Los derechos de la salud: 27
Escena VIII
editar- (Dichos y LUISA)
(Aparece la figura espectral de LUISA. Avanza hacia la ventana; descorre las cortinas y los cristales. La luz de un amanecer explendente de primavera inunda la escena y llegan ampliamente los rumores del despertar de la naturaleza. LUISA contempla el espectáculo, respira a bocanadas y luego se vuelve hacia el sitio donde ROBERTO y RENATA reposan, gobernando sus pasos con visible esfuerzo. Al llegar a ellos no puede más y cae desvanecida.)
RENATA.- (Se estremece por la impresión del airecillo matutino. Se incorpora y ve a LUISA) ¡Luisa!... ¡Luisa!... ¡Oh! ¡Perdón!... ¡Perdón, hermana mía!... ¡Perdón!... (La alza y la deposita en un sillón arrodillándose a su lado.) ¡Perdón!... ¡Perdón!... (La sofocan los sollozos.)
ROBERTO.- (Despertándose amodorrado.) ¡Luisa!...¡Renata!... ¡Oh! ¡Esto es un sueño! ¡Una pesadilla horrible!... (Corre hacia ellas.) ¿Qué es eso Luisa, esposa mía?
RENATA.- ¡El crimen, Roberto. El crimen!...
ROBERTO.- (Balbucea algunas palabras incomprensibles.)
LUISA.- (Dulcemente.) Hijos míos... Estoy cansada. (Pausa.) ¡Qué hermoso amanecer!... (Pausa.) Renata. Tengo sueño. Ponme una almohada. (RENATA coloca una almohada a sus espaldas.) ¡Así... Así!... (Se adormece. Una pausa. ROBERTO se alza con un gesto de suprema inquietud, le toma el pulso, palpa sus sienes.)
RENATA.- ¿Muerta?
ROBERTO.- No. ¡Duerme!