Las mil y una noches:596

Las mil y una noches - Tomo IV
de Anónimo
Capítulo 596: Y cuando llegó la 597ª noche


Y CUANDO LLEGO LA 597ª NOCHE

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Ella dijo:

"... Pero nosotros ¡oh oyentes míos! decimos: "Loores a Alah, que formó el cuerpo de la mujer cual el lirio del valle, y lo dió a sus creyentes como un anticipo del Paraíso!"

Cuando Sett Zobeida se repuso del deslumbramiento en que se encontraba, se levantó de su trono y se acercó a Esplendor, a quien hubo de abrazar y oprimir contra su seno, besándole los ojos. Luego la hizo sentarse al lado suyo en el trono, y se quitó y le puso al cuello un collar de diez sartas de perlas gruesas que llevaba ella desde que se casó con Al-Raschid.

Luego le dijo: "¡Oh soberana de los encantos! ¡en verdad que se equivocó mi esclava Tohfa al hablarme de tu belleza! ¡Porque tu belleza está por encima de todas las palabras! Pero dime, ¡oh perfecta! ¿conoces el canto, el baile o la música? ¡Porque, cuando se es como eres tú, se sobresale en todo!" Esplendor contestó: "¡En verdad ¡oh mi señora! que no sé cantar, ni bailar, ni tocar el laúd y la guitarra; y no sobresalgo en ninguna de las artes que por lo general conocen las jóvenes. Sin embargo, poseo una ciencia única, que quizá te parezca maravillosa: ¡consiste en volar por los aires como los pájaros!"

Al oír estas palabras de Esplendor, exclamaron todas las mujeres: "¡Oh encanto! ¡Oh prodigio!" Y Sett Zobeida dijo: "¿Cómo vacilar en creerte dotada de semejante aptitud, aunque me asombre en extremo? ¿No eres ya más armoniosa que el cisne y más ligera a la vista que las aves? ¡Pero si quieres encadenar nuestra alma tras de ti, consiente en hacer ante nuestros ojos la prueba de un vuelo sin alas!" Ella dijo: "¡Alas poseo precisamente, oh mi señora! pero no las llevo encima. ¡No obstante, puedo tenerlas, si tal es tu voluntad! ¡No tienes más que pedir a la madre de mi esposo que me traiga mi manto de plumas!"

Al punto Sett Zobeida se encaró con la madre de Hassán, y le dijo: "¡Oh venerable dama, madre nuestra! ¿quieres ir a buscar ese manto de plumas, para que yo vea el uso que hace de él tu encantadora hija?" Y pensó la pobre mujer: "¡Henos aquí perdidos sin remisión a todos! ¡La vista de su manto va a traerle a la memoria su instinto original, y sólo Alah sabe lo que ha de suceder!". Y contestó con temblorosa voz: "¡Oh mi señora, mi hija Esplendor se halla turbada por tu majestad, y no sabe ya lo que se dice! ¿Acaso se han llevado alguna vez trajes de plumas, que son una vestidura que no conviene más que a los pájaros?"

Pero intervino Esplendor, y dijo a Sett Zobeida: "¡Por tu vida ¡oh mi señora! te juro que mi manto de plumas está guardado en un cofre escondido en nuestra casa!" Entonces Sett Zobeida se quitó del brazo un brazalete precioso que valía tanto como todos los tesoros de Khosroes y de Kaissar, y se lo ofreció a la madre de Hassán, diciéndole: "¡Oh madre nuestra! ¡por mi vida sobre ti, te conjuro a que vayas a tu casa a buscar ese manto de plumas, únicamente para verlo una vez! Y lo recuperarás enseguida en el mismo estado que lo traigas".

Pero la madre de Hassán juró que nunca había visto aquel manto de plumas ni nada que se le pareciese. Entonces gritó Sett Zobeida: "¡Ya Massrur!" Y al punto el portaalfanje del califa se presentó entre las manos de su soberana, que le dijo: "¡Massrur, corre en seguida a casa de estas damas, y busca en ella por todas partes un manto de plumas que está guardado en un cofre escondido!"

Y Massrur obligó a la madre de Hassán a que le entregara las llaves de la casa, y corrió a hacer pesquisas por todas partes hasta que acabó por encontrar el manto de plumas en un cofre escondido bajo tierra. Y se lo llevó a Sett Zobeida, quien, después de admirarlo largamente y maravillarse del arte con que estaba hecho, se lo entregó a la bella Esplendor.

Entonces Esplendor empezó por examinarlo pluma a pluma, y comprobó que estaba intacto como el día en que se lo arrebató Hassán. Y lo desdobló y se metió dentro, recogiéndose los extremos y abrochándoselo. ¡Y se tornó semejante a un gran pájaro blanco! ¡Y ante el asombro de los circunstantes, patinó primero durante algún tiempo, volvió sobre sus pasos sin tocar el suelo, y se elevó hasta el techo balanceándose! Luego descendió ligera y aérea, y se puso a horcajadas en un hombro a sus dos hijos, diciendo a Sett Zobeida y a las damas: "Veo que os han gustado mis vuelos. Voy, pues, a daros más gusto aún". Y tomó impulso, y se lanzó a la ventana más alta, posándose en el alféizar. Y desde allí exclamó: "¡Os advierto que os abandono!"

Y en extremo emocionada, dijo Sett Zobeida: "¿Cómo es posible ¡oh Esplendor! que nos dejes ya, privándonos para siempre de tu belleza, ¡oh soberana de las soberanas!?" Esplendor contestó: "¡Ay! sí, ¡oh mi señora! ¡Quien se marcha no vuelve!" Luego encaróse con la pobre madre de Hassán, desolada, sollozante, abatida en la alfombra, y le dijo: "¡Oh madre de Hassán! ¡créeme que me aflige mucho marcharme así, y me entristezco por causa tuya y por tu hijo Hassán, mi esposo, pues los días de la separación desgarrarán su corazón y ennegrecerán nuestra vida, ¡pero ¡ay! no puedo más! Siento que invade mi alma la embriaguez del aire, y es preciso que eche a volar por el espacio. Pero si tu hijo quiere encontrarme algún día, no tendrá más que ir a buscarme a las islas Wak-Wak.

Adiós, pues, ¡oh madre de mi esposo!" Y habiendo dicho estas palabras, Esplendor se elevó por los aires y fué a posarse un instante sobre la cúpula del palacio para alisar sus plumas. Luego reanudó su vuelo, y desapareció en las nubes con sus dos hijos...

En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.