La noche de la verbena
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ANTONIO CASERO
DE LA VERBENA
DE 1919, EN LA LA FIESTA DEL SAINETE ORGANIZADA POR LA
ASOCIACIÓN DE LA PRENSA.
SAÉNZ DE JUBERA, HERMANOS, EDITORES
1919
D. CÁNDIDO LARA Y ORTAL
En los momentos plenos de emoción del estreno, al oír los aplausos con que el benévolo concurso acogía LA NOCHE DE LA VERBENA, yo evocaba el recuerdo de uno de mis más ilustres y queridos amigos, del inolvidable don Cándido Lara, y honda melancolía apoderábase de mi espíritu al pensar que ya nunca más me acompañaría en estas jornadas aquel hombre tan bueno y cariñoso, que se complacía, como en cosa propia, con el feliz éxito del humilde sainetero.
¿Cómo ha de olvidar éste el cariño paternal que D. Cándido le tenía, dándole alientos y esperanzas en su labor teatral?...
Eterna será la memoria de aquel simpático madrileño que con su hombría de bien y su laboriosidad llegó a ser Excelentísimo señor, senador vitalicio, y lo que es aún más hermoso y admirable, benemérito protector del arte escénico, dedicando al teatro que él fundó todos sus amores y entusiasmos, para que fuera, como ha sido siempre, heraldo del arte más puro y exquisito.
¡Bendita sea la memoria de los hombres que tan generosamente dedicaron su vida al trabajo y al ideal!
PERSONAJES |
ACTORES
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CARMEN | María Palou. |
PEPA | Leocadia Alba. |
SEÑÁ SUSANA | Virginia Alverá. |
SEÑÁ MARGARITA. | Amalia Sánchez-Ariño. |
ROSA | Carmen Ponce de León. |
PETRILLA | Elisa Méndez. |
UNA CHIQUILLA | Pilar Fernán Rubio. |
ANTONIO | Luis Manrique. |
SEÑOR JULIÁN | José Isbert. |
SEÑOR MATÍAS | Miguel Mihura. |
de la Virgen de la Paloma
Es mujer humilde; ha sufrido mucho. Se quedó ciega y lleva su desgracia con gran resignación. No quiere oir penas; con su alegría trata de animar a los que la quieren y sufren por ella. Al principio de la obra vestirá el traje de artesana con gran corrección y cuando lo marque el diálogo se ha de engalanar con un buen vestido, y ha de lucir ricas joyas, que al fin es la esposa de un hombre rumboso, maestro de obras que gana mucho dinero y no le duele gastarlo.
Cumplió los 50; a postinera la ganarán, pero a mujer decidida y chulapona... ¡me pae que no! Viste el traje de artesana de los madriles, y le da 70 reales al que encuentre en su ropa una mancha o un rasguño.
Viejecitos alegres, que aunque están bordeando sus 75 primaveras, aún tienen desplantes juveniles: ella con un pañolón de Manila, que apenas puede llevar sobre sus hombros, con sus típicas arracadas de oro y diamantes rosa, y muy refinados los pocos cabellos blancos que aún la quedan; y él engalanado con lo mejor del baúl, un traje de corte antiguo que guarda con alcanfor para las grandes solemnidades, y un sombrero hongo pasado de moda; tratan de conservar la tradición, y van de verbena; para disimular sus alifafes derrochan la poca alegría que les queda. Han de presentarse simpáticos y animosos.
Tipo de fiadora madrileña, con su mantoncillo de crespón y bien calzada.
Representa unos 30 años; tipo de obrera con un mantoncillo de color de ala de mosca, y una indumentaria como de haber perdido las ilusiones de lucir el tipo.
Una chavala alegre; es peinadora y va por esas calles luciendo su palmito y enredando corazones en los flecos de su mantoncillo de crespón.
Pues... eso, una chica muy resuelta para decir las cuatro palabras que la tocan en el reparto.
Hombre joven, curtido por el trabajo y atropelladillo por las juergas; viste bien, con relativa elegancia, luce una espléndida sortija. En su modo de hablar se ha de ver siempre al obrerillo madrileño que llega a ser maestro en su arte.
Un obrero de 50 años; traje de albañil y una americanilla oscura. Habla muy reposadamente y se ve a la legua que ha nacido en Chamberí o en Lavapiés.