Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


Las malas lenguas.

Un pobre novicio encontró el medio de dar asalto á la despensa en que estaban guardados unos solomos y unas lenguas para la comida del dia siguiente. Los primeros los encontró en muy buen estado, y se los llevó, pero las lenguas le pareció que estaban pasadas y las dejó en su lugar.

Todo hasta entonces marchaba perfectamente; pero el maestro de novicios vigilaba mucho y lo

sorprendió en el claustro antes de llegar á su dormitorio.

Enterado del caso, y después de haberle reprendido como merecía, le dijo:

— Y puesto ya en el lance, ¿cómo dejó V. allí lo demás?

— Señor, respondió el novicio, por quitarme de malas lenguas.