México, California y Arizona: 09
LAS personas que alguna vez vivieron en estos antiguos palacios españoles y descendientes de los títulos de nobleza existentes antes de la independencia, todavía son muy estimadas en un determinado círculo pequeño en el país. Se señalan quienes deberían ser por derecho marqueses y condes, y ocasionalmente les dan los títulos. Los nobles mexicanos, desde el tiempo de Cortes, vivieron en un estilo magnífico en su día. El conde de Regla, que ha dejado su rastro en muchas direcciones, debe han disfrutado casi el estado de realeza. Una sola hacienda suya en Michoacán tenia treinta leguas de largo por 17 de anchura e, inclinada hacia abajo desde la meseta templada al trópico, tenía en su extensión productos de casi todas los climas. Equipó dos buques del mayor tamaño, su construcción fue de caoba y cedro y los presentó al rey de España. Invitando a su Majestad a visitar el país, le aseguró que su caballo no pisaría nada sino sólo lingotes de plata de la Costa a la capital.
Un remanente de la antigua nobleza se congregó alrededor de Maximiliano cuando llegó a asumir la corona del emperador. Con esto, y lo que queda de la Corte de Maximiliano y algunas pocas otras familias de un giro peculiar exclusivo, un círculo constituido por algo similar a los parisinos Fanubourg St. Germain. A veces ellos son estigmatizados como "Mochos", literalmente hipócritas. Son ricos, pasan mucho tiempo en el extranjero, protestan contra el secuestro de los bienes de la Iglesia y exhiben un horror refinado por el vandalismo de estos últimos tiempos.
"El Gobierno," te dicen, "está en manos del populacho, la chusma; la gente honrada, sociedad respetable, nada tiene que ver con ello."
En una novela que tengo por un escritor mexicano, Cuellar, Secretario de la legación en Washington, la escena es colocada en esta facción o camarilla. "Chona", o Encarnación, la heroína o protagonista femenina, "había sido educada desde la infancia más para aborrecer que para admirar. Las conversaciones en la familia continuamente trataron de la antipatía absoluta que inspiraban los hombres y las cosas de México".
"Tuvieron visitantes notables de la Iglesia y de ricos que aún conservan los pergaminos de sus ancestros. Si hacen cualquier nuevo conocido era algún español recién llegado a relaciones con ellos a través de los negocios de sus fincas".
Los hombres de moda en la historia han sido educados en París y se había convertido en un elegante displicente allá también. En contraste con estos se muestra un Sánchez, un tipo vulgar, agresivo, salido de la profundidad por las revoluciones. Tiene la “habilidad de cotorrear ", lo que ha utilizado para hacerse una figura política; se enriqueció con el despojo de la Iglesia y aseguró un buen lugar en el Gobierno. Él más que sugerir, sin embargo, cuando se encontró que finalmente perdió todo, que está dispuesto a derrocar a "Don Benito" —está ahora bajo el régimen del Presidente Juárez cuando sucede la escena— o en cualquier otra convulsión que puede prometer volver a recomponer su fortuna.
No sé bien qué lado está el escritor mismo, en esta obra satírica; es amargo por todos lados. Es ciertamente interesante como muestra a dos tipos audazmente distintos, uno de ellos al menos pintoresco evolucionó de conflictos peculiares del país. Esperemos que haya pocos con los peligrosos patrones de Sánchez en la actual coyuntura de asuntos. Los Mochos no pueden ahora ser numerosos ni peligrosos, con la victoria mayoritaria de republicanismo de clase media o baja alrededor de ellos. Han participado poco, voluntariamente, en las sucesivas revoluciones desde su derrocamiento, dejando que las peleen soldados de fortuna profesionales. Ganan un poco de tiempo; asistiendo, quizás, la boda de la hija del contratista de algunos ricos de ferrocarril, para que, como dicen, no ganarse a sí mismos una enemistad directa; pero no abren sus propias casas a cambio; ellos no "entretienen."
Don Sebastián Lerdo, del que se habla de como el Presidente más académico nunca tuvo el país, se le concede haber sido en gran medida "de sociedad”. Fue expulsado por Porfirio Díaz y ahora está en retiro en Nueva York. La clase política desde ese momento ha, o no bien recibida en el mencionado círculo, o tal vez demasiado ocupada con otros asuntos, no se ha preocupado mucho por ello.
