JORNADA SEGUNDA
Salon del Palacio Real.


ESCENA PRIMERA
Basilio. Clotaldo.


CLOT. Todo, como lo mandaste, queda efectuado.
BAS. Cuenta,
Clotaldo, cómo pasó.
CLOT. Fué, señor, desta manera:
Con la apacible bebida que, de confecciones llena,
Hacer mandaste, mezclando la virtud de algunas yerbas,
Cuyo tirano poder y cuya secreta fuerza
Así al humano discurso priva, roba y enajena,
Que deja vivo cadáver á un hombre, y cuya violencia,
Adormecido, le quita los sentidos y potencias ...
— No tenemos que argüir que aquesto posible sea.
Pues tantas veces, señor, nos ha dicho la experiencia,
Y es cierto, que de secretos naturales está llena
La medicina, y no hay animal, planta ni piedra
Que no tenga calidad determinada. Y si llega
A examinar mil venenos la humana malicia nuestra,
Que den la muerte, ¿Qué mucho que, templada su violencia.
Pues hay venenos que maten, haya venenos que aduerman?
Dejando aparte el dudar, si es posible que suceda.
Pues que ya queda probado con razones y evidencias ...
— Con la bebida, en efecto, que el opio, la adormidera
Y el beleño compusieron, bajé á la cárcel estrecha
De Segismundo; con él hablé un rato de las letras
Humanas, que le ha enseñado la muda naturaleza
De los montes y los cielos, en cuya divina escuela
La retórica aprendió de las aves y las fieras.
Para levantarle más el espíritu á la empresa
Que solicitas, tomó por asunto la presteza
De un águila caudalosa, que despreciando la esfera
Del viento, pasaba á ser en las regiones supremas
Del fuego rayo de pluma, ó desasido cometa.
Encarecí el vuelo altivo, diciendo: «Al fin eres reina
De las aves; así á todas es justo que las prefieras.»
El no hubo menester más; que, en tocando esta materia
De la majestad, discurre con ambición y soberbia;
Porque, en efecto, la sangre lo incita, mueve y alienta

A cosas grandes, y dijo: — «¡Que en la república inquieta
De las aves también haya quien les jure la obediencia!
En llegando á este discurso, mis desdichas me consuelan,
Pues, por lo menos, si estoy sujeto, lo estoy por fuerza;
Porque voluntariamente á otro hombre no me rindiera.»
Viéndole ya enfurecido con esto, que ha sido el tema
De su dolor, le brindé con la pócima, y apenas
Pasó desde el vaso al pecho el licor, cuando las fuerzas
Rindió al sueño, discurriendo por los miembros y las venas
Un sudor frió, de modo que, á no saber yo que era
Muerte fingida, dudara de su vida. En esto llegan
Las gentes de quien tú fias el valor de esta experiencia;
Y, poniéndole en un coche, hasta tu cuarto le llevan,
Donde prevenida estaba la majestad y grandeza
Que es digna de su persona. Allí en tu cama le acuestan,
Donde, al tiempo que el letargo haya perdido la fuerza.
Como á tí mismo, señor, le sirvan, que así lo ordenas.
Y si haberte obedecido te obliga á que yo merezca
Galardón, sólo te pido (perdona mi inadvertencia)
Que me digas ¿ Qué es tu intento, trayendo desta manera
A Segismundo á palacio?
BAS. Clotaldo, muy justa es esa
Duda que tienes, y quiero sólo á tí satisfacerla.
A Segismundo, mi hijo, el influjo de su estrella
(Bien lo sabes) amenaza mil desdichas y tragedias:
Quiero examinar si el Cielo, que no es posible que mienta,
Y más habiéndonos dado de su rigor tantas muestras.
En su cruel condición, ó se mitiga ó se templa
Por lo menos; y, vencido, con valor y con prudencia.
Se desdice; porque el hombre predomina en las estrellas.
Esto quiero examinar, trayéndole donde sepa
Que es mi hijo, y donde haga de su talento la prueba.
Si magnánimo la vence, reinará; pero, si muestra
El ser cruel y tirano, le volveré á su cadena.
Ahora preguntarás que, para aquesta experiencia,
¿Qué importó haberle traído dormido desta manera?
Y quiero satisfacerte, dándote á todo respuesta.
Si él supiera que es mi hijo hoy, y mañana se viera
Segunda vez reducido á su prisión y miseria.
Cierto es de su condición que desesperara en ella;
Porque, sabiendo quién es, ¿Qué consuelo habrá que tenga?
Y así he querido dejar abierta al daño la puerta
Del decir que fué soñado cuanto vio. Con esto llegan

A examinarse dos cosas: Su condición, la primera;
Pues él, despierto, procede en cuanto imagina y piensa:
Y el consuelo la segunda; pues, aunque ahora se vea
Obedecido, y después a sus prisiones se vuelva,
Podrá entender que soñó, y hará bien cuando lo entienda:
Porque en el mundo, Clotaldo, todos los que viven sueñan.
CLOT. Razones no me faltaran para probar que no aciertas;
Mas ya no tiene remedio; y, según dicen las señas.
Parece que ha despertado, y hacia nosotros se acerca.
BAS. Yo me quiero retirar: Tú, como ayo suyo, llega,
Y de tantas confusiones como su discurso cercan.
Le saca con la verdad.
CLOT. ¿En fin, que me das licencia
Para que lo diga?
BAS. Sí; que podrá ser, con saberla,
Que conocido el peligro, más fácilmente se venza. (Vase.)


ESCENA II

 

Clarín. Clotaldo.

