Los intereses creados: Acto I, Cuadro primero, Escena II
DICHOS, el HOSTELERO y dos Mozos que salen de la hostería.
HOSTELERO.-(Saliendo.)Poco a
poco, que no es posada, sino hospedería
y muy grandes señores han
parado en ella.
CRISPÍN.-Quisiera yo ver a esos
que llamáis grandes señores.
Gentecilla de poco más o menos. Bien
se advierte en esos mozos, que no
saben conocer a las personas de calidad,
y se están ahí como pasmarotes
sin atender a nuestro servicio.
HOSTELERO.-¡Por vida que sois impertinente!
LEANDRO.-Este criado mío Siempre
ha de extremar su celo. Buena
es vuestra posada para el poco tiempo
que he de parar en ella.
Disponed luego un aposento para mí y
otro para este criado, y ahorremos
palabras.
HOSTELERO.-Perdonad, señor; si
antes hubierais hablado... Siempre
los señores han de ser más comedidos
que sus criados.
CRISPÍN.-Es que este buen señor
mío a todo se acomoda; pero
yo sé lo que conviene a su servicio,
y no he de pasar por cosa mal hecha.
Conducidnos ya al aposento.
HOSTELERO.-¿No traéis bagaje alguno?
CRISPÍN.-¿Pensáis que nuestro
bagaje es hatillo de soldado o de
estudiante para traerlo a mano, ni
que mi señor ha de traer aquí ocho
carros, que tras nosotros vienen, ni
que aquí ha de parar sino el tiempo
preciso que conviene al secreto
de los servicios que en esta ciudad
le están encomendados?
LEANDRO.-¿No callarás? ¿Qué
secreto ha de haber contigo? ¡Pues
voto a..., que si alguien me descubre
por tu hablar sin medida!...
(Le amenaza y le pega con la espada)
CRISPÍN.-¡Valedme, que me matará!
(Corriendo.)
HOSTELERO.-(Interponiéndose
entre Leandro y Crispín.) ¡Teneos,
señor!
LEANDRO.-Dejad que le castigue,
que no hay falta para mí como el
hablar sin tino.
HOSTELERO.-¡NO le castiguéis,señor!
LEANDRO.-¡Dejadme, dejadme,
que no aprenderá nunca! (Al ir a pegar a Crispín, éste se esconde detrás del Hostelero, quien recibe los golpes.)
CRISPÍN.-(Quejándose)¡Ay, ay,ay!
HOSTELERO .-¡Ay digo yo, que
me dio de plano!
LEANDRO.-(A Crispín.) Ve a lo
que diste lugar: a que este infeliz
fuera el golpeado. ¡Pídele perdón!
HOSTELERO.-No es menester. Yo
le perdono gustoso.
(A los criados.)
¿Qué hacéis ahí parados? Disponed
los aposentos donde suele parar el
embajador de Mantua y preparad
comida para este caballero.
CRISPíN .-Dejad que yo les advierta
de todo, que cometerán mil
torpezas y pagaré yo luego, que mi
señor, como veis, no perdona falta..
Soy con vosotros, muchachos...
y tened cuenta a quién servís,
que la mayor fortuna o la mayor
desdicha os entró por las puertas.
(Entran los criados y Crispín. en la hostería.)
HOSTELERO.-(A Leandro) ¿Y podéis
decirme vuestro nombre, de
dónde venís, y a qué propósito?...
LEANDRO.-(Al ver salir a Crispín de la hostería) Mi criado os lo
dirá... Y aprended a no importunarme
con preguntas... (Entra en la hostería)
CRISPÍN.-¡ Buena la hicisteis!
¿Atreverse a preguntar a mi señor?
Si os importa tenerle una hora siquiera
en vuestra casa, no volváis a
dirigirle la palabra.
HOSTELERO.-Sabed que hay Ordenanzas
muy severas que así lo disponen.
CRISPÍN.-¡Veníos con Ordenanzas
a mi señor! ¡Callad, callad, que
no sabéis a quién tenéis en vuestra
casa, y si lo supierais no diríais tantas
impertinencias!
HOSTELERO.-Pero ¿no he de saber
siquiera?...
CRISPÍN.-¡Voto a.. ., que llamaré
a mi señor y él os dirá lo que
conviene, si no le entendisteis! ¡Cuidad
de que nada le falte y atendedle
con vuestros cinco sentidos, que bien
puede pesaros!
¿No sabéis conocer a las personas?
¿no visteis ya quién es mi señor?
¿Qué replicáis? ¡Vamos ya!
(Entra en la hostería empujando al Hostelero.)