Siendo tal el caso, hay pocas reuniones y estas de carácter informal. Ni los funcionarios entretienen. Bondades sociales (gayeties), como las entendemos, apenas se puede decir que existen en México. Es sólo bajo los techos neutrales de los Ministros de Relaciones Exteriores que ocurren con alguna satisfacción. Tuve la suerte de estar en la capital durante la visita del General Grant, y de ver un movimiento social que, por testimonio general, fue bastante fenomenal. Había, entre el resto, una elegante boda, asistieron el Presidente y su gabinete. Una "recepción" y banquete se dieron en la noche con ocasión de la firma de un contrato civil entre las partes. La ceremonia religiosa tuvo lugar en la iglesia al día siguiente. Los patios interiores de la casa fueron coronados con flores y se prestaban magníficamente a la fiesta, como siempre lo hacen. El banquete se extendió a lo largo de las bases de las columnas de la arcada.
Los jóvenes mujeres mexicanas aún se conservan, separadas del otro sexo y las enamoran principalmente en sus balcones en el buen estilo antiguo y romántico. Sin embargo, sus modales cuando están en público, no son tan inusuales como cabría esperar. Parecen ni más ni menos recatadas que en otros lugares. Se les permite participar en bailes en un lento vals llamado la danza —tan lenta que apenas es un baile en absoluto— que es principalmente una oportunidad para conversación.
Las altas partes contratantes del matrimonio mencionado no eran jóvenes de ninguna manera, y en general la excedida precocidad de desarrollo y edad temprana para entrar en relación de matrimonio supuestamente característica de los trópicos no fueron evidentes. Se dijo que consideraciones mercenarias no eran frecuentes, y se estableció que existe una gran sencillez y afecto sincero en la solución de estos asuntos; aunque cómo las partes se conocieron uno al otro, bajo el sistema restrictivo, suficientemente para entrar en un simple y sincero cariño, es una de esas cosas que siguen siendo un misterio. Se dice que la joven mujer que continua soltera no es estigmatizada por ello en la forma común como "vieja.” En lugar dicen muy encantadoramente: "Ella es difícil. Ella es difícil adaptarse."
En el país la identificación de parejas (match-making) a menudo se encarga
Como observación general, las costumbres de la clase baja del país son mucho mejores que las nuestras y los de la parte superior no son tan buenos —no tan a menudo basado en verdadera cortesía de corazón y deseo genuino de servicio. El mexicano promete cien cosas que no tiene la intención, a menudo sin capacidad de llevar a cabo. El estadounidense no está exento de sus defectos —los más la pena, pero a manera general pretende hacer lo que él acuerda. A menudo hará contra el mexicano el reproche de ser evasivo a la falta de reconocimiento de la importancia de cumplir con su palabra.
Cada grupo considerable de residentes extranjeros, como los franceses, alemanes y españoles, tienen su bonito casino, o casa club, que es un recurso permanente para la diversión de los miembros.
Un viajero francés hace tanto como 1838 se queja del comportamiento no sociable de los mexicanos. Si todavía se observan algo por el estilo, por lo tanto, no es nuevo.
"Ellos abundan," dice, "con finas frases superfluas, y es de esta manera fácil que ellos mismos se descargan de sus obligaciones".
Todos los que conocen la vida Europea, sin embargo, son conscientes de que el teatro y el café, con personas de la raza Latina, en gran medida remplazan la visita social y entretenimiento en casa imperante entre los anglosajones. Nuestros vecinos de al lado, después de todo, podrían sólo haber seguido, haciéndolo un poco más severo, las tradiciones de la antigua España. Las damas no aparecen a menudo en los cafés, pero a menudo están en sus palcos en los teatros, a los que se suscriben por temporada; y que irían aun con más frecuencia,
Los espectáculos considerados de mayor importancia son los de las compañías de ópera francesa que vienen de la Habana, en sus giras. Una opereta nativa española y ballet, llamado zarzuela, se da presenta mucho en otras ocasiones. Por lo demás, las piezas teatrales presentadas son las obras, en prosa y verso, de los dramaturgos españoles actuales en su país, o en ocasiones de algún dramaturgo nativo, anunciado con elogios extras que su producción no suele justificar. Son todos anunciados con suficientes elogios, hasta donde se puede. Siempre hay algunos especialmente en Gran Función como, por ejemplo:
"El gran Drama de Costumbres, completamente nuevo, en tres actos y en verso, por el distinguido poeta, D. Leopoldo Cano, autor de la preciosa comedia, 'La Mariposa', titulado "LA OPINIÓN PUBLICA".
