La sombra dolorosa
Gemían los rebaños. Los caminos llenábanse de lúgubres cortejos; una congoja de holocaustos viejos ahogaba los silencios campesinos. Bajo el misterio de los velos finos, evocabas los símbolos perplejos, hierática, perdiéndote a lo lejos con tus húmedos ojos mortecinos. Mientras unidos por un mal hermano me hablaban con suprema confidencia los mudos apretones de tu mano, manchó la soñadora transparencia de la tarde infinita el tren lejano, aullando de dolor hacia la ausencia.