Medios de lucha
Al insinuarse entre nosotros los primeros defensores del industrialismo - aceptado como "sistema " para la organización sindical del proletariado les hemos salido al paso para decirles que daban excepcional importancia al "medio económico ", en desmedro, precisamente, del factor ideológico que determina y magnifica todas las acciones conscientes de los pueblos. Suponíamos entonces, que los defensores del sistema I.W.W. y los partidarios del unicato, oponían a los sindicatos de oficio, esos símiles de la centralización capitalista, no porque hubieran en el sindicalismo el medio y el fin de toda la lucha social, sino porque consideraban al industrialismo obrero como un resultado del industrialismo burgués y a él debían apelar como último recurso los trabajadores de los países industrialmente más desarrollados. Colocados en el terreno donde la experiencia va conformando una orden de ideas la conducta y la actividad de cada individuo, y teniendo en cuenta las necesidades de la lucha diaria y de las conquistas inmediatas -alegadas por los defensores del industrialismo- hemos circunscripto nuestra crítica a esas simples razones económicas. Por eso, a la vez que decíamos que se daba una excesiva importancia al "sistema " estudiábamos en nuestra “realidad " -en el medio social en que nos desenvolvemos y en las características de este país agropecuario- Las condiciones de nuestro movimiento obrero, para llegar a la conclusión de que el industrialismo constituía un error de táctica y ni siquiera respondía a las alegadas necesidades impuestas por el capitalismo a los trabajadores de otros países. La discusión alrededor del industrialismo -mal concebido y peor esbozado por sus defensores- dejó de ser una cuestión de simples detalles, para convertirse en un verdadero problema ideológico. Y es esa fase de la cuestión la que nos interesa dilucidar, ya que entraña un peligro para el anarquismo ese "sistema económico para la lucha económica" que lleva en sí los gérmenes autoritarios y materialistas del marxismo. Cuando se habla de un " sistema " capaz de resolver los problemas presentes y futuros, el medio de lucha se transforma en finalidad. Los industrialista al confiar los sindicatos obreros la doble tarea de combatir al capitalismo y de ir creando la "sociedad nueva dentro del cascarón de la vieja " ¿no transforman en fin lo que para nosotros es sólo un medio de lucha? he hay, pues, que el sistema lo es todo, porque entraña una concepción ideológica y a la vez, la doctrina y el material que se pretende emplear para la reconstrucción de la sociedad una vez vencido el capitalismo. La concepción industrialista tiene en el materialismo histórico sus fuentes ideológicas. Basada en la supuesta experiencia de pasadas revoluciones, no es otra cosa que el resultado de la centralización industrial -de la trustificacion económica- operada por el desarrollo de la maquinaria del poder absorbente del "medio económico" empleado por la plutocracia para subyugar al proletariado. Si la clase obrera en vez de pugnar por romper ese círculo vicioso y liberarse de los engranajes de la enorme máquina industrial, se empeña en mantener en pie todo el sistema de explotación capitalista, ¿es posible que llegue algún día a emanciparse moral y económicamente? La emancipación no es un problema de mecánica ni tampoco un asunto que se resuelva por medio del tecnicismo, un obrero puede ser apto para dirigir una fábrica y poner en movimiento toda la maquinaria de una industria, pero en esas actitudes no esta la capacidad moral que impida su servilismo y lo eleve a un nivel superior. Los medios de lucha pueden responder a determinadas necesidades y ser la consecuencia obligada de ineludibles imposiciones económicas. Pero el industrialismo no es un medio de acción; es un fin que tiene en si la doctrina y el "sistema" para combatir al capitalismo y suplantarlo en el manejo y ordenación de la vida económica de los pueblos. ¿Podemos, pues, los anarquistas aceptar la " innovación " que nos ofrecen los llamados industrialistas? Eso valdría tanto como aceptar las teorías marxistas y propender a una revolución tan incompleta como la realizada por los bolcheviques rusos. Estamos obligados a analizar el fondo de las teorías sociales que inspiran las diversas modalidades el movimiento obrero contemporáneo, porque lo contrario sería aceptar las interioridades que nos ofrece la lucha contra el capitalismo. Y es sabido que, si bien todos los revolucionarios ocupan un mismo plano de acción frente al estado burguesa, no todas las tendencias concuerdan en la forma de solucionar el problema humano. El industrialismo obrero es la antítesis del industrialismo capitalista. Pero esa antítesis tiene sólo el valor de lo que representa como medio para la lucha de clases, ya que como concepción revolucionaria se limita a cambiar los elementos directores y conserva en pie el instrumento de dominio y de explotación. No se confunda, pues, un medio de lucha -efecto de una causa que debe ser combatida en sí misma-con todo un sistema político y económico que elude la causa para combatir los efectos. El industrialismo es una teoría anticapitalista subordinada a la concepción marxista de la lucha de clases, por eso tiende a crear "la sociedad nueva dentro del cascarón de la vieja", y por eso también reclama todo el poder para los sindicatos, una vez hecha la revolución. ¿Es posible que un anarquista, alegando necesidades impuestas por el capitalismo o pretendiendo que la experiencia nos indica ese tortuoso camino, sostenga que los sindicatos industriales son un vehículo de emancipación y de liberación humanas? no nos ilusionamos con el panorama que nos ofrece industrialismo, pues se trata del último " camuflaje " marxista. Y los que creen que la revolución se hace construyendo un nuevo edificio sobre los cimientos del viejo barracón estatal, que tengan al menos la sinceridad de decir que su positivismo los coloca en un terreno materialista que rechaza toda concepción utópica.