Miguel de Cervantes Saavedra (Retrato)

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


Si Miguel de Cervantes Saavedra hubiera florecido en los tiempos de la ignorancia, pudiera disimularse el desprecio con que le trataron sus contemporáneos: y aun si á pesar de haber sido su ingenio de aquellos que presenta rara vez el círculo de los siglos para prueba de lo que es capaz de dar de sí el entendimiento humano, le hubieran concedido algún lugar entre los talentos regulares, cuya memoria han transmitido, acaso nos contentaríamos con esta justicia escasa. Pero que habiendo vivido en la edad de la mayor ilustración de España, y siendo solicitada su vista y trato de los mas hábiles extrangeros, como de un cierto prodigio que desde Tito Livio no había tenido otro exemplo, descuidasen sus paisanos, no digo de erigirle estatuas, de que era tan digno, sino aun de notar sus acciones y su profesión y su patria, es un defecto que servirá de borrón el mas feo en el papel de aquella historia. Bien que este mismo descuido ha contribuido al mayor lauro de Cervantes; porque así como por el de los coetaneos de Homero disputáron después siete Ciudades de la Grecia la gloria de haberle servido de cuna, también han litigado seis Villas de España el derecho de haber sido la patria de este ilustre Español.

Miguel de Cervantes Saavedra
Natural de Alcalá de Henares, ingenio original, admirable en el habla Castellana, y Autor de la inmortal Fábula del Quixote. Murió en Madrid a los 68 años en el de 1616.

Mas ya es cosa averiguada que nació en Alcalá de Henares á 9 de Octubre de 1547, y que fueron sus padres Rodrigo Cervantes y Doña Leonor de Cortinas, los quales de muy corta edad le enviaron á Madrid, donde estudió las Letras Humanas en la escuela de Juan López de Hoyos. Tenia Cervantes una grande inclinación á la Poesía, y en fuerza de la lectura de Romanceros, y de la concurrencia á las representaciones de Lope Rueda, se inflamó tanto, que abandonando el cultivo de las ciencias útiles, se dedicó únicamente al de las Musas. Muy pronto dio á conocer sus progresos; porque en 1569 se publicaron los primeros ensayos en unas Redondillas y Elegía, que compuso a la muerte de la Reyna Doña Isabel, además de otras poesías conforme al gusto dominante de su tiempo. Pero como esta profesión no le proporcionaba medios bastantes para su subsistencia, hubo de dexarla, y también la patria en busca de otros arbitrios, y pasando á Italia, se estableció en Roma en casa del Cardenal Julio Aquaviva, hasta que con ocasión de la guerra que moviéron los Turcos á los Venecianos en 1570, se alistó en las banderas del Duque Paliano. En el siguiente hizo prodigios de valor en la batalla de Lepanto; de cuyas resultas, aunque recibió una herida en el brazo izquierdo, que se le dexó estropeado, hizo animo á proseguir la carrera de las armas, y se agregó á las Tropas Españolas de la guarnición de Nápoles. Volviendo á España el año de 1575 en la galera nombrada el Sol, fué cautivado por el Renegado Arnaute Mami, que le llevó á Argel, y le hizo sufrir la esclavitud mas dura, de la que fué rescatado, siendo de diferente dueño, en 1580, y entró en España en la primavera de 81.

Entonces fixó su residencia en Madrid, y siguiendo su primera inclinación á las letras, se entregó con mayor empeño al estudio y al trabajo, y escribió varias obras ingeniosas y divertidas, una de ellas la Galatea, que publicó en 1584, como un honesto desahogo de su pasión amorosa ácia Doña Catalina de Salazar y Palacios, natural de Esquivias con, quien casó en 12 de Diciembre del mismo año. Después se aplicó á la Poesía cómica, único recurso á su situación escasa, y compuso hasta treinta Comedias.

Ausentóse de Madrid, y se sabe que en 1596 residía en Sevilla, y aun dos años después, en que sucedió la muerte de Felipe II. Desde allí pasó á la Mancha, y el mal trato que le dieron los de Argamasilla, dió motivo á la Fábula de D. Quijote, que hace inmortal á su Autor. Publicóse la primera parte de esta historia en 1605; y aunque al principio fue poco estimada, ó por emulación, ó por ignorancia; llegó luego á percibirse su mérito, y con las repetidas ediciones que se hicieron dentro y fuera del Reyno, arrebató la admiración y aplausos de toda la Europa. En medio de eso Cervantes no logró sino unas alabanzas estériles, que no mejoraron su fortuna: y si no fuera por el favor que le dispensó, aunque tarde, el gran Conde de Lemos, Virrey de Nápoles, y su sobrino el Cardenal D. Bernardo de Sandoval y Roxas, Arzobispo de Toledo, hubiera acabado antes la miseria á un hombre, que los extrangeros imaginaban cercado de la mayor abundancia.

Por cuidar de alguna hacienda de su muger, ó por disfrutar algún noble desahogo con sus parientes, pasaba Miguel varias temporadas en Esquivias, y se aprovechaba del silencio de la aldea para continuar sus estudios con algún sosiego. Así, aunque de avanzada edad, publicó sus Novelas en 1613, el Viage del Parnaso en 1614, y en 1615 las Comedias y Entremeses, y la Segunda parte del Quijote. Si un Poeta Aragonés no hubiera pretendido desacreditar al Autor de dicha Fábula con una Segunda parte, que publicó en Tarragona en 1614 baxo el nombre del Licenciado Alonso Fernandez de Avellaneda, acaso no hubiera visto la República literaria acabada aquella última obra de Cervantes. Gracias á la malignidad del Escritor que promovió tesoro tan inestimable: al mismo tiempo que es de reprehender el empeño del que en nuestro siglo, ó por afición á su compatriota, ó por otro motivo verdaderamente incomprehensible, pretende elevar los humildes arbustos sobre los mas altos cipreses.

Desde el año de 1613 tenia ofrecidos al Público Los trabajos de Persiles y Segismunda, que dirigió al Conde de Lemos con una carta escrita el dia después de haber recibido la Extrema Unción, prueba de la serenidad y resignación de su espíritu, y de su noble y sencilla gratitud ácia un protector tan benéfico. También tenia muy adelantada la Segunda parte de la Galatea, Las semanas del jardín, El famoso Bernardo y El engaño á los ojos; pero no los acabó, prevenido de la muerte. Esta se verificó el día 23 de Abril de 1616 á los 68 años de su edad, 6 meses y 14 dias, y fué enterrado, en el Convento de Trinitarias Descalzas que está en la calle de Cantarranas de Madrid, cerca de la del León, donde vivía.

Cervantes vivió pobre y obscuro, y no tuvo mejor suerte en su funeral. Pero si su edad le negó los honores debidos á su ingenio, á su literatura, y á la integridad de sus costumbres, la posteridad mas justa le compensa con ventaja, derramando con larga mano flores en su sepulcro.


Véase también a Miguel de Cervantes en Wikipedia y en Wikisource.