 
CLAR. (Ap.) A costa de cuatro palos, que el llegar aquí me
cuesta.
De un alabardero rubio que barbó de su librea.
Tengo de ver cuanto pasa; que no hay ventana más cierta
Que aquella que, sin rogar á un ministro de boletas.
Un hombre se trae consigo; pues para todas las fiestas.
Despojado y despejado, se asoma á su desvergüenza.
CLOT. (Ap. Este es Clarín, el criado de aquella (¡ay cielos!),
de aquella
Que, tratante de desdichas, pasó á Polonia mi afrenta.]
Clarin, ¿Qué hay de nuevo?
CLAR. Hay, señor, que tu gran clemencia.
Dispuesta á vengar agravios de Rosaura, la aconseja
Que tome su propio traje.
CLOT. Y es bien, porque no parezca
Liviandad.
CLAR. Hay que, mudando su nombre, y tomando, cuerda,
Nombre de sobrina tuya, hoy tanto honor se acrecienta,
Que dama en palacio ya de la singular Estrella
Vive.
CLOT. Es bien que de una vez tome su honor por mi cuenta.
CLAR. Hay que ella está esperando que ocasión y tiempo venga
En que vuelvas por su honor.

CLOT. Prevención segura es esa;
Que, al fin, el tiempo ha de ser quien haga esas diligencias.
CLAR. Hay que ella está regalada, servida como una reina,
En fe de sobrina tuya; y hay que, viniendo con ella.
Estoy yo muriendo de hambre y nadie de mí se acuerda
Sin mirar que soy Clarin, y que si el tal Clarin suena,
Podra decir cuanto pasa al Rey, á Astoifo y á Estrella;
Porque Clarín y criado son dos cosas que se llevan
Con el secreto muy mal; y podrá ser, si me deja
El silencio de su mano, se cante por mí esta letra:

Clarin que rompe el albor

No suena mejor.

CLOT. Tu queja está bien fundada; yo satisfaré tu queja,
Y en tanto sírveme á mi.
CLAR. Pues ya Segismundo llega.


ESCENA III

 

Músicos, cantando, y criados, dando de vestir á Segismundo, que
sale como asombrado. Clotaldo. Clarin.

 
SEGIS. ¡Válgame el cielo, qué veo!
¡Válgame el cielo, qué miro!
Con poco espanto lo admiro.
Con mucha duda lo creo.

¿Yo en palacios suntuosos?
¿Yo entre telas y brocados?
¿Yo cercado de criados
Tan lucidos y briosos?

¿Yo despertar de dormir
En lecho tan excelente?
¿Yo en medio de tanta gente.
Que me sirva de vestir?

Decir que sueño es engaño:
Bien sé que despierto estoy.
¿Yo Segismundo no soy?
Dadme, cielos, desengaño.

Decidme, ¿Qué pudo ser
Esto que á mi fantasía
Sucedió mientras dormia.
Que aquí me he llegado á ver?

Pero, sea lo que fuere,
¿Quién me mete en discurrir?
Dejarme quiero servir,
Y venga lo que viniere.

CRIADO 1° (Ap. al criado 2° y á Clarín.)
¡Qué melancólico está!

CRIADO 2° ¿Pues á quién le sucediera
Esto, que no lo estuviera?

CLAR. A mí.

CRIADO 2° Llega á hablarle ya.

CRIADO 1° (A Segismundo.)
¿Volverán á cantar?

SEGIS. No.
No quiero que canten mas.

CRIADO 2° Como tan suspenso estás.
Quise divertirte.

SEGIS. Yo
No tengo de divertir
Con sus voces mis pesares;
Las músicas militares
Sólo he gustado de oir.

CLOT. Vuestra Alteza, gran señor,
Me dé su mano á besar,
Que el primero os ha de dar
Esta obediencia mi honor.

SEGIS. (Ap.) ¡Clotaldo es! — ¿Pues cómo así,
Quien en prisión me maltrata,
Con tal respeto me trata?
¿Qué es lo que pasa por mí?

CLOT. Con la grande confusión
Que el nuevo estado te da.
Mil dudas padecerá
El discurso y la razón;

Pero ya librarte quiero
De todas (si puede ser),
Porque has, señor, de saber
Que eres príncipe heredero

De Polonia. Si has estado
Retirado y escondido,
Por obedecer ha sido
A la inclemencia del hado,

Que mil tragedias consiente
A este imperio, cuando en él
El soberano laurel
Corone tu augusta frente.

Mas, fiando á tu atención
Que vencerás las estrellas.
Porque es posible vencellas
Un magnánimo varón,

A Palacio te han traido.
De la torre en que vivias.
Mientras al sueño tenias
El espíritu rendido.

Tu padre, el Rey, mi señor,
Vendrá á verte; y del sabrás,
Segismundo, lo demás.

SEGIS. Pues, vil, infame, traidor,
¿Qué tengo mas que saber.
Después de saber quién soy.
Para mostrar desde hoy
Mi soberbia y mi poder?

¿Cómo á tu patria le has hecho
Tal traición, que me ocultaste
A mí, pues que me negaste.
Contra razón y derecho.
Este estado?

CLOT. ¡Ay de mí triste!

SEGIS. Traidor fuiste con la ley,
Lisonjero con el Rey,
Y cruel conmigo fuiste;

Y así el Rey, la ley y yo.
Entre desdichas tan fieras.
Te condenan á que mueras
A mis manos.

CRIADO 2° ¡Señor!...

SEGIS. No
Me estorbe nadie, que es vana
Diligencia; y ¡Vive Dios!
Si os ponéis delante vos.
Que os eche por la ventana.

CRIADO 2° Huye, Clotaldo.

CLOT. ¡Ay de tí!
¡Qué soberbia vas mostrando.
Sin saber que estás soñando! (Vase.)

CRIADO 2° Advierte...

SEGIS. Aparta de aquí.

CRIADO 2° Que á su Rey obedeció.

SEGIS. En lo que no es justa ley
No ha de obedecer al Rey;
Y su Príncipe era yo.

