La oruga y la zorra

FÁBULA XXXV.
La Oruga y la Zorra.

Si se acuerda el Lector de la tertulia
En que, á presencia de Animales varios,
La Zorra adivinó por qué se daban
Elogios Avestruz y Dromedario;
Sepa que en la mismísima tertulia
Un dia se trataba del Gusano
Artífice ingenioso de la seda,
Y tódos ponderaban su trabajo.
Para muestra presentan un capullo;
Exâmínanle; crecen los aplausos;
Y aun el Topo, con tódo que es un ciego,
Confesó que el capullo era un milagro.
Desde un rincon la Oruga murmuraba
En ofensivos términos, llamando
La labor admirable, friolera,
Y á sus elogiadores, mentecatos.

Preguntábanse, pues, únos á ótros:
¿Por qué este miserable Gusarapo
El único ha de ser que vitupere
Lo que tódos acordes alabamos?
Saltó la Zorra, y dixo: ¡Pese á mi alma!
El motivo no puede estar mas claro,
¿No sabéis, compañeros, que la Oruga
Tambien labra capullos, aunque malos?
Laboriosos Ingenios perseguidos,
¿Queréis un buen consejo? Pues, cuidado.
Quando os provoquen ciertos envidiosos,
No hagáis más que contarles este caso.