Las beldades de mi tiempo/XIII
Terminada esta reseña, vuelvo a mi crónica sobre las tertulias. No sé si lo he dicho ya, que éstas se repetian al infinito, facilitadas por la sencillez, por el ningún aparato en los salones ni los
tocados; pues no se daban para lucir trapos, sino para gozar del trato en el intercambio de ideas
con tan bellas y distinguidas señoras.
Ricas y raras telas tenian las damas, pero si esto daba realce a fiestas, no era, a buen seguro el lucirlas, su objeto primordial, sino deseo cultisimo de contribuir cada una por su parte al resultado de la tertulia, a la, cual concurrian individualmente con sus méritos, —no los del vestido, considerado como un accesorio y nada mas.
Asi daban principio a las nueve o nueve y media, para terminar lo mas tarde a la una o una y media.
Asi también corrian estas tres horas de verdadera alegria, retirandose todo el mundo a descansar para asistir a la tertulia de la siguiente noche en que debia tener lugar otra igual, o cosa parecida, en la casa de algún pariente o amiga... ¡Quién habia de faltar!
Comparemos con lo que sucede al presente, en que el buen sentido anda dandose de traspiés... fiestas semejantes son mas escasas que el pan bendito, dificiles de encontrar.
Las horas que entonces se destinaban al baile y entretenimiento, apenas bastan ahora para el toilette, en que las muchachas después de régañar y rezongos mil con la mama, con la mucama y con la modista, durante cuatro horas, se presentan en el recibo a eso de las doce de la noche, colgandose del brazo de cualquier mozalbete, cuando no del preferido con quien pierde el tiempo, y establece su temporada, su pretexto de no planchar unas veces; otras para no ajar el vestido; y otras... sin pretexto tanbién, —porque si, —nada mas; aunque el hecho sea una imitacién ridicula del gaucho mas salvaje, cuando toma en una reunion su moza, y aunque la madre la reprenda, y todo el mundo se escandalice... ¡nada! y... ¡adelante con la música, que tampoco es para bailar, sino... para pasearse, y para... todo lo que a ustedes les parezca, menos para la danza.
Por fortuna que en este caso, las Orientales — esas bellísimas mujeres, en general, -en estas materias, les llevan a las nuestras la media arroba propiamente dicho. Pero también, justo es decir, que tienen éstas el atributo de saber llevar estas extravagancias extremadamente fantasticas, en materia de modas en aquel pedazo de tierra que hoy coquetea llamandose extranjera, cuando son mas nuestras (ellas) que de Lavalleja el héroe de los 33 "treinta y tres" del himno que se cantaba entonces en honor de sus libertadores, que, hoy estoy seguro que muchos de los que gobiernan han olvidado del todo, como a ellos los olvidarán a su vez.
Antes de abandonar para siempre el recuerdo de estos simpaticos lugares de mi juventud, en que todo era de color de rosa con las espinas de la mayor edad, en donde se hallaba la puerta de la Escuela en que nos enseñaron el a, b, c, y aprendimos las plegarias con que nuestras madres han implorado a1 cielo en sus aflicciones por nosotros. Hablemos aún de algunas otras cosas que se me quedaban rezagadas (no olvidadas), en el baturrillo de mis viejas alforjas.
Sin embargo de las grandes transformaciones que se han operado en la capital, aun quedan muchas casas en aquel barrio con extensos patios y grandes habitaciones, comodas y ventiladas, a diferencia de esas piramidales construcciones de la actualidad, en el espacio de una pañueleta, todo a la Europea (que para eso van alli nuestros viajeros), con un sinnúmero de cuartos y covachuelas en abierta pugna con el confort y con la higiene; con el exclusivo y único objeto de aprovechar el terreno, poniendo la cocina en los sótanos (como en Londres), sin pensar que alli hay ocho meses del año de crudo invierno, y aqui, (entre nosotros) al contrario los mismos ocho meses de calor con un sol americano esplendente, razón por la que es un contrasentido tan servil imitación, mucho mas cuando en Europa estan ya colocando las cocinas en el último piso, como una innovación higiénica.
