= III =

Estancias


Heureux ceux qui n'ont point vu la fumée
des fêtes de l'étranger, et qui ne se sont assis
qu'aux festins de leurs pères!

Chateaubriand


Feliz aquel que de su patrio suelo
contempló sólo el halagüeño cielo
y libre de pesares,
vivió seguro del cariño amante
de la beldad que idolatró constante
en sus paternos lares.


Nacen sus días sin cesar serenos
de gozo puro y de esperanza llenos,
dulcemente halagados,
y, como en valle arroyo cristalino,
corren sin agitarse a su destino
por entre bellos prados.


El borrascoso mar de las pasiones
su corazón no mueve, ni ilusiones
de bien frágil y vano
brindan a su serena fantasía
de fugaces deleites la ambrosía
con fementida mano.


De la ambición se ríe prepotente
que se engolfa contino en la corriente
de la varia fortuna;
ni acibaran funestos desengaños
la dulcífera copa de sus años
con su hiel importuna.


¡Quién me diera los días venturosos
que a mi anhelo ofrecían deliciosos
placeres sin mudanza,
cuando todo a mi vista era risueño
y mi existencia grata un largo sueño.
de gloriosa esperanza!


¡Quién diera a mi agitado pensamiento
la dulce calma y el feliz contento
que disfrutaba un día!
¡Quién por lo bello el entusiasmo ciego,
la pasión noble y el divino fuego,
en que mi pecho ardía!


¡Quién sentir cual sentí, o el llanto largo
que embalsamaba el sentimiento amargo
del corazón herido!
Quién a mi juventud su lozanía.
¡Marchita en flor sin esperanza y fría!
¡Quién el ser lo que he sido!


¡Si al menos a piedad movido el cielo
con la angustia voraz diese el consuelo
del olvido a la mente!
Mas por siempre la imagen ilusoria
vaga del bien perdido en la memoria,
cual si fuera presente.


El astro de mi vida se ha eclipsado
y muerto a la esperanza, desolado,
el porvenir oscuro
aparece a mi vista, cual desierto,
o borrascoso piélago sin puerto
donde arribar seguro.


Mi corazón un tiempo palpitaba
al mirar la hermosura y adoraba
su irresistible encanto,
amó también y en amorosos lazos
se gozó insano y apuró en sus brazos
deleite sacrosanto.


Mas disipose todo y la amargura,
el recuerdo fatal tan solo dura
y aviva el sentimiento
del triste corazón que aún inflamado
de amar, sentir o aborrecer privado
no halla, no halla alimento.


Todo he perdido; en mi insensata mano
las flores de la vida (soplo vano)
todas se han deshojado
Y confusos y atónitos mis ojos
sólo contemplan míseros despojos
del huracán pasado.


Ven a mis votos silenciosa muerte
y en reposo feliz la ansia convierte
con que me aqueja el tiempo y el destino,
ven me arrebata donde no se siente:
así cantaba de su patria ausente
por consolarse un triste peregrino.