “sus súbditos” que depusieran las armas.

Para ese momento el Tlatócan ha removido a Moctezuma y le ha quitado el cargo de Tlatoani y ha nombrado a Cuitláhuac en su lugar. Cortés no de crédito de lo que ve. En su visión europea medieval, un “rey” no puede ser depuesto. Enfurecido porque el pueblo ya no le hace caso a Moctezuma, manda que lo maten y que tiren su cadáver a los pies de la fortificación.

“También se contradicen las fuentes respecto a lo que siguió. Según los indios, su cadáver fue abandonado fuera del palacio sobre unas tortugas de piedra, o arrojado a los canales con los demás dignatarios prisioneros, que también asesinaron.” José Luís Guerrero. 1990.

Los historiadores hispanistas, comenzando por el propio Cortés y Bernal Díaz describen la muerte de Moctezuma como un acto de barbarie de los mexicas, que apedrearon “a su soberano” y por las heridas causadas murió. Existen textos que dicen que Cortés y algunos capitanes “lloraron su muerte”. Totalmente falso. Otra fantasía de las mentes colonizadoras. Cortés se sentía acorralado y actuó con su mente asesina, al ver que Moctezuma ya no le servía, no solo lo mandó asesinar a él, sino a todos los nobles que lo acompañaban, tomando como esclava sexual más tarde a su viuda y repartiendo a sus hijas entre sus filibusteros. Esta es otra gran tragedia que no menciona la “Historia Oficial”. efecto, la mayoría de las mujeres nobles de los mexicas, fueran esposas, hijas o concubinas, fueron entregadas como botín de guerra a los filibusteros, quienes las ultrajaron y prostituyeron. A partir del 13 de agosto de 1521 las mujeres indígenas cayeron en las garras lascivas de los salvajes conquistadores. Nada ni nadie las pudo defender y han vivido su tragedia en silencio estos cinco siglos. Si no fue el conquistador, fue el encomendero o el hacendado, y en nuestros días el cacique o el político, pero la mujer indígena, junto con sus hijos, han sido el punto más débil de esta cadena de horror y vejación.

“De esta manera murió Moctezumacín, que de los indios era tenido por dios, y que era tan gran rey como se ha dicho. Pidió el bautismo, según dicen, por Carnestolendas; y no se lo dieron entonces por dárselo en la Pascua con la solemnidad que requería tan alto sacramento y tan poderoso príncipe, aunque hubiese sido mejor no alargarlo; mas como vino antes Pánfilo de Narváez, no se pudo hacer, y ya herido, se olvidó, con la prisa de pelear. Afirman que nunca Moctezuma, aunque por muchos fue requerido, consintió en muerte de ningún español, ni en daño a Cortés, a quien mucho quería”. Tomado del portal español: http://www.artehistoria.jcyl.es/cronicas/contextos/10236.htm.

Cortés y sus secuaces, quedan atrapados en medio de una ciudad que estaba rodeada de un lago y que tenía solo tres calzadas para llegar a tierra firme.

LA BATALLA… ¿“de la noche triste”?

Cortés y sus aproximados 2300 secuaces están atrapados. No por los guerreros mexicas dirigidos por el valiente Cuitláhuac (hermano de Moctezuma), sino fundamentalmente por la inmensa fortuna que tienen como botín, que representa un considerable lastre para salir huyendo del cerco.

Los mexicas por su parte enfrentan una verdadera contingencia que jamás se había dado en el Anáhuac. Los españoles trajeron la viruela (aunque los historiadores hispanistas firman que la trajeron los negros) y ha comenzado la pandemia entre los habitantes de México—Tenochtitlán. Los anahuacas no tienen defensas ante el virus y los contagios y las muertes empiezan a enlutar a la ciudad a diestra y siniestra. Dos terceras partes de la población estaban infectadas.

“Según historiadores tres años después (1519) habían muerto de entre 2 a 3.5 millones de indígenas a causa de la viruela desconocida en América, esto coincidió con el inicio de la fundación de la primera ciudad española en México sobre las ruinas de la gran Tenochtitlán.” (Solís, 1979 Veytia,1979). http://www.geocities.com/labmicrobiologiaambiental/revistas/LaviruelaconquistaMexico.pdf. El momento histórico para los aztecas es de una dimensión catastrófica. Están luchando contra fuerzas divinas que castigan la histórica trasgresión de la filosofía y la religión de Quetzalcóatl. La pandemia de la viruela es interpretada como una acción propia de su mundo mágico cosmogónico. Todo lo que se está viviendo es algo fuera de lo normal y la única explicación es el cumplimiento de un inexorable castigo por la profecía del regreso de la Serpiente Emplumada.

Los españoles por su parte están aterrados y enfrentados. Los 1500 hombres que trajo de Veracruz se sienten engañados. Cortés les hizo creer que tenía bajo control a la México—Tenochtitlán y ahora están sitiados sin ninguna posibilidad de ser rescatados. Lo único que los une es la ambición del fabuloso botín que tiene Cortés en el palacio de Axayácatl. Cortés es presionado con amenaza de un motín sí no lo reparte, y que cada quien cargue con lo que le toca.

