El Museo Universal (1869)
Liebig


LIEBIG.


El mas grande quimico de la época presente, el que mayores y mas significativos adelantos ha hecho realizar á la ciencia, es Justo de Liebig. Hechos sus primeros estudios en el gimnasio de Darmstadt, en cuya ciudad nació en 1803, pasó en 1818 á Heppenhein para seguir allí su aprendizage al lado de un boticario. No fue de larga duración su permanencia en este pueblo. De 1819 a 1822 estudiaba con ahinco la química en Erlangen y Bonn, y desde 1822 hasta 1824 permaneció en París completando sus estudios.

Hízose conocer entonces ventajosamente por el trabajo que sobre el ácido fulmínico presentó á la Academia de ciencias francesa. Sobre todo, Alejandro de Humboldt llamó la atención hacia las brillantes esperanzas que el talento de Liebig ofrecía, y le procuró la cátedra de química en la Universidad de Giessen, Bien poco tardó ésta en levantarse á metrópoli de los estudios químicos, logrando renombre en toda Europa, merced al genio y trabajo de Liebig, que hizo alcanzar á la química una importancia desconocida asi en su parte teórica, como en las aplicaciones prácticas.

La dilatada serie de indagaciones que con penetración nada común y celo infatigable emprendió en los dominios de la química analítica, técnica y farmacéutica, y sobre todo de la química orgánica, le llevaron á casi otros Untos descubrimientos, cuyos resultados bnn sido consignados en una considerable suma de obras científicas.

Gran sensación hizo sobre todo la obra que en 1840 publicó acerca de la química orgánica en sus aplicaciones á la Fisiología y la Agricultura; y elevóle entonces el gran duque Luis II de Hesse a la dignidad de barón en premio á los méritos del ilustre sabio; la Universidad de Heidelberg le llamó al puesto de Gmelin, honor que rehusó, para aceptar distinción parecida en Munich, á donde en 1852 le llamó el rey Maximiliano.

Aquí fue recompensada su actividad del modo mas generoso: confirióle el rey en 1833 la dignidad de director del Capítulo de la Orden de ciencias y artes de Maximiliano, nombrándole en 1860 presidente de ciencias y conservador general de las colecciones de la capital.

Llevado por sus estensas observaciones al terreno de la química orgánica, profundizó entonces mas y mas en lo tocante á fisiología animal, y vegetal, y á la agricultura.

Aunque en edad avanzada es todavía Justo de Liebig un obrero vigoroso é infatigable en la esfera del progreso espiritual, como esperimentador y descubridor, como profesor didáctico y escritor. Y no sólo la ciencia misma, sino la vida práctica, la higiene, la economía doméstica y rural, todas han obtenido considerables provechos de los trabajos del eminente químico.

Su aparato para el análisis de las combinaciones orgánicas, su método para la preparación del cianuro potásico, sus procedimientos para determinar la presencia del ácido cianhídrico en las drogas oficinales, para revelar por medio del ácido pirogálico el óxígeno contenido en el aire, y para separar el cobalto del níquel; sus indagaciones y trabajos sobre los aldeidos, el cianógeno, los superfosfatos de cal, los productos de la descomposición y oxidación del alcohol, sobre el sulfocianuro, el ácido hipúrico, el inósicoy la creatinina: las esperiencías, emprendidas á consecuencia de tales descubrimientos, para llegar á conocer los ácidos orgánicos, y el proceso de descomposición y metamorfosis de la naturaleza organizada sobre todo: hé aquí la série de hechos científicos, cuya memoria, ya que han de continuar siendo un enigma cerrado para los profanos, guardará la historia de la ciencia para siempre, y cada uno de los cuales es de por sí un cimiento para el edificio del conocimiento humano, y un secreto resorte para dominar los poderes naturales.

La idea de Liebig ha hecho brotar fábricas acá y acullá del Océano; discípulos suyos hay por donde quiera y vertidas están sus obras á las lenguas de todos los pueblos cultos. Empezó con Poggendorf en 1836 el Diccionario manual de química; hizo la parte química del Manual de Farmacia de Seiger en 1839; en 1840 publicó su Química orgánica en sus aplicaciones á la Agricultura, y la Química orgánica aplicada á la Fisiología y la Patología, en 1842; á seguida, las Cartas químicas, su obra popular, en que consigna asi los resultados de sus esperimentos, como sus apreciaciones y juicios sobre la ciencia natural, la fuerza y la materia; posteriormente, en 1848, su libro sobre las Causas del movimiento de los fluidos en el organismo animal; el de Principios de química agrícola, después, en 1835; la Teoría y práctica de la Agricultura, en 1856; las Cartas sobre las Ciencias naturales y la Agricultura moderna; el folleto sobre el Estudio de las Ciencias naturales: tales son, entre otras y en compendio, las mas conocidas obras del ilustre sabio, tan benemérito para la ciencia como bienhechor para la humanidad. Su nombre es pronunciado con respeto en ambos lados del Océano, como garantía de autoridad y competencia: su casa es el centro del mundo sabio.—

L.