Estas cocinas subterréneas, de donde sale una humareda culinaria que penetra al salon de recibo, y que no huele a rosas, como decia Lord Byron de ciertas cosas, sino a sancocho concentrado de guisote, cuyas emanaciones se escapan de esta clase de subterréneos, que llamaremos jaulas, en que todo es frente y poco fondo, como le dijo en Chile al conocido don Ambrosio Montt, uno que queria elogiarlo.
Pues bien, en la calle Santo Domingo, hoy de Venezuela, todavia vemos la casa paternal de la familia de Andrade, que la posee desde el año de 1780 del siglo pasado y la ha venido conservando de sus legitimos herederos. Al presente esa casa patrimonial solo pertenece a Luis Andrade, soldado que fué de Lavalle durante la campaña del año 40 y que trece años después, en 1853, siendo ayudante del jefe de la linea durante el sitio de Lagos, me salvo la vida con ocasión de una salida que hice con la Legion. Referiré el episodio en recuerdo de aquel amigo.
Al realizar la salida, el ayudante Andrade me entregó por orden del general Paz un gran rollo de proclamas para que las arrojara en el campo enemigo, pues eran destinadas a hacer saber la pasada de la Escuadra de Urquiza a la plaza.
Yo coloqué este enorme rollo sobre el pecho entre el uniforme; y gracias a esta circunstancia salvé de los efectos de una bala, que sin el dichoso rollo me hubiera perforado seguramente. Aunque dicen que el morir por la patria es cosa santa, yo creo que debo a Luis Siquiera esta reminiscencia, bien que él ni por asomo tuviera idea del resultado individual y enteramente distinto a que iban a servir las tales proclamas... tan cierto es aquello de que el hombre propone y Dios dispone.
No es por modestia que lo digo, pero refieren las crónicas que una cosa parecida sucedió en Lepanto al autor del Quijote... qué barbaridad!!! Pero sigamos, aunque no escribamos Quijotes, consolandonos con que eso... nadie mas lo ha de hacer tampoco.
Al lado de la mencionada casa estaba la de los Gonzalez Videla, cuna de la preciosa Ventura conocida por la "morita" de Gonzalez Videla, que caso con su primo Julian, del mismo apellido. Vecina a ésta era también la de otro miembro conspicuo de la familia, don Doroteo que falleció el año pasado. Este caballero, muy bien relacionado y de carácter independiente, figuro como buen mozo en la colonia del Sacramento (E. O.) y desde la caida de Rosas en 1852 aqui mismo como hombre de sociedad muy amena. Este, que era además poeta, y rimaba con mucha facilidad, cayó en los lazos de una bella rubia con mucha fortuna llamada Florencia Terrada, hermana del llamado Lord Ponsonby, ya antes mencionado.
Con ser don Doroteo muy liberal era al mismo tiempo religioso y creyente. He aqui una prueba de sus dotes poéticas y de sus sentimientos católicos.
Es la primera estrofa de un canto a la fe:
"De los jardines del Cielo
Una flor vino a la Tierra,
Y es esa flor la que encierra
Todo el divino Consuelo.
El médico celestial,
Sintió que el hombre moria,
Si de esa flor no absorbia
Su fragancia contra el mal.
Y como era entre sus flores,
La más pura, y mas hermosa,
La de influencia prodigiosa
Consuelo de los dolores,
Le dijo... prezsentaté
Al hombre que mas vacile
De parte de Dios, y dile,
Soy la Fe... te salvaré.
Igualmente estaban aqui las casas de Zapiola, la de don Lorenzo Torres y la de la señora Concepción Solzona, que tan agradables tertulias nos daba, las cuales continuaron hasta después de la caida de Rozas.
Estas tertulias tenian una particularidad y era la de que nunca nos daba una taza de te, porque siempre decia que la leche se habia cortado. Pero lo que todos sabiamos que se le habia cortado, no era la leche, sino que nunca la compraba por falta de cum quibus, que según voces no andaba muy abundante.