CRIADO 2° El no debió examinar
Si era bien hecho ó mal hecho.

SEGIS. Que estáis mal con vos sospecho,
Pues me dais que replicar.

CLAR. Dice el Príncipe muy bien,
Y vos hicisteis muy mal.

CRIADO 2° ¿Quién os dio licencia igual?

CLAR. Yo me la he tomado.

SEGIS. ¿Quién
Eres tú, di?

CLAR. Entremetido;
Y desde oficio soy jefe,
Porque soy el mequetrefe
Mayor que se ha conocido.

SEGIS. Tú solo, en tan nuevos mundos,
Me has agradado.

CLAR. Señor,
Soy un grande agradador
De todos los Segismundos.

ESCENA IV
Astolfo. Segismundo. Clarín. Criados. Músicos

AST. ¡Feliz mil veces el dia,
Oh Príncipe, que os mostráis,
Sol de Polonia, y llenáis
De resplandor y alegría

Todos esos horizontes
Con tan divino arrebol;
Pues que salís como el Sol
De los senos de los montes!

Salid, pues, y aunque tan tarde
Se corona vuestra frente
Del laurel resplandeciente,
Tarde muera.

SEGIS. Dios os guarde.

AST. El no haberme conocido.
Sólo por disculpa os doy
De no honrarme más. Yo soy
Astolfo; duque he nacido

De Moscovia, y primo vuestro:
Haya igualdad en los dos.
SEGIS. Si digo que os guarde Dios,
¿Bastante agrado no os muestro?

Pero ya que, haciendo alarde
De quien sois, desto os quejáis,
Otra vez que me veáis
Le diré á Dios que no os guarde.

CRIADO 2* (A Astolfo.)
Vuestra Alteza considere
Que, como en montes nacido.
Con todos ha procedido.
Astolfo, señor, prefiere... (A Segismundo.)

SEGIS. Cansóme, como llegó
Grave á hablarme, y lo primero
Que hizo, se puso el sombrero.

CRIADO 2° Es Grande.

SEGIS. Mayor soy yo.

CRIADO 2° Con todo eso, entre los dos
Que haya más respeto es bien
Que entre los demás.

SEGIS. ¿Y quién
Os mete conmigo á vos?


ESCENA V

 

Estrella. Dichos.

 
ESTR. Vuestra Alteza, señor, sea
Muchas veces bien venido
Al dosel que, agradecido,
Le recibe y le desea,

Adonde, á pesar de engaños,
Viva augusto y eminente,
Donde su vida se cuente
Por siglos, y no por años,

SEGIS. (A Clarín.) Dime tú ahora, ¿Quién es
Esta beldad soberana?
¿Quién es esta diosa humana,
A cuyos divinos pies

Postra el cielo su arrebol?
¿Quién es esta mujer bella ?

CLAR. Es, señor, tu prima Estrella,

SEGIS. Mejor dijeras el sol.

Aunque el parabién es bien (A Estrella.)
Darme del bien que conquisto,
De sólo haberos hoy visto
Os admito el parabién:
 
Y así, de llegarme á ver
Con el bien que no merezco.
El parabién agradezco,
Estrella, que amanecer

Podéis, y dar alegría
Al más luciente farol.
¿Qué dejáis que hacer al sol,
Si os levantáis con el día?

Dadme á besar vuestra mano,
En cuya copa de nieve
El aura candores bebe.

ESTR. Sed más galán cortesano.

AST. (Ap.) Si él toma la mano, yo
Soy perdido.

CRIADO 2° (Ap. El pesar sé
De Astolfo, y le estorbaré.)
Advierte, señor, que no
Es justo atreverse así,
Y estando Astolfo ...

SEGIS. ¿No digo
Que vos no os metáis conmigo?

CRIADO 2° Digo lo que es justo.

SEGIS. A mí,
Todo eso me causa enfado.
Nada me parece justo
En siendo contra mi gusto.

CRIADO 2° Pues, yo, señor, he escuchado
De tí, que en lo justo es bien
Obedecer y servir.

SEGIS. También oíste decir
Que por un balcón, á quien
Me canse, sabré arrojar.

CRIADO 2° Con los hombres como yo.
No puede hacerse eso.

SEGIS. ¿No?
¡Por Dios! que lo he de probar.

(Cógele en los brazos y éntrase, y todos tras el, volviendo á salir
inmediatamente.)


AST. ¿Qué es esto que llego á ver ?

ESTR. Idle todos á estorbar. (Vase.)

SEGIS. (Volviendo.) Cayó del balcón al mar:
¡Vive dios! que pudo ser.

AST. Pues medid con más espacio
Vuestras acciones severas;

Que lo que hay de hombres á fieras,
Hay desde un monte á palacio.

SEGIS. Pues en dando tan severo
En hablar con entereza,
Quizá no hallaréis cabeza
En que se os tenga el sombrero. (Vase Astolfo.)


ESCENA VI


Basilio. Segismundo. Clarin. Criados.

 
BAS. ¿Qué ha sido esto?

SEGIS. Nada ha sido.
A un hombre, que me ha cansado,
Deste balcón he arrojado.

CLAR. (A Segismundo.)
Que es el Rey está advertido.

BAS. ¿Tan presto una vida cuesta
Tu venida al primer dia?

SEGIS. Díjome que no podia
Hacerse, y gané la apuesta.

BAS. Pésame mucho que cuando,
Príncipe, á verte he venido.
Pensando hallarte advertido.
De hados y estrellas triunfando,

Con tanto rigor te vea;
Y que la primera acción
Que has hecho en esta ocasión,
Un grave homicidio sea.

¿Con qué amor llegar podré
A darte ahora mis brazos.
Si de sus soberbios lazos,
Que están enseñados sé

A dar muerte? ¿Quién llegó
A ver desnudo el puñal
Que dio una herida mortal,
Que no temiese ? ¿ Quién vio

Sangriento el lugar, adonde
A otro hombre le dieron muerte.