“De esta forma todos los españoles se llenaron las bolsas, hasta las bocas las llenaron de oro y de plata. No se fijaron para nada en los preparativos de la guerra, pues empacaron todo el oro y la plata y llenaron sus bolsas. Y una vez que llenaron de esa forma sus bolsas, se alegraron mucho, puesto que se irían, se perderían en la noche, con la noche saldrían a escondidas…” Cristóbal Castillo del Castillo.

Cortés estaba perdiendo el control de la banda de forajidos. La circunstancia estaba de “sálvese quien pueda” y dentro de la expedición venían capitanes que tenían experiencia guerrera y sabían que Cortés no la tenía. Así que las discusiones sobre cómo salir no se hicieron esperar. Se debe insistir que los historiadores hispanistas pintan a Cortés y su corsarios, como un ejército disciplinado y compacto, pero nunca lo fue así. Cortés por sus engaños, traiciones y crueles venganzas, era temido, pero no respetado. Entre los españoles venía “un nigromantito”, al cual Cortés consultaba sobre algunas decisiones. Como se ve, tanto europeos como anahuacas del Siglo XVI, consultaban a los brujos u hombres de conocimiento.

“La cosa hizo crisis cuando la magia intervino, también de parte de los españoles, pues Botello “al parecer muy hombre de bien y latino, y había estado en Roma, y decían que era nigromántico, otros decían que tenía familiar, algunos lo llamaban astrólogo…”, y cuya autoridad era indiscutible a partir de lo que de Cempoala dogmatizó que o salían una precisa noche, o no saldrían jamás… Cortés no pudo contrarrestarla, pues cuando quiso oponerse, se topó con una rebelión en toda regla de sus capitanes”. José Luís Guerrero. 1990.

Cortés y su banda de delincuentes salieron en sigilo la noche del 30 de junio de 1520 en medio de una impresionante tormenta, que permitió no ser escuchados. Tomaron la calzada en dirección a Tlacopan (Tacuba). Los españoles venían literalmente forrados de oro y plata, además de sus escasas armaduras. Al llegar al canal Tolteca—Acaloco, unas mujeres que habían salido a traer agua advirtieron la huida de los españoles y dieron la voz de alarma.

Los guerreros aztecas, que eran ciudadanos organizados y militarizados a través de sus barrios y calpullis, de inmediato atacaron a los despavoridos fugitivos. Ninguno de ellos, jamás en su vida había pensado poseer la riqueza que venían cargando pesadamente en sus cuerpos. La negrura de la noche, la tormenta y el brioso ataque por los flancos a través de barcas y por detrás en la calzada, sembró la confusión y la muerte de los prófugos. Se dice que la mayor parte de los españoles murieron ahogados al caer al agua por el enorme peso que cargaban.

“La derrota alcanzó proporciones de exterminio: aunque Cortés pretende reducir los españoles muertos a 150, Bernal Díaz menciona a 860, es decir, la gran mayoría, y no a filo de obsidiana, pues los indios no mataban, sino “a causa de todo el oro y la plata que habían cargado sobre sus espaladas, con el que llenaron sus bolsas, que se hicieron pesados, que se hundieron en el agua” Cristóbal Castillo del Castillo., amén de los más de aliados indígenas.” José Luís Guerrero. 1990. La historia hispanista colonizadora de los criollos en el poder, obliga en nuestros días a los maestros del país a través de la SEP,[1] a que les enseñen este heroico pasaje de la defensa de la invasión europea en los Libros de Texto, como “La historia de la batalla de la noche TRISTE”. ¿Triste para quién? Cómo es posible que cuando el invasor colonizador, el asesino y destructor de nuestra civilización original es derrotado, se les enseñe a los niños de este país a recordar este luminoso hecho de armas, como algo “triste”. Esto demuestra a todas luces que la educación en México esta colonizada y sirve como “un troquel” en la formación de la niñez y juventud, para mantener una actitud de desprecio hacia lo propio-nuestro, de pérdida de identidad y memoria histórica, pero fundamentalmente, para fomentar una baja auto estima entre los ciudadanos, que tratan de buscar “un rostro propio y un corazón verdadero” en los modelos extranjeros que imponen los colonizadores de ayer y de hoy. Auspicia de manera subliminal el rechazo y la desvaloración de la Cultura Madre en la niñez de nuestro país.

La historia oficial hispanista no dice que los europeos pudieron salir de México—Tenochtitlán, fundamentalmente gracias a que Ixtlilxóchitl, el guerrero texcocano, atacó la ciudad desde el lado opuesto para distraer a los aztecas. En efecto, los pocos europeos que salvaron la vida no fue por “gracia divina” o por “su bravura para pelear”, fue como siempre, gracias a la intervención y apoyo de sus aliados indígenas, especialmente de Ixtlilxóchitl, quien fue el estratega de la derrota mexica. La historia verdadera es que fue una lucha de anahuacas contra anahuacas, muy bien auspiciada y dirigida por las intrigas y mentiras de Cortés.


  1. Secretaría de Educación Pública, Gobierno Federal, México.