Otras tertulias, ya de mas tono, de levita o de frac, pues el jacquet, ese vestido neutro que tiene de ambos mitad por mitad sin decidirse por ninguno, era excepción en esta época, y con él hacian su papel de entrada los jóvenes y ahora... ni memoria de ellos; quien va al presente a una tertulia con jacquet! no faltaba más! preferiase ir de saco como ya hemos visto aparecer algunos con el nombre británico de smoking para autorizar su uso. ¡Qué aberración!!... la moda es más despotica que la Municipalidad.
Pero las costumbres venian modificándose a medida que nos acercébamos a la época de Rozas, en que las tertulias més espectables eran las que se daban por las señoras de Rojas frente a la casa de misia Mariquita Tompson, calle Perú (hoy calle Florida) y las que tenian lugar en la morada de misia Micaela Camuso. Estas tertulias, cuyos detalles marcaban ya alguna variacion en los usos, eran las que daban el tono social, y a ellas concurria la flor y nata de la juventud que es la que acepta e introduce todo lo que de moderno nos envia la Europa, dominando, por supuesto, la de Francia, que era por ello instintivamente lo mas repulsivo para Rozas.
A esas tertulias asistian infaltablemente los jóvenes Frias: Félix, Luis y Juan que se hicieron notables por su habilidad y eximio gusto para el arreglo artistico de una fiesta, ya fuese religiosa o mundana, en que, cambiando los adornos y las flores, de posición y de forma, completaban la decoración, apareciendo cada vez mejor y mas lujoso el conjunto.
Esto es dejar constatado el hecho de que en esa época no habia tapiceros que se ocuparan de estos adornos; lo cual explica la preponderancia de los Frias dedicados a estas composturas de que sacaban en las mismas fiestas un gran partido, figurando asi en primera linea en todo y para todo, pese a los inhábiles y envidiosos.
A la altura en que nos encontramos ahora, todas estas cosas son el quehacer ordinario de los tapiceros que, hasta para colgar un velo negro en el templo en dia de funeral, el mas modesto, se han hecho indispensables... y eso a pesar de la crisis y de la suba del oro... pues nosotros vivimos de contradicciones. Pero volvamos a los Frias.
Estos jóvenes Frias eran asimismo incansables bailarines, con cuya gracia se captaban la preferencia de las mas bellas señoritas y la voluntad de todas las mamas; pues con su constante locomoción, ni a las feas dejaban planehar, asi eran literalmente idolatrados en la sociedad de que realmente eran el alma. He aqui una prueba de ello.
Una señora elogiaba en un circulo la bonhomia y el talento de los Frias, infatigables en el vals. Un celoso de sus éxitos y de sus triunfos, no sé si con razón o sin ella, cuando la señora elogiaba a los jóvenes diciendo que eran muy apuestos y estaban bien en todo sentido, él contestó: "si señora, tienen mucho talento, pero EN LOS PIES". La ocurrencia fué muy festejada haciendo furor entre sus erculos, que la consagraron como una muletilla.
A has afamadas tertulias de las familias que dejo mencionadas, seguian muy de cerca las de don Pedro Blanco, calle Victoria, y don Angel Blanco, calle Potosi, o sea Santa Clara, hoy de Alsina.
Sono mucho por ese tiempo un suntuoso baile, dado por don Carlos Lamarca, padre del actual doctor Emilio Lamarca, en la gran casa de su suegra señora Mauricia de Coronel, esquina de Chacabuco y Alsina.
La fiesta tuvo lugar el 30 de junio celebrando el cumpleaños de la esposa, del señor Lamarca, Petrona Coronel, que falleció poco ha en medio del mas profundo duelo de nuestra sociedad que la contaba entre las matronas mas distinguidas y meritorias de la de Beneficencia.
Ofrecida dicha fiesta al almirante inglés, jefe de la Estación Naval de la America del Sud, cuyo nombre he olvidado, ella fué realzada por una obra musical que le dedicó don P. Esnaola, era una contradanza que tituló "el 30 de Junio", bellisima composicion que se estrenó en la misma noche del baile con gran aplauso de la concurrencia.