Que no sienta? Que el más fuerte
A su natural responde.

Yo así, que en tus brazos miro
Desta muerte el instrumento,
Y miro el lugar sangriento,
De tus brazos me retiro;

Y aunque en amorosos lazos
Ceñir tu cuello pensé,
Sin ellos me volveré,
Que tengo miedo á tus brazos.

SEGIS. Sin ellos me podré estar,
Como me he estado hasta aquí;
Que un padre que contra mí
Tanto rigor sabe usar.

Que su condición ingrata
De su lado me desvia,
Como á una fiera me cria,
Y como á un monstruo me trata,

Y mi muerte solicita.
De poca importancia fué
Que los brazos no me dé.
Cuando el ser de hombre me quita.

BAS. Al Cielo y á Dios pluguiera
Que á dártele no llegara;
Pues ni tu voz escuchara.
Ni tu atrevimiento viera.

SEGIS. Si no me le hubieras dado,
No me quejara de tí;
Pero una vez dado, sí,
Por habérmele quitado;

Pues, aunque el dar la acción es
Más noble y más singular.
Es mayor bajeza el dar,
Para quitarlo después.

BAS. ¡Bien me agradeces el verte,
De un humilde y pobre preso,
Príncipe ya!

SEGIS. Pues en eso
¿Qué tengo que agradecerte?

Tirano de mi albedrío,
Si viejo y caduco estás,
Muriéndote, ¿Qué me das?
¿Dasme mas de lo que es mió?

Mi padre eres y mi Rey;
Luego toda esta grandeza
Me da la naturaleza
Por derecho de su ley.

Luego, aunque esté en tal estado.
Obligado no te quedo,
Y pedirte cuentas puedo
Del tiempo que me has quitado

Libertad, vida y honor;
Y así, agradéceme á mí
Que yo no cobre de tí,
Pues eres tú mi deudor.

BAS. Bárbaro eres y atrevido:
Cumplió su palabra el Cielo;
Y así, para él mismo apelo,
Soberbio y desvanecido.

Y aunque sepas ya quién eres
Y desengañado estés,
Y aunque en un lugar te ves
Donde á todos te prefieres,

Mira bien lo que te advierto:
Que seas humilde y blando.
Porque quizá estás soñando.
Aunque ves que estás despierto. (Vase.)

SEGIS. ¿Que quizá soñando estoy.
Aunque despierto me veo?
No sueño, pues toco y creo
Lo que he sido y lo que soy;

Y aunque ahora te arrepientas,
Poco remedio tendrás.
Sé quién soy, y no podrás.
Aunque suspires y sientas.

Quitarme el haber nacido
Desta corona heredero;
Y si me viste, primero,
A las prisiones rendido,

Fué porque ignoré quién era:
Pero ya informado estoy-
De quién soy, y sé que soy
Un compuesto de hombre y fiera.


ESCENA VII


Rosaura, en traje de mujer. Segismundo. Clarín. Criados.

 
ROS. (Ap) Siguiendo á Estrella vengo,
Y gran temor de hallar á Astolfo tengo;
Que Clotaldo desea
Que no sepa quién soy, y no me vea.
Porque dice que importa al honor mió;
Y de Clotaldo fio
Su efecto, pues le debo, agradecida,
Aquí el amparo de mi honor y vida.

CLAR. (A Segismundo.)
¿Qué es lo que te ha agradado
Más de cuanto aquí has visto y admirado?

SEGIS. Nada me ha suspendido,
Que todo lo tenia prevenido;
Mas, si admirarme hubiera
Algo en el mundo, la hermosura fuera
De la mujer. Leia
Una vez yo en los libros que tenia,
Que, lo que á Dios mayor estudio debe,
Es el hombre, por ser un mundo breve;
Mas ya que lo es recelo
La mujer, pues ha sido un breve cielo;
Y más beldad encierra
Que el hombre, cuanto va de cielo á tierra;
Y más si es la que miro.

ROS. (Ap.) El Príncipe está aquí; yo me retiro.

SEGIS. Oye, mujer, detente;
No juntes el ocaso y el oriente.
Huyendo al primer paso;

Que juntos el oriente y el ocaso,
La luz y sombra fria,
Serás, sin duda, síncopa del dia.
Pero ¿Qué es lo que veo?

ROS. Lo mismo que estoy viendo, dudo y creo.

SEGIS. (Ap.) Yo he visto esta belleza
Otra vez.

ROS. (Ap.) Yo esta pompa, esta grandeza
He visto reducida
A una estrecha prisión.

SEGIS. (Ap. Ya halló mi vida.)
Mujer, que aqueste nombre
Es el mejor requiebro para el hombre,
¿Quién eres? Que, sin verte,
Adoración me debes, y de suerte
Por la fe te conquisto.
Que me persuado á que otra vez te he visto.
¿Quién eres, mujer bella?

ROS. (Ap. Disimular me importa.)
— Soy de Estrella
Una infelice dama.

SEGIS. No digas tal; di el sol, á cuya llama
Aquella estrella vive.
Pues de tus rayos resplandor recibe.
Yo vi en reino de olores
Que presidia entre escuadrón de flores
La deidad de la rosa,
Y era su emperatriz por más hermosa;
Yo vi entre piedras finas
De la docta academia de sus minas
Preferir el diamante,
Y ser su emperador por más brillante;
Yo en esas cortes bellas
De la inquieta república de estrellas,
Vi en el lugar primero
Por rey de las estrellas al lucero;
Yo en esferas perfetas.
Llamando el sol á cortes los planetas,
Le vi que presidia.
Como mayor oráculo del dia.
Pues ¿Cómo, si entre flores, entre estrellas,

Piedras, signos, planetas, las más bellas
Prefieren, tú has servido
La de menos beldad, habiendo sido
Por más bella y hermosa,
Sol, lucero, diamante, estrella y rosa?


