La mejor espigaderaLa mejor espigaderaTirso de MolinaActo II
Acto II
Salen el REY de Moab, RUT,
ORFÁ, TIMBREO, NISIRO y otros
REY:
¿Es posible, hija querida,
que cuando para consuelo
de mi vejez afligida
en ti creí darme el cielo
un báculo en que mi vida
sustentase al grave peso
de mi edad y la grandeza
que con el reino intereso,
quieres con esa tristeza
quitarme el descanso y seso?
¿No me bastaba, el cuidado
que en mi larga edad se ve?
¿Cómo de un reino pesado
la carga sustentaré
sobre un báculo quebrado?
¿Qué interior melancolía
eclipsa la luz hermosa
de esa cara que es mi día?
¿Qué cierzo seca la rosa
de esa primavera mia?
¿Qué riguroso pirata,
hurtando al gusto el tesoro,
te aflige y matarme trata,
cuando tus cabellos de oro
daban valor a mi plata?
REY:
Un mes ha que en dilaciones
suspendo tu casamiento,
y fingiendo ocupaciones
doy ziguroso tormento
a enamoradas pasiones.
¿Cuándo tras la noche oscura
de ese escondido pesar,
tirano de tu hermosura,
volverá el sol a alumbrar
de tu cara mi ventura?
¿Cuándo del hermoso espejo
en que mis penas engaño
y mi amor cifrado dejo,
quitarás el triste paño
para mirarse este viejo?
¿Cuándo en tu rostro gentil
cobrarán su resplandor
Rut, el coral y el marfil?
¿Cuándo poblará de flor
tus mejillas el Abril?
¿Y cuándo, en fin, mi deseo
su vejez remozará,
y en los brazos de Himeneo
seguro dormir podrá
el firme amor de Timbreo?
TIMBREO:
No es digna mi suerte dura
que goce sin contrapeso,
señor, tan grande hermosura.
Quíteme su amor el seso,
y su desdén la ventura,
seré amante desdichado,
y tendré que agradecer
menos al amor vendado,
que el pesar con el placer
de mis bodas ha mezclado.
ORFÁ:
¿Es posible, prima mía,
que no sabremos el mal
que destierra tu alegría,
la enfermedad más mortal,
la mayor melancolía?
Remedio buscar procura
y el tormento que hay más grave,
conocido se asegura,
porque el mal que no se sabe
con dificultad se cura.
Habla, que quien comunica
su mal, los dolores mengua,
porque remedios aplica.
La enfermedad toda es lengua
que sus tormentos aplica.
Habla el pulso, la color,
hablan las manos, los ojos,
el destemplado calor,
los suspiros, los enojos,
los desvelos, el dolor.
Solamente en ti se muda
este orden, pues del modo
que tu vida has puesto en duda,
en ti ha enmudecido todo
viendo que padeces muda.
REY:
Por mi vida, si es de estima
en ti quien el ser te dió,
por la de tu esposo y prima,
Rut mía, que sepa yo
la pasión que te lastima.
Aclara la confusión
que mi vejez atropella.
ORFÁ:
Danos de tu mal razón,
cara prima.
TIMBREO:
Esposa bella,
si yo he sido la ocasión
de ese pesar, que tirano
a dos en uno atormenta,
y sientes darme la mano,
a trueque que estés contenta
quiero perder lo que gano.
Piérdase el reino que espero
por ti esperar; tu belleza
pierda mi amor verdadero,
la esperanza que ya empieza
a secar tu rigor fiero;
la vida que en ti confía
y el gusto que puse en ti;
que, aunque es en ofensa mía,
más quiero perderte a ti
que tú pierdas la alegría.
REY:
¿Qué callando, mi Rut, quieres
dar a mi vejez enojos?
RUT:
Padre, siempre en las mujeres
pueden livianos antojos
tiranizar sus placeres.
¿Quién, padre y señor, creyera,
cuando de tus reinos soy
y tesoros heredera,
que de la pena en que estoy
la causa una joya fuera?
El día que a divertir
salí al campo con Timbreo
penas que suelo sufrir,
que en el mundo no hay deseo
que llegue el gusto a cumplir,
dormida al sonoro acento
de la música suave,
di treguas al pensamiento,
que cerrar los ojos sabe
de un Mercurio el instrumento.
