Libro de Buen Amor: 044C
Enxiemplo de la abutarda y de la golondrina III
La puerca, que se estaba so los sauçes loçanos,
fabló contra el lobo, dixo dichos non vanos:
dis: «Señor abad, compadre, con esas santas manos
bautisat a mis fijuelos, porque mueran christianos.
Después que vos hayades fecho este sacrifiçio,
ofreçervos los e yo en graçias e en serviçio,
et vos faredes por ellos un salto sin bolliçio,
combredes, e folgaredes a la sombra, al viçio.»
Alaboxe el lobo allí so aquel sauçe
por tomar el cochino que so la puerca yase:
diole la puerca del rosco, echole en el cause,
en la canal del molino entró, que mal le plase.
Topolo en derredor a más andar el rodesno,
salió más quebrantado, pareçía pecadesno:
bueno le fuera al lobo pagarse con torresno,
non viera tantos males, nin perdiera su presno.
Omen cuerdo non quiera el ofiçio dañoso,
non deseche la cosa, de que está deseoso,
de lo que l' pertenese, non sea desdeñoso,
con lo que Dios diere, páselo bien fermoso.
Algunos en sus casas pasan con dos sardinas,
en agenas posadas demandan gollerías,
desechan el carnero, piden las adefinas,
desían que non combrían tosino sin gallinas.
Fijo, el mejor cobro de quantos vos habedes
es olvidar la cosa que haber non podedes:
lo que non puede ser, nunca lo porfiedes,
lo que faser se puede, por ello trabajedes.
¡Ay de mí con qué cobro tan malo me vinistes!
¡Qué nuevas atán malas, tan tristes me trojistes!
¡Ay vieja mata amigos! ¿por qué me lo dixistes?
Tanto bien non me faredes quanto mal me feçistes.
¡Ay viejas pitofleras! mal apresas seades,
el mundo revolviendo a todos engañades,
mintiendo, aponiendo, desiendo vanidades,
a los nesçios fasedes las mentiras verdades.
¡Ay! que todos mis miembros comiençan a tremer,
mi fuerça, e mi seso e todo mi saber,
mi salud, et mi vida, et todo mi entender
por esperança vana todo se va a perder.
¡Ay, coraçón quejoso, casa desaguisada!
¿Por qué matas al cuerpo do tienes tu morada?
¿Por qué amas la dueña, que non te preçia nada?
Coraçón, por tu culpa vivirás vida penada.
Coraçón que quisiste ser preso et tomado
de dueña que te tiene por demás olvidado,
posístete en presión, e sospiros, e coydado
penarás ¡ay coraçón! tan olvidado penado.
¡Ay ojos, los mis ojos! ¿por qué vos fustes poner
en dueña que non vos quiere, nin catar, nin ver?
Ojos, por vuestra vista vos quesistes perder,
penaredes, mis ojos, penar e amorteçer.
¡Ay, lengua sin ventura! ¿por qué quieres desir?
¿por qué quieres fablar? ¿por qué quieres departir
con dueña que non te quiere nin escuchar nin oír?
¡Ay cuerpo tan penado, cómo te vas a morir!
Mugeres alevosas de coraçón traidor,
que non avedes miedo, mesura, nin pavor,
de mudar do queredes el vuestro falso amor,
¡ay, muertas vos veades de tal rabia e dolor!