Lo preciso y lo difuso
Un jesuita que la echaba de literato, necesitaba tomar baños, y para obtener con facilidad la licencia del superior, y probar al mismo tiempo los puntos que calzaba en lo que llamamos letras humanas, escribió en latin una larguísima carta de siete ú ocho pliegos, atestada de citas hebreas, griegas y latinas, y no lo hacia de sánscritas, porque era antes de haberse inventado esta lengua.
El superior, queriendo concederle la licencia, pero dándole al mismo tiempo una lección, tomó un pliego de papel, lo abrió y escribió en el centro esta palabra latina:
En la erudicion de nuestro religioso debia haber mucho de apariencia, porque abrió el pliego, miró la i y se quedó alelado como pudiera un paleto.
Un compañero suyo llegó entonces, vio la i, y dijo:
— Que sea enhorabuena.
— ¡Cómo! si no me contesta.
— ¿Estás loco? no hace falta en la carta del superior ni media letra mas. — /, imperativo del verbo eo, significa marcha ó vé; ¿para qué otras digresiones?
El primer fraile pasaba por un grande hombre, y el segundo por un hombre vulgar. Fiaos ahora en las reputaciones.