= XXVII = [1]


El regreso


Still one great clime, in full and free defiance,
Yet rears her crest, unconquer'd and sublime,
Above the far Atlantic!...
Byron




¡Oh Patria, Patria nombre sacrosanto
a pronunciarte vuelvo con encanto!
Tu halagüeño semblante
ya rebuscan mis ojos cuidadosos
por el vasto horizonte,
y cual airosa cima de alto monte,
ya lejos lo perciben y mi seno
de júbilo rebosa palpitante.


Pasaron ya los días,
en que con grato anhelo,
canté un adiós a tu querido suelo,
y pasaron también las ilusiones,
que de mis dulces lares
me llevaron gustoso a otras regiones,
y a atravesar los procelosos mares.


Entonces ambicioso
de ver el ancho mundo,
y de espaciar mi mente
por los cielos y piélago profundo;
de sondar el saber de las naciones,
y pesar los blasones
que ostentan los imperios, las edades,
abandoné sin pena mi reposo;
mas ahora satisfecho
vuelvo a tu dulce seno,
cual tierno esposo al suspirado lecho;
de gozo puro y de esperanza lleno.
¿Y cómo no? cuando tu solo aspecto
me dice que soy libre, y que la tierra
voy a ver de los libres so mi planta.
Mi pensamiento altivo se levanta
cuando pronuncio tu sagrado nombre,
¡Oh libertad! Y de mi laúd sonoro
se estremecen las cuerdas resonando,
en mi boca rebosan las palabras,
y con mil armonías
en alabanza tuya voy cantando.


El viejo continente
tan solo desengaños me ha mostrado:
entre sus pueblos cultos he buscado
tu imagen celestial, resplandeciente,
simulacros vanos he encontrado,
con incienso impuro veneradas
tus efigies sagradas.


Fueron los tiempos en que Europa libre
diera ejemplo a la tierra suficiente;
mas la fuerza triunfó y el duro cetro
cayó sobre los pueblos inclemente:
desde entonces la cruda tiranía
abate de los hombres la energía,
que mansos doblan la cerviz paciente,
y el supremo albedrío
de Reyes o tiranos
a los pueblos conculca, cual gusanos,
sin aliento ni brío.


La miserable España
en vergonzosa nulidad apenas
se mueve y aun pretende
que la América gima en sus cadenas;
empero el León rampante
ya no brama arrogante
sino en baldón de su impotente saña.
Tan solo en las montañas de la Helvecia
la libertad respira,
burlando a sus tiranos,
y en el suelo glorioso de la Grecia
sin aliento ya espira
en las garras de tigres otomanos.


Confuso, por tu vasta superficie
Europa degradada, yo no he visto
mas que fausto y molicie,
y poco que al espíritu sublime
al lujo y los placeres
encubriendo con rosas,
las marcas oprobiosas,
del hierro vil que a tu progenie oprime.


La libertad de Europa fugitiva,
un asilo buscando,
ha pasado el Occeano,
su dignísimo trono levantando
do se agitan los pechos a su nombre,
y do con dignidad respira el hombre:
en el hermoso suelo americano.
Y en el tuyo también ¡oh Patria mía!
Tus hijos los primeros elevaron
a su imagen altares,
en su divino fuego se inflamaron,
y con rara osadía
el fanatismo y la opresión hollaron:
tú el rayo fulminaste,
que su terrible saña dilatando,
rompió de un hemisferio
el largo y degradante cautiverio.


¡Gloria al pueblo argentino,
terror de los tiranos,
que oprimían al Sud con férreas manos!
¡Gloria inmortal al pueblo peregrino!


Y tú Patria querida
muestra un ejemplo más a las naciones;
la maldad atrevida,
y las bajas pasiones
confesarán al fin avergonzadas,
que no son nombres vanos
la libertad, sus fueros soberanos,
sino para las almas degradadas.


Modera un tanto ¡Oh Plata majestuoso!
Esas ondas altivas,
no a un hijo de tus márgenes recibas
con flujo tumultuoso;
que en movimiento suave
fluyan y den camino silenciosas
a los flancos estrechos de mi nave,
que juega con tus crines espumosas.


Notas del autor

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  1. Escrito, al volver a mi patria, en junio de 1830.