Los intereses creados: Acto I, Cuadro primero, Escena IV

Los intereses creados
Acto I: Cuadro primero, Escena IV
de Jacinto Benavente

DICHOS, el HOSTELERO, después los Mozos, LEANDRO y CRISPÍN, que salen a su tiempo de la hostería.
HOSTELERO.-¡ Ah, caballeros! ¿Sois vosotros? Mucho lo siento, pero hoy no puedo servir a nadie en mi hostería.
CAPITÁN.-¿Y por qué causa, si puede saberse?
HOSTELERO.-¡Lindo desahogo es el vuestro en preguntarlo! ¿Pensáis que a mí me fía nadie lo que en mi casa se gasta?
CAPITÁN.-¡ Ah! ¿Es ése el motivo? ¿Y no somos personas de crédito a quien puede fiarse?
HOSTELERO.-Para mí, no. Y como nunca pensé cobrar, para favor ya fue bastante; conque así, hagan merced de no volver por mi casa.
ARLEQUÍN.-¿Creéis que todo es dinero en este bajo mundo? ¿Contáis por nada las ponderaciones que de vuestra casa hicimos en todas partes? ¡Hasta un soneto os tengo dedicado y en él celebro vuestras perdices estofadas y vuestros pasteles de liebre!... Y en cuanto al señor Capitán, tened por seguro que él solo sostendrá contra un ejército el buen nombre de vuestra casa. ¿Nada vale esto? ¡Todo ha de ser moneda contante en el mundo!
HOSTELERO .-¡No estoy para burlas! No he menester de vuestros sonetos ni de la espada del señor Capitán, que mejor pudiera emplearla.
CAPITÁN .-¡Voto a... , que si la emplearé escarmentando a un pícaro! (Amenazándole y pegándole con la espada.)
HOSTELERO.-(Gritando.) ¿Qué es esto? ¿Contra mí? ¡Favor! ¡Justicia!
ARLEQUÍN.-(Conteniendo al Capitán.) ¡No os perdáis por tan ruin sujeto!
CAPITÁN.-¡He de matarle! (Pegándole.)
HOSTELERO.-¡Favor! ¡ Justicia! Mozos.-(Saliendo de la hostería.) ¡Que matan a nuestro amo!
HOSTELERO.- ¡Socorredme!
CAPITÁN.-¡NO dejaré uno!
HOSTELERO.-¿No vendrá nadie?
LEANDRO.-(Saliendo con Crispín.) ¿Qué alboroto es éste?
CRISPÍN .-¿En lugar donde mi señor se hospeda? ¿No hay sosiego posible en vuestra casa? Yo traeré a la Justicia, que pondrá orden en ello.
HOSTELERO.-¡Esto ha de ser mi ruina! ¡Con tan gran señor en mi casa!
ARLEQUÍN.-¿Quién es él?
HOSTELERO.-¿ No oséis preguntarlo?
CAPITÁN.-Perdonad, señor, si turbamos vuestro reposo; pero este ruin hostelero...
HOSTELERO.-NO fue mía la culpa, señor, sino de estos desvergonzados...
CAPITÁN.-¿A mí desvergonzado? ¡No miraré nada!...,
CRISPÍN.-¿Alto, señor Capitán, que aquí tenéis quien satisfaga vuestros agravios, si los tenéis de este hombre.
HOSTELERO.-Figuraos que ha más de un mes que comen a mi costa sin soltar blanca, y porque me negué hoy a servirles se vuelven contra mí.
ARLEQUÍN.-Yo, no, que todo lo llevo con paciencia.
CAPITÁN.-¿Y es razón que a un soldado no se le haga crédito?
ARLEQUÍN.-¿Y es razón que en nada se estime un soneto con estrambote que compuse a sus perdices estofadas y a sus pasteles de liebre?...Todo por fe, que no los probé nunca, sino carnero y potajes.
CRISPÍN.-Estos dos nobles señores dicen muy bien, y es indignidad tratar de ese modo a un poeta y a un soldado.
ARLEQÍN.- ¡Ah señor, sois un alma grande!