ESCENA VIII

 

Clotaldo, que se queda al paño. Segismundo. Rosaura. Clarín
Criados.

 
CLOT. (Ap.) A Segismundo reducir deseo,
Porque, en fin, le he criado ... Mas ¡Qué veo!

ROS. Tu favor reverencio;
Pespóndate retórico el silencio:
Cuando tan torpe la razón se halla,
Mejor habla, señor, quien mejor calla.

SEGIS. Nos has de ausentarte, espera.
¿Cómo quieres dejar de esa manera
A oscuras mi sentido?

ROS. Esta licencia á vuestra Alteza pido.

SEGIS. Irte con tal violencia
No es pedirla, es tomarte la licencia.

ROS. Pues, si tú no la das, tomarla espero.

SEGIS. Harás que de cortés pase á grosero;
Porque la resistencia
Es veneno cruel de mi paciencia.

ROS. Pues cuando ese veneno.
De furia, de rigor y saña lleno,
La paciencia venciera,
Mi respeto no osara, ni pudiera.

SEGIS. Sólo por ver si puedo.
Harás que pierda á tu hermosura el miedo.
Que soy muy inclinado
A vencer lo imposible: hoy he arrojado
De ese balcón á un hombre, que decia
Que hacerse no podia:
Y así, por ver si puedo, cosa es llana
Que arrojaré tu honor por la ventana.

CLOT. (Ap.) Mucho se va empeñando.
¿Qué he de hacer, cielos, cuando
Tras un loco deseo
Mi honor, segunda vez, á riesgo veo?

ROS. No en vano prevenía
A este reino infeliz tu tiranía
Escándalos tan fuertes
De delitos, traiciones, ires, muertes.
Mas ¿Qué ha de hacer un hombre
Que no tiene de humano más que el nomore,
Atrevido, inhumano.
Cruel, soberbio, bárbaro y tirano,
Nacido entre las fieras?

SEGIS. Porque tú ese baldón no me dijeras.
Tan cortés me mostraba.
Pensando que con eso te obligaba;
Mas, si lo soy hablando deste modo.
Has de decirlo, vive Dios, por todo.
— Hola, dejadnos solos; y esa puerta
Se cierre, y no entre nadie.

(Vanse Clarín y los criados.)


ROS. ¡Yo soy muerta!
— Advierte . . .

SEGIS. Soy tirano,
Y ya pretendes reducirme en vano.

CLOT. (Ap. ¡Oh qué lance tan fuerte!
Saldré á estorbarlo, aunque me dé la muerte.)
Señor, atiende, mira . . . (Llega.)

SEGIS. Segunda vez me has provocado á ira,
Viejo caduco y loco.
¿Mi enojo y mi rigor tienes en poco?
¿Cómo hasta aquí has llegado?

CLOT. De los acentos desta voz llamado,
A decirte que seas
Más apacible, si reinar deseas;
Y no, por verte ya de todos dueño.
Seas cruel porque quizá es un sueño.

SEGIS. A rabia me provocas,
Cuando la luz del desengaño tocas.

Veré, dándote la muerte.
Si es sueño ó si es verdad.
(Al ir á sacar la daga se la detiene Clotaldo, y se pone de rodillas.)

CLOT. Yo desta suerte
Librar mi vida espero.

SEGIS. Quita la osada mano del acero.

CLOT. Hasta que gente venga.
Que tu rigor y cólera detenga.
No he de soltarte.

ROS. ¡Ay cielo!

SEGIS. Suelta, digo,
Caduco, loco, bárbaro, enemigo,
O será desta suerte, (Luchan.)
Dándote ahora entre mis brazos muerte.

ROS. ¡Acudid todos presto,
Que matan á Clotaldo! (Vase.)
(Sale Astolfo á tiempo que cae Clotaldo á sus pies, y él se pone en
medio.)


ESCENA IX


Astolfo. Segismwido. Clotaldo.


AST. ¿Pues qué es esto,
Príncipe generoso?
¿Así se mancha acero tan brioso
En una sangre helada?
Vuelva á la vaina tan lucida espada.

SEGIS. En viéndola teñida
En esa infame sangre.

AST. Ya su vida
Tomó á mis pies sagrado;
Y de algo ha de servirle haber llegado.

SEGIS. Sírvate de morir; pues, desta suerte,
También sabré vengarme con tu muerte
De aquel pasado enojo.

AST. Yo defiendo
Mi vida; así la majestad no ofendo.
(Saca Astolfo la espada, y riñen.)

CLOT. No le ofendas, señor.

ESCENA X
Basilio. Estrella y acompañamiento. Segisnundo. Astolfo. Clotaldo.


BAS. ¿Pues, aquí espadas?

ESTR. (Ap.) ¡Astolfo es, ay de mí, penas airadas!

BAS. ¿Pues qué es lo que ha pasado?

AST. Nada, señor, habiendo tú llegado. (Envainan.)

SEGIS. Mucho, señor, aunque hayas tú venido.
Yo á ese viejo matar he pretendido.

BAS. ¿Respeto no tenias
A esas canas?

CLOT. Señor, ved que son mias:
Que no importa veréis.

SEGIS. Acciones vanas,
Querer que tenga yo respeto á canas;
Pues aun esas podría (Al Rey.)
Ser que viese á mis plantas algún día,
Porque aun no estoy vengado
Del modo injusto con que me has criado. (Vase.)

BAS. Pues antes que lo veas.
Volverás á dormir adonde creas
Que cuanto te ha pasado,
Como fué bien del mundo, fué soñado.
(Vanse el Bey, Clotaldo y el acompañamiento.)