Hubo también de nuevo y notable en aquel baile, que en él se estrenó el Cotillón, que ahora nos lo traen como nuevo y que tiene por lo muy menos una edad a oro mayor que la mia; fué introducido por el secretario del Almirante, con el Ministro inglés y por su distinguida esposa, alta y elegante inglesa que debió ser bellisima, pues aun habia en ella visibles vestigios y podia sacarse, en consecuencia, lo que habria sido aquel astro en su conjunción, en el nebuloso cielo de la Inglaterra; pues recién comenzaba su declinación, lo que en la raza britanica toma las proporciones de un desastre. No hay viejas lindas ni en Londres; sino ahi esta la Reina Victoria, que con la corona misma recibió a mas no poder el titulo de graciosa con que hasta hoy mismo la realzan los súbditos del Reino Unido... a pesar de sus 75... esos si que son a oro! Pero doblemos la hoja, pues si la reina de Inglaterra no ha sido una belleza, en cambio ha sido la reina de las reinas, modelo de virtudes tanto monarquicas como domésticas, a la cual se debe la moralidad de las Cortes de toda la Europa en la época actual. No yo en este ligero bosquejo de las costumbres de mi tierra, en los albores de su independencia y en el ensayo de sus incipientes habitos de sociedad libre o recién libertada, sino la historia, es la que se encargara de revelar el conjunto de las altas y bellisimas prendas que como reina, como esposa y como madre acapara la emperatriz de la India.
Dicho esto, que sea de paso un homenaje serio a tan culminante personalidad, honor del sexo femenino, volvamos a las bromas y a nuestras jocosas narraciones.
Otro magnifico baile de esa época, con prolongada resonancia, tuvo lugar en la casa abolenga de misia Severa Lastra, frente al mereado viejo, de cuyo brillante éxito se hablo largo tiempo. Los bailes de este género en que siempre hay algo de novedad, tienen el privilegio de imprimir caracter introduciendo aun para las tertulias familiares muchas novedades, que, poco a poco van dejando atras usos y costumbres que aun pasando recientetemente, chocan con el tono del dia siguiente; asi como entran en juego nuevas beldades con gracias y encantos que forman el nuevo cielo. Porque, como dice Pelletan, "le monde marche", y he aqui la prueba.
En ese baile hicieron su aparicion las dos tortolitas, como titularon en esa misma noche a las preciosas Rita y Celestina Pinto, por el color de los trajes que llevaban. Fueron presentadas por la vez primera, en una fiesta de ese género, por su padre el general Pinto, poco después gobernador de Buenos Aires durante el sitio de Lagos. A la vuelta, hoy calle de Bolivar, vivia la familia de don Ildefonso Ramos Mejia, de cuya casa salieron varios patriotas para el ejército de Lavalle, entre ellos Francisco, mi amigo, que tornado prisionero en Quebracho Herrado fué despiadadamente fusilado en Cordoba, por el famoso presidente legal de la República Oriental, y mas famoso ejecutor de las crueldades del tirano Rozas, don Manuel Oribe. ¡Qué coincidencia! En esta casa de sus padres fué en donde Rozas se refugió la noche del dia en que tuvo lugarla batalla de Caseros, 3 de Febrero de 1852. La casa era habitada entonces por el ministro inglés, Mr. Gore, que la tenia alquilada a la empobrecida familia de Ramos Mejia. Alli llegó el tirano Rozas después de la derrota, embarcandose esa misma noche en un buque de guerra de S. M. B., que se tenia preparado ad hoc, con una anticipación que hacia honor y demostraba el presentimiento que el tirano tenia de su tremenda caida.
Estos ingleses son muy diablos, como decia el general Pedernera, para estar en todo y preparar las cosas siempre de modo que en el peor de los casos quedan invariablemente bien con griegos y troyanos, sacando su tajada en pro de su politica. Vea que servicio y en que circunstancias vinieron a prestarlo, al que año por año sin faltar jamas renovaba por medio de su ministro en Londres don Manuel Moreno, a la apertura del Parlamento, el sempiterno reclamo de las Islas Malvinas.