"Esta obra sublime del distinguido poeta, D. Leopoldo Cano," el anuncio continua, "fue recibido en Madrid con una sorprendente aclamación. La prensa española le ha prodigado mil elogios. *** En seleccionarla para la segunda noche de suscripción, consideramos que el público sabrá valorarla como lo amerita y valorar al mismo tiempo la habilidad de la compañía en sus estudios y ensayos más terminados."
No recuerdo nada de esto como muy novedoso, o que pueda ser de interés si traducido, aparte de algunas porciones dependiendo de la diferencia de usos y costumbres que difícilmente sea inteligible para un público estadounidense. Mi relación con el teatro comenzó con una pieza en el Nacional, llamada "El primer paciente". Hubo un joven médico en el escenario y un conocido suyo se enamoró de su esposa y puso una nota en su cesta de trabajo diciéndoselo. La nota fue transmitida al esposo, quien, en lugar de dispararle al escritor imprudente, aprovechó la ocasión de presencia de asumir una mirada de horror y pretender que había quedado ciego. Antes de que pudiera protestar el enamorador de mujeres, se puso una venda sobre sus ojos, medicamentos para hacerle creer su desgracia, y fue puesto bajo un tratamiento oneroso.
Tras una serie de situaciones absurdas fue finalmente liberado, persuadido gradualmente que había sido curado. El paciente levanta el vendaje. "¡Veo! ¡veo!" — "¡Puedo Ver!" — exclamó en salvaje deleite.
"Muy bien, entonces — ¡ve esto!" dice el marido, metiéndole la ofensiva nota bajo su nariz.
Esto fue bastante divertido, pero yo estaba tan divertido todo el tiempo con los esfuerzos estudiosos del compañero que había venido conmigo —el ingeniero francés enviado a examinar las minas, antes mencionado— quien propuso convertir el teatro en una escuela de idiomas. Captaba en cada palabra una semblanza que parecía atrapar y buscaba verificaciones de ella en su gramática y diccionario. Él resintió en su ambición cualquier interpretación de pasajes que él no originó, y construyó tal teoría de la obra que su autor de ninguna manera habría reconocido.
Cuando llegó el audaz desenlace de "¡Veo!", él lo tomó con avidez.
'Veo,' cèst bien trouvé ça—'veo,' dijo, reflexionando, digiriéndolo a su antojo. "Je vais le retenir ce 'veo;' vous-allez voir"
Y así lo hizo, y procedió a utilizarlo vigorosamente, en los restaurantes y establecimientos similares al día siguiente.Aunque mucho más aún puede ser propuesto, hay ciertamente algunas razones para la autocomplacencia en el país, incluso desde el punto de vista estadounidense. Se encuentra que la educación se provee de una manera que despierta admiración y sorpresa. Las escuelas primarias son menos cuidadas, pero los alumnos que pasan a través por ellas con una disposición a ir más lejos tienen una serie de ventajas disponibles para ellos en la capital superior a cualquier cosa de una especie similar en los Estados Unidos. El Gobierno mantiene escuelas nacionales respectivamente de ingeniería, derecho, medicina, agricultura, artes mecánicas y oficios (para ambos sexos), un Conservatorio de música, una Academia de Bellas Artes y una biblioteca, provisto de un edificio que Nueva York bien podría envidiar. Mantiene un museo, instituciones para ciegos, sordos y mudos y demente, huérfanos, jóvenes delincuentes y una larga lista además de las habituales caridades de comunidades iluminadas. Las escuelas son gratuitas y sin precio para todos, y hay incluso fondos para ofrecer comida, alojamiento y dinero de bolsillo para estudiantes de lejos, que son seleccionados en determinadas condiciones fáciles.
Los estudiantes de agricultura pasan algunos meses del año en las haciendas para observar climas y cultivos diferentes. Los egresados de la escuela de Artes y Medidas salen al mundo dispuestos a hacer su vida como carpinteros, albañiles, fotógrafos, electro-galvanizadores y en otros numerosos oficios. Antes de dar una opinión sobre la civilización mexicana se debe mirar el alojamiento y uniformes limpios de los alumnos del Instituto de ciegos; el noble edificio erigido en el siglo pasado por la escuela de minas; los hermosos pasillos limpios, amplios,y soleadas aulas, salas de bordado, dormitorios de las Vizcaínas, el Colegio Nacional de niñas; y las arcadas y encantador jardín central de la Escuela Nacional Preparatoria (en las profesiones) para hombres jóvenes.