ESCENA XI


Estrella. Astolfo.

 
AST. ¡Qué pocas veces el hado, que dice desdichas, miente,
Pues es tan cierto en los males, cuanto dudoso en los bienes!
¡Qué buen astrólogo fuera, si siempre casos crueles
Anunciara; pues no hay duda que ellos fueran verdad siempre!
Conocerse esta experiencia en mí y Segismundo puede,
Estrella, pues en los dos hace muestras diferentes.
En él previno rigores, soberbias, desdichas, muertes,
Y en todo dijo verdad. Porque todo, al fin, sucede;
Pero en mí, que al ver, señora, esos rayos excelentes,
De quien el sol fué una sombra y el cielo un amago breve,

Que me previno venturas, trofeos, aplausos, bienes,
Dijo mal, y dijo bien; pues solo es justo que acierte
Cuando amaga con favores y ejecuta con desdenes.

ESTR. No dudo que esas finezas son verdades evidentes;
Mas serán por otra dama, cuyo retrato pendiente
Al cuello trajisteis, cuando llegasteis, Astolfo, á verme;
Y siendo así, esos requiebros ella sola los merece.
Acudid á que ella os pague; que no son buenos papeles
En el consejo de amor las finezas ni las fees
Que se hicieron en servicio de otras damas y otros reyes.


ESCENA XII


Rosaura, que se queda al paño. Estrella. Astolfo.

 
ROS. (Ap ) Gracias á Dios, que llegaron ya mis desdichas
crueles
Al término suyo, pues quien esto ve nada teme!

AST. Yo haré que el retrato salga del pecho, para que entre
La imagen de tu hermosura. Donde entra Estrella, no tiene
Lugar la sombra, ni estrella donde el sol; voy á traerle.
— (Ap. Perdona, Rosaura hermosa, este agravio, porque ausentes
No se guardan mas fe que esta los hombres y las mujeres.) (Vase.)

(Adelántase Rosaura.)


ROS. (Ap.) Nada he podido escuchar, temerosa que me viese.

ESTR. ¡Astrea!

ROS. Señora mia.

ESTR. Heme holgado que tú fueses
La que llegaste hasta aquí, porque de tí solamente
Fiara un secreto.

ROS. Honras, señora, á quien te obedece.

ESTR. En el poco tiempo, Astrea, que há que te conozco, tienes
De mi voluntad las llaves; por esto, y por ser quien eres.
Me atrevo á fiar de tí lo que aún de mí muchas veces
Recaté.

ROS. Tu esclava soy.

ESTR. Pues, para decirlo en breve,
Mi primo Astolfo (bastara que mi primo te dijese.
Porque hay cosas que se dicen con pensarlas solamente),
Ha de casarse conmigo, si es que la fortuna quiere
Que con una dicha sola tantas desdichas descuente.
Pesóme que el primer dia echado al cuello trajese
El retrato de una dama: habléle en él cortésmente;

Es galán y quiere bien, fué por él, y ha de traerle
Aquí; embarázame mucho que él á mí á dármele llegue:
Quédate aqui, y cuando venga, le dirás que te le entregue
A tí. No te digo más; discreta y hermosa eres:
Bien sabrás lo que es amor. (Vase.)


ESCENA XIII


Rosaura.

 
Ojalá no lo supiese !
¡Válgame el cielo! ¿Quién fuera tan atenta y tan piudente.
Que supiera aconsejarse hoy en ocasión tan fuerte?
¿Habrá persona en el mundo, á quien el cielo inclemente
Con más desdichas combata, y con más pesares cerque?
¿Qué haré en tantas confusiones, donde imposible parece
Que halle razón que me alivie, ni alivio que me consuele?
Desde la primer desdicha, no hay suceso, ni accidente,
Que otra desdicha no sea; que unas á otras suceden,
Herederas de sí mismas. A la imitación del Fénix,
Unas de las otras nacen, viviendo de lo que mueren,
Y siempre de sus cenizas está el sepulcro caliente.
Que eran cobardes, decia un sabio, por parecerle
Que nunca andaba una sola; yo digo que son valientes.
Pues siempre van adelante, y nunca la espalda vuelven:
Quien las llevare consigo, a todo podrá atreverse.
Pues en ninguna ocasión no haya miedo que le dejen.
Dígalo yo, pues en tantas como á mi vida suceden,
Nunca me he hallado sin ellas, ni se han cansado hasta verme,
Herida de la fortuna, en los brazos de la muerte.
¡Ay de mí! ¿Qué debo hacer, hoy, en la ocasión presente?
Si digo quién soy, Clotaldo, á quien mi vida le debe
Este amparo y este honor, conmigo ofenderse puede;
Pues me dice que callando honor y remedio espere.
Si no he decir quién soy á Astolfo, y él llega á verme:
¿Cómo he de disimular? Pues, aunque fingirlo intenten
La voz, la lengua y los ojos, les dirá el alma que mienten.
¿Qué haré? — Mas ¿Para qué estudio lo que haré, si es evidente
Que por más que lo prevenga, que lo estudie y que lo piense.
En llegando la ocasión, ha de hacer lo que quisiere
El dolor? Porque ninguno imperio en sus penas tiene.
Y pues á determinar lo que ha de hacer no se atreve

El alma, llegue el dolor hoy á su término; llegue
La pena á su extremo; y salga de dudas y pareceres
De una vez; pero, hasta entonces, ¡Valedme, cielos, valedme!


ESCENA XIV


Astolfo, que trae el retrato. Rosaura.

 
AST. Este es, señora, el retrato ... Mas ¡Ay Dios!

ROS. ¿Qué se suspende
Vuestra Alteza? ¿Qué se admira?
 
