La pobre gente: 12
ESCENA XI
editar- Dichos, FELIPE y TITA
FELIPE. -(Violento, empujando a la Tita.) ¡Ya!... ¡Pa dentro, mocosa inservible!... Ahora sí, que vas a llorar de veras... (Al ver la escena.) ¡Che, che, che!... ¿Qué bochinche es este?... Digan pues... (A Cuaterno.) Y usted, caballerito, ¿qué anda haciendo por acá?... ¿No le he prohibido que vuelva a poner los pies en esta casa?... ¡Fuera de aquí!... Y ustedes a trabajar...
ISIDORA. -No sé en que... Si no lo dobladillamos a usted mismo.
FELIPE. -A la máquina, he dicho...
TERESA. -Vamos, muchachas... que si se enoja el patrón, es capaz de pagarnos lo que nos debe...
ISIDORA. -Con que... me compraré un vestido... ¡Ja, ja, ja!... (Vanse a las máquinas.)
FELIPE. -¡Están muy comadres!... (A Zulma.) ¿Y vos?... ¿Qué tenés, con ese cara de madona disgustada?... ¿Dónde está la costura que has traído?...
ZULMA. -¡No traje nada, tata!
FELIPE. -¿Cómo? ¿Por qué?
ZULMA. -Por que ya no me dan más trabajo.
FELIPE. -¿Qué estás diciendo?...
ZULMA. -Lo que usted oye...
FELIPE. -¡Che, che, che!... Vení acá... ¿Qué ha pasado?
ZULMA. -Lo que ha pasado es que no vuelvo a poner los pies en esa casa...
FELIPE. -Eso será mientras yo no te lo mande...
ZULMA. -¡Nunca, nunca más!... Estoy cansada de sufrir vergüenzas y humillaciones y si ustedes no tienen consideración conmigo, yo me basto y me sobro para hacerme respetar. ¿Me entiende?
FELIPE. -¡Pero, explicate, muchacha!
ZULMA. -Me he explicado ya bastante. Por si lo quiere más claro, sepa que el registro ha resuelto no darnos más que hacer, y que hoy mismo despiden de la casa a Juan Pedro...
FELIPE. -Seguro que alguna picardía de ese mal hijo...
ZULMA. -No le eche la culpa al pobre muchacho, que nada tiene que ver... Yo, yo sola soy la responsable... y no me haga hablar más, tata... ¡por favor!...
FELIPE. -¡Ah, ya, ya!... Ya comprendo todo... Por eso me he encontrado con este atorrante aquí... ¡Como la casa no permite que las operarias se presenten con afiladores, y la señorita no puede pasarse sin la compañía de su adorado tormento, se han puesto de acuerdo ustedes dos para hacerse echar!
CUATERNO. -¡Eso es mentira!
FELIPE. - ¡Oh!... Pero ya los voy a arreglar... Sepa usted, señorita, que si hasta ahora le he permitido esa relación, en adelante, todo ha concluido... Y usted, a la calle... ¡Mal agradecidos!... Quitarle el pan a toda una familia... ¡Dejarnos a todos en la calle por un capricho!... (A Cuaterno.) ¡Mándese mudar le he dicho!...
CUATERNO. -¡No se apure!... Primero quiero que me oiga unas palabras... ¿Sabe lo que pasa en el fondo de todo esto? Bueno... Pasa que usted es un sinvergüenza y un haragán, que sabe que los gavilanes del registro andan atrás de su hija, y en vez de cuidar a esta muchacha, la empuja pa que la atrapen...
FELIPE. -Ah, ¿sí?... Querés que te la cuide pa vos, ¿no? ¿Pa que mañana te mantenga?...
CUATERNO. -No acostumbro a vivir del trabajo ajeno...
FELIPE. -¿Y por qué hasta ahora no has trabajado pa casarte con ella?... Te la hubieras llevao ya, y me ahorrabas esta vergüenza...
CUATERNO. -Eso tampoco le convenía a usted.
FELIPE. -Bueno, se acabó. Usted señorita, volverá conmigo al registro ahora mismo... Ya arreglaremos bien el asunto...
CUATERNO. -Eso lo veremos...
ZULMA. -No, tata... He dicho que no iré y ni a rastra me llevan... El asunto no tiene sino un arreglo... El que yo... ¡Qué vergüenza! A ese precio usted mismo sería incapaz de consentirlo...
FELIPE. -Macacadas... Venite haciendo la pulcra...¡Ingrata! Nos sacrificas a todos por el camote con ese atorrante... (A Cuaterno.) ¿Todavía estás acá vos?... ¿Querés que te espiante a palos?
CUATERNO. -(A Zulma, medio aparte.) ¿Y me dejás ir así?...
ZULMA. -Yo qué sé... ¿Qué querés que haga?...