¡Salud!

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Para no darme cuenta de la vida,

hoy vivo en un constante aturdimiento:

así no lloro la ilusión perdida,

así no sufro el mal del pensamiento.


Así las horas de pesar no cuento,

ni me hace sollozar la doble herida

que tú dejastes en mi alma dolorida

y en mi profundo corazón sangriento.


Ves, mi copa está llena; alzo mi copa

y bebo a tu salud... Huye la pena,

surgen los sueños como alada tropa.


Todo pasa deprisa... muy deprisa...

y soy feliz: ante la copa llena,

el gesto de dolor se cambia en risa.