AST. De oirte, Rosaura, y verte.
ROS. ¿Yo Rosaura? Hase engañado vuestra Alteza, si me tiene
Por otra dama; que yo soy Astrea, y no merece
Mi humildad tan grande dicha, que esa turbación le cueste.

AST. Basta, Rosaura, el engaño, porque el alma nunca miente;
Y aunque como á Astrea te mire, como á Rosaura te quiere.

ROS. No he entendido á vuestra Alteza, y así no sé responderle:
Sólo lo que yo diré, es que Estrella (que lo puede
Ser de Venus) me mandó que en esta parte le espere,
Y, de la suya, le diga que aquel retrato me entregue,
(!Que está muy puesto en razón!) y yo misma se lo lleve.
Estrella lo quiere así, porque aún las cosas mas leves
Como sean en mi daño, es Estrella quien las quiere.

AST. Aunque mas esfuerzos hagas, ¡Oh qué mal, Rosaura,
puedes
Disimular! Di á los ojos que su música concierten
Con la voz; porque es forzoso que desdiga y que disuene
Tan destemplado instrumento, que ajustar y medir quiere
La falsedad de quien dice con la verdad de quien siente.

ROS. Ya digo que sólo espero el retrato.

AST. Pues que quieres
Llevar al fin el engaño, con él quiero responderte.
Dirásle, Astrea, á la Infanta que yo la estimo de suerte,
Que, pidiéndome un retrato, poca fineza parece
Enviársele, y así, porque le estime y le precie.
Le envió el original; y tú llevársele puedes.
Pues ya le llevas contigo, como á tí misma te lleves.

ROS. Cuando un hombre se dispone, restado, altivo y valiente,
A salir con una empresa, aunque por trato le entreguen
Lo que valga más, sin ella necio y desairado vuelve.
Yo vengo por un retrato, y aunque un original lleve.

Que vale más, volveré desairada; y así, déme
Vuestra Alteza ese retrato, que sin él no he de volverme.

AST. Pues ¿Cómo, si no he de darle, le has de llevar?

ROS. Desta suerte.
¡Suéltale, ingrato! (Trata de quitársele.)

AST. ¡Es en vano!

ROS. ¡Vive Dios, que no ha de verse
En manos de otra mujer!

AST. ¡Terrible estás!

ROS. Y tú aleve!

AST. Ya basta, Rosaura mia.
ROS. ¿Yo tuya? ... Villano, mientes.

(Están asidos ambos del retrato.)



ESCENA XV


Estrella. Rosaura. Astolfo.

 
ESTR. Astrea, Astolfo, ¿Qué es esto?

AST. (Ap.) Aquesta es Estrella.

ROS. (Ap. Déme,
Para cobrar mi retrato, ingenio el amor.) Si quieres (A Estrella.)
Saber lo que es, yo, señora, te lo diré.

AST. (Ap. á Rosaura.) ¿Qué pretendes?

ROS. Mandásteme que esperase aquí á Astolfo, y le pidiese
Un retrato de tu parte. Quedé sola, y como vienen
De unos discursos á otros las noticias fácilmente.
Viéndote hablar de retratos, con su memoria acordéme
De que tenia uno mió en la manga. Quise verle,
Porque una persona sola con locuras se divierte;
Cayóseme de la mano al suelo; Astolfo, que viene
A entregarte el de otra dama, le levantó, y tan rebelde
Está en dar el que le pides, que en vez de dar uno, quiere
Llevar otro; pues el mió aun no es posible volverme.
Con ruegos y persuasiones: colérica é impaciente
Yo, se le quise quitar. Aquel que en la mano tiene,
Es mió: tú lo verás con ver si se me parece.

ESTR. Soltad, Astolfo, el retrato. (Quítasele de la mano.)

AST. Señora ...

ESTR. No son crueles
A la verdad, los matices.

ROS. ¿No es mió?

ESTR. ¿Qué duda tiene?

ROS. Ahora di que te dé el otro.

ESTR. Toma tu retrato, y vete.

ROS. (Ap.) Yo he cobrado mi retrato: Venga ahora lo que
viniere. (Vase.)


ESCENA XVI

 

Estrella. Astolfo.

 
ESTR. Dadme ahora el retrato, vos, que os pedí, que aunque
no piense
Veros ni hablaros jamás, no quiero, no, que se quede
En vuestro poder, siquiera porque yo tan neciamente
Le he pedido.

AST. (Ap. ¿Como puedo salir de lance tan fuerte?)
Aunque quiera, hermosa Estrella, servirte y obedecerte,
No podré darte el retrato que me pides, porque...

ESTR. Eres
Villano y grosero amante. No quiero que me le entregues;
Porque yo tampoco quiero, con tomarle, que me acuerdes
Que te le he pedido yo. (Vase.)

AST. Oye, escucha, mira, advierte ...
— ¡Válgate Dios por Rosaura! ¿Dónde, cómo, ó de qué suerte
Hoy á Polonia has venido á perderme y á perderte? (Vase.)
Prisión del Príncipe en la torre.


ESCENA XVII

 

Segismundo, como al principio, con pieles y cadena, echado en el
suelo. Clotaldo. Dos criados y Clarin.

 
CLOT. Aquí le habéis de dejar.
Pues hoy su soberbia acaba
Donde empezó.

UN CRIADO. Como estaba.
La cadena vuelvo á atar.
ti

CLAR. No acabes de dispertar,
Segismundo, para verte
Perder, trocada la suerte.
Siendo tu gloria fingida.
Una sombra de la vida,
Y una llama de la muerte.

CLOT. A quien sabe discurrir
Así, es bien que se prevenga
Una estancia, donde tenga
Harto lugar de argüir.
— Este es al que habéis de asir, (A los criados.)
Y en este cuarto encerrar.
(Señalando la pieza inmediata.)

CLAR. ¿Por qué á mí?

