La vendimia
Mordiscan las tijeras con apáticos mimos, en un brillo piadoso, por los pámpanos ciegos; carbunclos y esmeraldas, gemas de extraños fuegos, desmayan sobre el cesto, en engarces opimos... La rendición copiosa -premio de cien trasiegos- licencia enhorabuena los galantes arrimos; y ufanadas las mozas con lustrosos racimos trenzan cucas muñeiras y fandangos manchegos. Es ya noche. Prismáticas transparencias de uvas rutilan en las fauces borrachas de las cubas... Y mientras Pan despierta himnos entre los saucos -ebria de lacrimosos frutos la frente eximia- como al cuerno propicio de Baco, la Vendimia, hacia la luna joven, abre sus ojos glaucos.