Hay una fuente con agua brotando entre plantas tropicales en el jardín de la escuela preparatoria el día que fui allí y por la fuente había una joven Pantera o León, del país, como lo llaman, confinado en una jaula. Los estudiantes, hombres jóvenes, que no diferían tan grandemente de estudiantes de Yale y Harvard en aspecto, excepto para las complexiones indias morenas entre ellos, llegaban de vez en cuando y, a continuación movían al León un poco, haciéndole jugar con una pelota en su jaula. Parecían preparar sus recitaciones paseando por el jardín o sentados en los pasillos amplios.
Los principales libros de texto se estudian en francés o en inglés, en los idiomas que son aptos para ser escritos, y las recitaciones se llevan a cabo en los mismos idiomas; así que, ¿qué es tan raro con nosotros?, los graduados emergen de estas escuelas siendo lingüistas muy tolerables sin haber nunca salido fuera de su propio país.
Todas estas instituciones se encuentran en su mayor parte en los edificios de gran antiguo convento, que proporcionan amplios cuartos a todo lo que tenga necesidad de ellos —a cuarteles, hospitales, oficinas de correos, prisiones, estaciones ferroviarias, fundiciones de hierro y fábricas de algodón.
Cada Estado de la República, de nuevo, tiene su Universidad libre. A juzgar por la del Estado de Hidalgo, sin embargo, que yo vi en Pachuca —sus disposición interna en condiciones sucio— no todas siguen de cerca el ejemplo de la capital.
En el departamento de cárceles, infelizmente, hay una deficiencia. Como están en la actualidad, pueden presentar solo terror moderado a los delincuentes. La penitenciaría realmente buena de Guadalajara es el único en el que se siguen las ideas modernas de disciplina penal. No hay pena de muerte para delitos políticos —bajo la cual la cabeza de los peores bandidos a menudo intentan protegerse— pero el número de delincuentes se mantiene por linchamientos semioficiales, disparando al capturarlos, en el que nadie nunca investiga y el transporte a Yucatán. Uno no puede sino mirar con malestar en la insignificancia de los medios de restricción usado aquí y allá. Los pernos y las barras son a menudo sólo celosías de madera en lugar de hierro. En la cárcel de la ciudad de Belen hay unas dos mil personas presas. Me parece que una gran parte de ellos debe estar mucho más cómodo que en sus propias casas miserables. Hicieron un espectáculo extraño, de hecho, mirando hacia sus grandes patios. De todas las edades y sentencias de todas las duraciones, comen, duermen y trabajar en diversas ocupaciones ligeras juntos. No se intenta evitar que se comuniquen o miren. Tienen buen aire, luz y comida, y se les permite tener parte de sus propios ingresos. Toman una siesta al mediodía, jugar damas, chismes e incluso se bañan lujosamente en un tanque central.
La liberalidad hacia educación mencionada es de lo más meritorio ya que el tesoro mexicano no es floreciente, y un déficit anual es más común que un superávit.
Estos gastos parecen ser considerados esenciales, sin importar que otra cosa sufra. También es muy meritorio, ya que los jefes de Gobierno no disfrutan de alrededores caros. El legislador estadounidense no es el sin sus columnatas de mármol y su mobiliario de nogal negro tapizado en cuero de Rusia; pero el Presidente y ministros de su gabinete aquí caminan sobre alfombras gastadas en el Palacio Nacional. La cámara del Senado es un modesto Salón pequeño; y los diputados se sientan cuartos no muy buenos en otra parte de la ciudad, que alguna vez fue simplemente un lugar de diversión, el teatro Iturbide.
El Museo, principalmente de antigüedades azteca, que uno ve con interés, no es de la medida o carácter informativo que se podría esperar y están bajo una brillante gestión. Su mayor atractivo la disposición de algunos de los grandes fragmentos, particularmente la gran piedra sacrificial del antiguo templo de dios de la guerra, en el patio. Hay una configuración de arbustos y vides sobre ellos y la luz del Sol sobre los grises restos antiguos, produce algunos efectos encantadores.