Las mil y una noches:476
PERO CUANDO LLEGO LA 477° NOCHE
editarElla dijo:
"... te conjuro a que me traigas además otra chuleta rellena!" Y al punto notó debajo de su mano el plato, y lo sacó del saco. ¡Y era una chuleta rellena maravillosamente y aromatizada con clavo y otras especias finas! Entonces dijo ella: "¡A pesar de todo, deseo también un panecillo caliente y queso, porque estoy acostumbrada a ello y nada me satisface tanto!" Y metió la mano, pronunció la fórmula, y extrajo lo que había pedido. A la sazón le dijo Juder: "¡Oh madre mía! ¡es preciso que cuando acabemos de comer metamos otra vez en el saco los platos vacíos, porque así lo exige el talismán! ¡Y sobre todo, no divulgues el secreto y oculta bien este saco en tu cofre para no sacarlo más que en el momento que se necesite! Pero no tengas cuidado por lo demás, sé generosa con todo el mundo, con los vecinos y los pobres; y sirve de todos los manjares a mis hermanos, igual estando yo presente que en mi ausencia".
¡Y he aquí que, apenas había acabado de hablar Juder, entraron sus dos hermanos y vieron la comida maravillosa!
Porque acababan de saber la noticia de la llegada de su hermano Juder por un hombre del barrio, que les dijo: "¡Vuestro hermano acaba de llegar de viaje, montado en una mula, precedido por un negro y vestido con trajes que no tienen igual!"
Y se dijeron entonces: "¡Pluguiera a Alah que no hubiésemos maltratado a nuestra madre nunca! ¡Porque sin duda va a contarle ahora lo que le hicimos sufrir! ¡Y cuál será nuestra confusión frente a él entonces!"
Pero añadió uno de ellos: "¡Nuestro hermano es compasivo! ¡De todos modos, aunque ella le contara la cosa, nuestro hermano es aún más compasivo que ella y más indulgente! ¡Y si alegamos cualquier disculpa de nuestra conducta, admitirá nuestra disculpa y nos excusará!" Y al cabo decidieronse a buscarle.
Así, pues, cuando entraron y los vio Juder, se levantó en honor suyo y hubo de desearles la paz con las mayores muestras de consideración, y les dijo: "¡Sentaos y comed con nosotros!" Y se sentaron y comieron. ¡Y estaban muy debilitados y enflaquecidos por el hambre y las privaciones!
Cuando acabaron de comer y se sintieron saciados Juder les dijo: "¡Oh hermanos míos! ¡coged lo que sobró de la comida y repartídselo a los pobres y a los mendigos de nuestro barrio!" Ellos contestaron: "¡Oh hermano nuestro! ¡mejor será que nos lo guardemos para cenar!" Juder les dijo: "¡A la hora de cenar tendréis bastante más!" Entonces recogieron las sobras y salieron para repartirlas entre los pobres y los mendigos que pasaban, diciéndoles: "¡Tomad y comed!" Tras de lo cual, devolvieron los platos vacíos a Juder, que se los entregó a su madre, diciéndole: "¡Mételos en el saco!"
Por la noche, a la hora de cenar, Juder cogió el saco y sacó de él cuarenta especies de platos que su madre puso sobre el mantel uno tras de otro; luego invitó a sus hermanos a que entrasen para comer. Y cuando hubieron acabado, les sacó pasteles para que se endulzasen; y se endulzaron. Entonces les dijo: "¡Coged lo que sobró de la comida y repartidlo entre los pobres y los mendigos!" Al día siguiente les sirvió comidas no menos espléndidas; y lo mismo ocurrió en el transcurso de diez días consecutivos.
Pero al cabo de este tiempo, Salem dijo a Salim: "¿Sabes cómo se arregla nuestro hermano para servirnos comidas tan espléndidas a diario, una por la mañana, otra a mediodía, otra por la noche, y por la noche también pasteles? ¡En verdad que ni los sultanes comen así! ¿De dónde pudo venirle semejante fortuna y tanta opulencia? ¡Y es cosa de preguntarse asimismo de dónde saca todos esos manjares asombrosos y esa pastelería, si jamás le vemos comprar nada, ni encender lumbre, ni atender a la cocina, ni poseer cocinero!"
Y contestó Salim: "¡Por Alah, que no sé nada! ¿Pero conoces a alguien que pueda revelarnos la verdad de todo eso?" El otro dijo: "¡Únicamente nuestra madre! podría ilustrarnos acerca del particular!" Y al instante imaginaron una estratagema y entraron en casa de su madre en ausencia de su hermano, y le dijeron: "¡Oh madre nuestra, tenemos hambre!" Ella contestó: "¡Pues regocijaos porque vais a satisfacerla enseguida!"
Y entró en la sala donde estaba el saco, metió la mano en él pidiendo al servidor algunos manjares bien calientes, y los sacó al punto para llevárselos a sus hijos, que le dijeron: "¡Oh madre nuestra, estos manjares están calientes, y el caso es que jamás te vemos cocinar ni soplar la lumbre!" Ella contestó: "¡Los cojo del saco!" Ellos preguntaron: "¿Y qué saco es ése?" Ella contestó: "¡Es un saco encantado. Y el genni servidor del saco proporciona cuanto se le pide!" Y les explicó la fórmula, y les dijo: "¡Guardad el secreto!" Ellos contestaron: "Puedes estar tranquila. ¡Guardaremos el secreto!" Y después de haber experimentado por sí mismos las virtudes del saco y conseguir extraer de él varios manjares, se quedaron tranquilos por aquella noche.
Pero al día siguiente Salem dijo a Salim: "¡Oh hermano mío! ¿hasta cuándo vamos a continuar viviendo en casa de Juder como unos criados, comiendo de limosna? ¿No te parece mejor que nos valgamos de alguna estratagema para coger ese saco y llevárnoslo para nosotros solos?" Salim contestó: "¿Y qué estratagema inventaríamos?" El otro dijo: "¡Sencillamente, venderle nuestro hermano Juder al capitán mayor del mar de Suez!"
Salim preguntó: "¿Y cómo nos arreglaremos para venderle?" Salem contestó: "!Iremos tú y yo a ver a ese capitán mayor, que en este momento se halla en El Cairo...
En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana y se calló discretamente.