Las abejas
FÁBULA II.
Dias ha que leyendo un libro viejo
Escrito por un hombre de consejo,
Hallé un rasgo de historia
Digno de encomendarse á la memoria.
El suceso, no hay duda, es muy extraño:
Pero es preciso que se cuente este año.
Dicen que las abejas ab initio
No supieron portarse con el juicio
Y buen arreglo de hoy, ni lo pensaron;
Pero aquellas catorce que lograron
En tienpo del diluvio entrar al arca,
Curiosas observaron que el Patriarca
Dispuso en ella todo cuanto había
Con arte y simetría.
Aquí lobos voraces, allí obejas:
Más alla perros, gatos, comadrejas,
Elefantes, ratones y mosquitos....,
En otra parte lindos pajaritos,
Jilgueros, gallos, garzas, grullas, gansos;
En otra division trigo y garbanzos,
Maiz, arroz, cebada.....
¡Qué cosa tan bien puesta y ordenada!
Á todas agradó su providencia.
Juntáronse por fin en conferencia.
Dijo la más antigua: « Compañeras,
Confiezo la partida: muy groseras
En gobierno y costumbres hemos sido
Nunca en comunidad hemos vivido:
Nadie pensó sinó en pasar el dia.
Tal vez no faltaría
Quien desease el órden; pero en vano:
Cobijada en la rama de un manzano,
O metida en las pajas de algun techo,
Jamas hacía cosas de provecho,
Ni era dable que á todas persuadiese.
Más hoy que este embarazo no se ofrece,
Y hemos de ser raiz de toda abeja,
Yo como la más vieja
Soy de sentir que luego que salgamos
Una sola familia compongamos:
Una sola casa: las menores,
Como que tienen fuerzas superiores,
Miel y cera de flores exquisitas
Cojan, en tanto que las viejecitas
Ordenamos las cosas de gobierno,
Y para que este entable sea eterno
Pondremos una maestra de novicias. »
« ¡Gran cosa! ¡Bueno! ¡Albricias! »
Gritan todas; y el plan verificaron.
Más vieron fenecer sus alegrías,
Porque dijo de agravio en pocos dias
La incauta juventud: « El remo todo
Se nos carga, de modo
Que ya nuestro vigor se debilita:
Más de una hora de sueño se nos quita.
Como ellas tienen seca la cabeza,
Nos despiertan temprano. » « ¡Que simpleza
De muchacha! » dijo una mamantona:
« Lo de hoy mira y pregona,
No hagas cuenta de ayer ni de mañana,
Mañana mandará la que hoy se afana,
Y mil males de ayer hoy no subsisten,
Y por fin, males hay irremediables
Que por un bien mayor son tolerables. »
En reclamar no insisten:
Á todas las convence con tal ciencia,
Tanto acierto, energía y elocuencia,
Que su error las menores conocieron
Y sin más regañar se sometieron.
Ciudadanos: Dios solo
Puede mandar del uno al otro polo
Sin defecto ninguno;
Y así aquel importuno
Que se lo quiera todo muy cumplido
En el nuevo gobierno establecido,
Ó algun descuido entre hombres no perdona.
Relea el texto de la mamantona.