Todos sola me dejaron,
y apenas en varios sueños
mis esperanzas pintaron
gustos agora pequeños,
que al cielo entonces volaron,
cuando perdiendo el decoro
al valor que en mí se ve,
a un extranjero que ignoro
vi que cuando desperté
con más codicia del oro
que de mi cuello pendía
que de mi honor, que temió
su ofensa, mientras dormía
la cadena me quitó
que en más estima tenía.
Quise dar voces, temí
la muerte que amenazaba;
dejésela en fin, y huí
adonde mi gente estaba,
y tanto ha podido en mí
su atrevimiento y mi pena,
que entretanto que el ladrón
darme la suerte no ordena,
que me robó el corazón,
quiero decir la cadena,
no hay, padre, para qué trates
que cobre el gusto perdido
por más que el tiempo dilates.
Mira lo que en mí han podido
mujeriles disparates.
REY:
Pues, Rut, ¿por causa tan poca
a perder la salud vienes?
¿Eso a pesar te provoca,
cuando mis tesoros tienes
haciendo ley de tu boca?
TIMBREO:
¿Una cadena te agravia,
siendo bastante a impedir
tu alegría y eres sabia?
Traslada a Moab a Ofir;
pide a los montes de Arabia
de sus partos abundantes
el acendrado metal;
déte el Asia sus diamantes,
y entre perlas y coral
sus crisólitos brillantes;
bálsamo Egipto destile,
y de ámbar te ofrezca pomas
con que tu pena aniquile;
plata Tarsis, Saba aromas,
seda el persa gusano hile
que teja el medo con oro,
y el múrice después tiña,
y en fe de lo que te adoro
para que tus sienes ciña,
el sol te dé su tesoro,
que una cadena es bajeza
que eclipse el hermoso Oriente
de tu divina belleza.
RUT:
Luego yo discretamente
os callaba mi tristeza.
No la materia, Timbreo,
cuando sucedo a mi padre,
de la cadena deseo,
sino el dármela mi madre
y el hurtármela un hebreo
de mi pena es la ocasión;
que soy mujer te confieso,
cuya leve inclinación
hace que unas coman yeso,
y que estimen el carbón
otras más que el néctar puro
que a Jove da Ganimedes.
Venganza tomar procuro
de un ladrón que buscar puedes,
y vive en Moab seguro.
¿Qué vellocino a Jasón?
¿qué manzanas de oro pido,
si no en fe de tu afición,
a mi amor agradecido,
que me busques un ladrón?
TIMBREO:
Si en eso no más estriba
tu tristeza, alégrate,
que aunque el vil hebreo viva
en los cielos, subiré,
por servirte, más arriba.
Venid, y en Moab no quede
casa, posada o mesón,
que si hospicio le concede,
no busquéis, pues mi pasión
y amor a su industria excede.
Vase TIMBREO
REY:
¡Que por cosa, hija, tan poca
te entristeces siendo cuerda?
RUT:
Volveráme el pesar loca
de que una joya se pierda
que a venganza me provoca,
y que un bárbaro robusto
me lleve, padre, con ella
robada el alma y el gusto,
fue de mi madre, y perdella
sin que lo sienta, ¿no es justo?
Si como a hija me quieres
déjame sola entretanto
que al ladrón no me trujeres.
REY:
Es niño Amor, no me espanto
que le imitéis las mujeres.
Vase el REY
ORFÁ:
¿Tú lloras por niñerías?
RUT:
La soledad, prima Orfá,
alivia las penas mías.
ORFÁ:
Mi amor consolar podrá,
prima, tus melancolías.
No pienses; si eres discreta,
que persuadirme podrás,
en la pasión que te aprieta,
que de la pena en que estás
no haya otra causa secreta
más que el oro, que no estimas.
Lo que con la lengua callas
dicen los ojos, enigmas
que Amor sabe adivinallas,
aunque a ocultarlas te animas.
Misterio tiene el ladrón.
que tanto apeteces ver.
RUT:
No pienso que es discreción
ni amistad querer saber
lo que oculta el corazón.
No acrecientes mi pesar.
