Nota: Se respeta la ortografía original de la época

IV


Los colores nacionales.—El gran baile de los Carreras.


¿Cuándo se enarboló por primera vez la bandera tricolor de la república?

Un historiador de traje talar, el reverendo frai Melchor Martinez, consigna en su Memoria histórica sobre la revolución de Chile, que el glorioso tricolor fué enarbolado por primera vez el 30 de setiembre de 1812, aniversario de la instalacion del primer gobierno nacional. Otros historiadores sostienen que el estreno se efectuó eñ las fiestas de Corpus de 1813; pero el Monitor Araucano, anterior a esa fecha, manifiesta que la bandera blanca, azul i amarilla guiaba al ejército patriota antes de aquella fecha.

Camilo Henriquez, que escribía magnífica prosa i detestables versos, compuso unas cuantas estrofas a la exhibición del estandarte en la espresada fiesta de Corpus — estrofas que no reproducimos por respeto a la memoria del célebre escritor — en las que se asegura que el estandarte tricolor habia ya conducido a la victoria al ejército patriota en los campos de San Carlos i Yerbas Buenas, es decir, el 26 de abril i el 15 de mayo de 1813.

La adopción de ese emblema de la nueva nacionalidad produjo un verdadero entusiasmo i su estreno público fué considerado como la franca i resuelta iniciación de una nueva era.

Los colores del estandarte nacional se popularizaron de tal manera que el llevarlos las señoras en sus vestidos llegó a ser una señal de buen gusto, de distinción i de homenaje a las ideas dominantes; los trajes de los niños se embellecian tambien con lujosas cintas tricolores. En aquella época la forma no era como hoi una cuestión accesoria, i los asuntos al parecer mas insignificantes revestian un carácter de augusta solemnidad cuando se relacionaban con la patria.

El 16 de julio de 1812 se declaró que todas las clases del estado secular usasen la escarapela tricolor que ya se habia dispensado al ejército. Este emblema de la nueva nacionalidad era tambien un lazo fraternal que debia unir a todos los defensores de su soberanía. Estas cosas que hoi talvez podrían estimarse como niñerias, como medidas fútiles, dan a conocer el corazon de nuestros padres, sus inquietudes, su celo, sus zozobras, i uno se siente dominado i conmovido por el respeto que merecen tales sentimientos.

Estas manifestaciones emblemáticas en obsequio de la nueva patria tuvieron una alta importancia durante el gobierno de los Carreras, que se empeñaban en derribar todos los viejos símbolos de la tiranía; los Carreras querían rejuvenecer a la vieja sociedad colonial dando vida i animacion a los salones, poniendo a las rancias marquesas del antiguo réjimen en contacto con las jóvenes damas que por su intelijencia, su instrucción, o los servicios que prestaban sus padres o esposos a la revolucion, estaban en situacion de adquirir o habian ya alcanzado un nombre ilustre.

No fué ajeno a estos propósitos el gran baile que los Carreras organizaron en celebracion del aniversario de la instalacion de la primera Junta Nacional el 18 de setiembre de 1810.

Ese baile que fué uno de los acontecimientos de la época, tuvo lugar en el palacio de la Moneda, cuyos salones fueron arreglados por una comision de damas — a cuyo frente estaba Javiera Carrera — con una elegancia desconocida entre nosotros.

«En la portada principal del palacio de la Moneda, dice un historiador hablando de dicha fiesta, se habia colocado un lienzo ovalado en el cual se habia pintado el nuevo escudo de Chile. Este consistia en una columna dominada por un globo, sobre el cual habia cruzadas una lanza i una palma. Al lado izquierdo de la columna estaba un gallardo jóven vestido de indio; i a la derecha una hermosa mujer con el mismo traje. Encima de todo i a alguna distancia, se elevaba radiante una estrella. En la parte superior se leia: Post tenebras lux; i en la interior: Aut consilio aut ense. Habia entónces en el segundo patio de la Moneda, frente a la entrada, una gran ventana que tenia una primorosa reja de fierro con el escudo real de España. Se pusieron muchas luces detras de aquella reja, habiéndose cuidado de cubrir con hojas de lata el escudo real, que asi formaba una mancha oscura en medio de un espacio resplandeciente.

«Era evidente, murmuraban los realistas, que con tal fantasmagoría se deseaba simbolizar el ocaso de la monarquía[1] ».

En otra parte del salon se leia esta inscripcion en letras doradas:

1810

ÚLTIMO AÑO DEL DESPOTISMO.

Una mano realista agregó debajo:

I PRINCIPIO DE LO MISMO.

refiriéndose a la personalidad altanera i dominante de los Carreras.

Fué notable el número de mujeres que asistió a este gran baile, distinguiéndose entre todas Javiera Carrera que ostentaba, en su cabeza una guirnalda de perlas i diamantes, de la cual pendia una corona trastornada. ¡Hermosa i significativa alegoría!

Otra gran dama, Josefa Aldunate, vestia de Libertad; Mercedes Fuentecilla, de Aurora, (la aurora de la nueva patria), otras de indias, recordando talvez a los antiguos i tenaces defensores de esta tierra.

Entre los hombres se veian también elocuentes alegorías. Luis i José Miguel Carrera llevaban una corona de oro bordada en sus sombreros, sobre la cual caia con violencia una espada que debia partirla.

En aquella fiesta fantástica se hizo pública i valiente ostentacion del deseo que a todos dominaba: la independencia. Hombres i mujeres se confundieron en un solo pensamiento, en un estrecho abrazo, en una eterna promesa. Esa alegre fiesta no simbolizaba el placer sino el sacrificio; talvez todos juraron mentalmente cumplir con su deber, i todos cumplieron su juramento, hasta las mujeres!

  1. Amunátegui. — Precursores de la independencia, tomo 3.°, páj. 549.