CRISPÍN.-Yo no. Mi señor, aquí presente; que como tan gran señor, nada hay para él en el mundo como un poeta y un soldado.
LEANDRO .-Cierto.
CRISPÍN.-Y estad seguros de que mientras él pare en esta ciudad no habéis de carecer de nada, y cuanto gasto hagáis aquí corre de su cuenta.
LEANDRO.-Cierto.
CRISPÍN .-¡Y mírese mucho el hostelero en trataros como corresponde!
HOSTELERO.-¡Señor!
CRISPÍN.-Y no seáis tan avaro de vuestras perdices ni de vuestras empanadas de gato, que no es razón que un poeta como el señor Arlequín hable por sueño de cosas tan palpables...
ARLEQUIN.-¿Conocéis mi nombre?
CRISPÍN.-Yo no; pero mi señor, como tan gran señor, conoce a cuan- tos poeta existen y existieron, siempre que sean dignos de ese nombre.
LEANDRO.Cierto.
CRISPÍN.-Y ninguno tan grande como vos, señor Arlequín; y cada vez que pienso que aquí no se os ha guardado todo el respeto que merecéis...
HOSTELERO.-Perdonad, señor. Yo les serviré como mandáis, y basta que seáis su fiador...
CAPITÁN.-Señor, si en algo puedo serviros...
CRISPÍN.-¿Es poco servicio el conoceros? ¡Glorioso Capitán, digno de ser cantado por ese solo poeta!...
ARLEQUIN.-¡Señor!
CAPITÁN.- ¡Señor!
ARLEQUÍN .-¿Y os son conocidos mis versos?
CRISPÍN .-¿Cómo conocidos? ¡Olvidados los tengo! ¿No es vuestro aquel soneto admirable que empieza: “La dulce mano que acaricia y mata”?
ARLEQUIN.-¿Cómo decís?
CRISPÍN.-“La dulce mano que acaricia y mata.”
ARLEQUÍN.-¿Ése decís? No, no es mío ese soneto.
CRISPÍN.-Pues merece ser vuestro. Y de vos, Capitán, ¿quién no conoce las hazañas? ¿No fuisteis el que sólo con veinte hombres asaltó el castillo de las Peñas Rojas en la famosa batalla de los Campos Negros?
CAPITAN.-¿Sabéis? ...
CRISPÍN.-¿Cómo si sabemos? ¡Oh! ¿Cuánta veces se lo oí referir a mi señor entusiasmado! ¡Veinte hombres, veinte, y vos delante, y desde el castillo... ¡bum!, ¡bum!, ¡bum!, disparos y bombardas y pez hirviente, y demonios encendidos... ! ¡Y los veinte hombres como un solo hombre y vos delante! Y los de arriba.... ¡bum!¡bum!¡bum!Y los tambores.. ¡ran,rataplan,.Y los clarines... , ¿tararí, tararí, tararí!... Y vosotros sólo con vuestra espada y vos sin espada... iris, ris ris!, golpe aquí, golpe allí..., una cabeza, un brazo... (Empieza a golpes con la espada, dándoles de plano al Hostelero y a los Mozos.)
Mozo.-¡Ay, ay!
HOSTELERO.- ¡Téngase; que se apasiona como si pasara!
CRISPÍN.-¿Cómo si me apasiono? Siempre sentí yo el animus belli.
CAPITÁN.-No parece sino que os hallasteis presente.
CRISPÍN.-Oírselo referir a mi señor es como verlo, mejor que verlo. ¡Y a un soldado así, al héroe de las Peñas Rojas en los Campos Negros, se le trata de esa manera!... ¡Ah! Gran suerte fue que mi señor se hallase presente y que negocios de importancia le hayan traído a esta ciudad, dónde él hará que se os trate con respeto, como merecéis... ¡Un poeta tan alto, un tan gran capitán (A los Mozos.) ¡Pronto! ¿Qué hacéis ahí como estafermos? Servidles de lo mejor que haya en vuestra casa, y ante todo una botella del mejor vino, que mi señor quiere beber con estos caballeros, y lo tendrá a gloria... ¿Qué hacéis ahí? ¡Pronto!