CLOT. Porque ha de estar
Guardado en prisión tan grave,
Clarin que secretos sabe.
Donde no pueda sonar.

CLAR. ¿Yo, por dicha, solicito
Dar muerte á mi padre? — No.
¿Arrojé del balcón yo
Al Icaro de poquito? ...
¿Yo sueño ó duermo? ¿A qué fin
Me encierran?

CLOT. Eres Clarin.

CLAR. Pues ya digo que seré
Corneta, y que callaré.
Que es instrumento ruin.
(Llévanle, y queda solo Clotaldo.)


ESCENA XVIII

 

Basilio, rebozado. Clotaldo. Segismundo, adormecido.

 
BAS. Clotaldo.

CLOT. ¡Señor! ¿Así
Viene vuestra Majestad?

BAS. La necia curiosidad
De ver lo que pasa aquí
A Segismundo (¡Ay de mí!),
Deste modo me ha traido.

CLOT. Mírale allí reducido
A su miserable estado.

BAS. ¡Ay Príncipe desdichado.
Y en triste punto nacido!
Llega á dispertarle, ya
Que fuerza y vigor perdió
Con el opio que bebió.

CLOT. Inquieto, señor, está,
Y hablando.

BAS. ¿Qué soñará
Ahora? Escuchemos, pues.

SEGIS. (Entre sueños.) Piadoso príncipe es
El que castiga tiranos:
Clotaldo muera á mis manos.
Mi padre bese mis pies.

CLOT. Con la muerte me amenaza.

BAS. A mí con rigor y afrenta.

CLOT. Quitarme la vida intenta.

BAS. Rendirme á sus plantas traza.

SEGIS. (Entre sueños.) Salga á la anchurosa plaza
Del gran teatro del mundo
Este valor sin segundo:
Porque mi venganza cuadre,
Vean triunfar de su padre
Al príncipe Segismundo. (Despierta.)
Mas ¡Ay de mí! ¿Dónde estoy?

BAS. Pues á mí no me ha de ver: (A Clotaldo.)
Ya sabes lo que has de hacer.
Desde allí á escucharle voy. (Retírase.)

SEGIS. ¿Soy yo por ventura? ¿Soy
El que preso y aherrojado
Llego á verme en tal estado?
¿No sois mi sepulcro vos.
Torre? — Sí. — !Válgame Dios,
Qué de cosas he soñado!

CLOT. (Ap.) A mí me toca llegar,
A hacer la deshecha ahora.
— ¿Es ya de dispertar hora? (A Segismundo.)

SEGIS. Sí, hora es ya de dispertar.

CLOT. ¿Todo el dia te has te estar
Durmiendo? — Desde que yo,
Al águila que voló
Con tardo vuelo seguí,
Y te quedaste tú aquí,
¿Nunca has dispertado?

SEGIS. No;
Ni aún agora he dispertado;
Que, según, Clotaldo, entiendo,
Todavía estoy durmiendo;
Yo no estoy muy engañado.
Porque, si ha sido soñado
Lo que vi palpable y cierto.
Lo que veo será incierto;
Y no es mucho que rendido,
Pues veo estando dormido,
Que sueñe estando despierto.

CLOT. Lo que soñaste me di.

SEGIS. Supuesto que sueño fué,
No diré lo que soñé;
Lo que vi, Clotaldo, sí.
Yo disperté, yo me vi
(¡Qué crueldad tan lisonjera!)
En un lecho, que pudiera
Con matices y colores
Ser el catre de las flores
Que tejió la primavera.

Aquí mil nobles, rendidos
A mis pies, nombre me dieron
De su Príncipe, y sirvieron
Galas, joyas y vestidos.
La calma de mis sentidos
Tú, trocaste en alegría.
Diciendo la dicha mia.
Que, aunque estoy desta manera,
Príncipe en Polonia era.

CLOT. Buenas albricias tendria.

SEGIS. No muy buenas: por traidor,
Con pecho atrevido y fuerte,
Dos veces te daba muerte.

CLOT. ¿Para mí tanto rigor?

SEGIS. De todos era señor,
Y de todos me vengaba;
Solo á una mujer amaba ...
Que fué verdad, creo yo,
En que todo se acabó,
Y esto solo no se acaba. (Vase el Rey.)

CLOT. (Ap. Enternecido se ha ido
El Rey de haberle escuchado.)
Como habíamos hablado
De aquella águila, dormido,
Tu sueño imperios han sido;
Mas en sueños fuera bien
Honrar entonces á quien
Te crió en tantos empeños,
Segismundo; que aún en sueños
No se pierde el hacer bien. (Vase.)


ESCENA XIX


Segismundo.

 
Es verdad; pues reprimamos
Esta fiera condición,
Esta furia, esta ambición,
Por si alguna vez soñamos;
Y sí haremos, pues estamos
En mundo tan singular.
Que el vivir solo es soñar:
Y la experiencia me enseña
Que el hombre que vive, sueña
Lo que es, hasta dispertar.
Sueña el Rey que es rey, y vive.
Con este engaño, mandando,
Disponiendo y gobernando;
Y este aplauso, que recibe
Prestado, en el viento escribe,
Y en cenizas le convierte
La muerte (¡Desdicha fuerte!):
¿Que hay quien intente reinar.
Viendo que ha de dispertar
En el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza.
Que más cuidados le ofrece;
Sueña el pobre que padece
Su miseria y su pobreza;
Sueña el que á medrar empieza;
Sueña el que afana y pretende;
Sueña el que agravia y ofende;
Y en el mundo, en conclusión,
Todos sueñan lo que son.
Aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
Destas prisiones cargado,
Y soñé que en otro estado
Mas lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? — Un frenesí.
¿Qué es la vida? — Una ilusión,
Una sombra, una ficción,
Y el mayor bien es pequeño:
Que toda la vida es sueño,
Y los sueños sueño son.