HOSTELERO.-¡Voy, Voy! ¡No he librado de mala! (Se va con los Mozos a la hostería)
ARLEQUÍN.-¡ Ah, señor! ¿Cómo agradeceros?...
CAPITÁN.-¿Cómo pagaros?
CRISPÍN.-¡Nadie hable aquí de pagar, que es palabra que ofende! Sentaos, sentaos, que para mi señor, que a tantos príncipes y grandes ha sentado a su mesa, será éste el mayor orgullo.
LEANDRO.-Cierto.
CRISPÍN.-Mi señor no es de muchas palabras; pero, como véis, esa pocas son otras tantas sentencias llenas de sabiduría.
ARLEQUÍN.-En todo muestra su grandeza.
CAPITÁN.NO sabéis cómo conforta nuestro abatido espíritu hallar un gran señor como vos, que así nos considera.
CRISPÍN.-Esto no es nada, que yo sé que mi señor no se contenta con tan poco y será capaz de llevaros consigo y colocaros en tan alto estado...
LEANDRO.-(Aparte a Crispín.) No te alargues en palabras, Crispín...
CRISPÍN.-Mi señor no gusta de palabras, pero ya le conoceréis por las obras.
HOSTELERO..(Saliendo con los Mozos que traen las viandas y ponen la mesa.) Aquí está el vino... , y la comida.
CRISPÍN.-¡Beban, beban y coman y no se priven de nada, que mi señor corre con todo, y si algo os falta, no dudéis en decirlo, que mi señor pondrá orden en ello, que el hostelero es dado a descuidarse!
HOSTELERO.-No, por cierto; pero comprenderéis...
CRISPÍN.-No digáis palabra, que diréis una impertinencia.
CAPITÁN.-¡A vuestra salud!
LEANDRO.-¿A la vuestra, señores! ¡Por el más grande poeta y el mejor soldado!
ARLEQUÍN .-¡Por el más noble señor!
CAPITÁN .-¡Por el más generoso!
CRISPÍN.-Y yo también he de beber, aunque sea atrevimiento. Por este día grande entre todos que juntó al más alto poeta, al más valiente capitán, al más noble señor y al más leal criado... Y permitid que mi señor se despida, que los negocios que le traen a esta ciudad no admiten demora.
LEANDRO.-Cierto.
CRISPÍN.-¿No faltaréis a presentarle vuestros respetos cada día?
ARLEQUÍN.-Y a cada hora; y he de juntar a todos los músicos y poetas de mi amistad para festejarle con músicas y canciones.
CAPITÁN.Y yo he de traer a, toda mi compañía con antorchas y luminarias.
LEANDRO.Ofenderéis mi modestia...
CRISPÍN.-Y ahora comed, bebed... ¡Pronto! Servid a estos señores.. (Aparte al Capitán.) Entre nosotros..., ¿estaréis sin blanca?
CAPITÁN.-¿Qué hemos de deciros?
CRISPÍN.-¡No digáis más! (Al Hostelero.) ¡Eh! ¡Aquí estregaréis a estos caballeros cuarenta o cincuenta escudos por encargo de mi señor y de parte suya... ¡No dejéis de cumplir sus órdenes!
HOSTELERO.-¡Descuidad! ¿Cuarenta o cincuenta, decís?
CRISPÍN.-Poned sesenta... ¡Caballeros, salud!
CAPITÁN.-¡Viva el más grande caballero!
ARLEQUÍN.- ¡Viva!
CRISPÍN-¡Decid ¡viva! también vosotros, gente incivil!
HOSTELERO Y MOZOS.-¡Viva!
CRÍSPÍN.-¡Viva el más alto poeta y el mayor soldado!
TODOS.-¡Viva!
LEANDRO.-(Aparte a Crispín.) ¿Qué locuras son éstas, Crispín, y cómo saldremos de ellas?
CRISPÍN.-Como entramos. Ya lo ves; la poesía y las armas son nuestras... ¡Adelante! ¡sigamos la conquista del mundo! (Todos se hacen saludos y reverencias, y Leandro y Crispín se van por la segunda izquierda. El Capitán y Arlequín se disponen a comer los asados que les han preparado el Hostelero y los Mozos que los sirven.)

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