ORFÁ:
Músico el amor parece,
que haciéndose de rogar
para que a cantar empiece,
después no sabe acabar.
Voyme, que aunque agora estés
de esa opinión, tu tristeza
me buscará, si amor es,
y una vez, si el canto empieza,
no sabrá acabar después.
Vase ORFÁ
RUT:
¿De qué ha servido--¡ay de mí!--
el hüir de mi enemigo,
pues que le truje conmigo?
¿Si en el alma le admití,
para qué mando que aquí
me le vuelvan en prisión?
¿Si vive en mi corazón,
cómo con su ausencia pena?
y si le di la cadena,
¿por qué le llamo ladrón?
¿Cómo, Amor, te llaman ciego,
si te engendras de mirar?
¿Por qué tiemblas al hablar,
si te dan nombre de fuego?
¿Par qué quitas el sosiego,
si el mundo paz te ha llamado?
¿Cómo eres rey sin estado?
¿Cómo dios, y estás desnudo?
¿Cómo elocuente, si mudo?
¿Cómo cobarde, si osado?
Si blasona tu poder
que eres deidad atrevida,
¿cómo acometes dormida
el pecho de una mujer?
¿Quién definirá tu ser,
si de repugnancias nace;
ni de ti quien caudal hace
que en breve no se consuma,
si eres nieto de la espuma
que el viento en el mar deshace?
Pero sin provecho empleo
injurias que en vano gasto,
pues a obligarte no basto
a que alivies mi deseo.
¡Ay, encantador hebreo!
Como yo te vea presente,
para que Amor no se afrente,
confesaremos los dos
que es vida, que es rey, que es dios,
que es luz, que es paz, que es clemente.
Sale MASALÓN, vestido de sayal
muy pobre
MASALÓN:
Discreta necesidad,
después que contigo estoy,
lo que eres sé, y lo que soy.
Necia es la felicidad,
contigo anda la verdad;
la mentira y la abundancia
acompanan la arrogancia
con la afectada belleza.
Mientras serví a la riqueza
fui siervo de la ignorancia.
Mas ya que pobre me veo,
como de un confuso abismo,
conociéndome a mí mismo
a mí mismo me poseo.
Libró el cordel a Teseo
del intrincado vergel,
y yo también salgo de él
para que librarme pueda,
que del engaño que enreda
es la verdad el cordel.
MASALÓN:
Mas, pensamiento atrevido
¿dónde entrando me desvelas?
¿Qué tienen que ver las telas
con el sayal abatido?
Amor, aquí me has metido,
que abatiendo me levantas;
mas ¿cómo osarán mis plantas
pisar reales pavimentos,
ni mis pobres pensamientos
osar pretender infantas?
Mas, Amor, ella está aquí.
¡Ay, imposibles quimeras!
¡Pluguiera a Dios que durmieras
como la vez que te vi!
¿Habrá atrevimiento en mí
para hablarla, cielos? No;
ella es rica, y pobre yo.
¿Qué osadía habrá que cobre
ánimo, si siempre el pobre
delante el rico tembló?
Vuélvome..., pero en el sueño
que fingí ¿no supo Amor
el no esperado favor
con que me llamó su dueño?
De su semblante risueño
mi esperanza vi crecer;
pero si me llega a ver
pobre mendigo extranjero,
ya sin hacienda ¿qué espero,
si es mudanza la mujer?
MASALÓN:
Mas ¿no me dijo deseo,
por más que el temor te ofusca,
"el que bien ama bien busca,
busca si amas bien, hebreo?"
Si lo que buscaba veo,
¿por qué apartándome dudo?
Igualar el Amor pudo
el burel al real ornato;
del mismo Amor soy retrato,
pues vengo como él desnudo.
Si le engendra semejanza,
y su semejanza soy,
Amor es rey, Amor soy,
no hay de qué tener mudanza.
Rico vengo de esperanza,
aunque pobre de riqueza.
El poder y la grandeza
al más humilde levanta.
Ánimo, pues, que la infanta
sublimará mi bajeza.
RUT:
Hombre, ¿qué buscas aquí?
¿Sabes que estás en palacio,
y que es prohibido este espacio
sino a mi padre y a mí?
MASALÓN:
Perdona si te ofendí.
La ignorancia en todo yerra.
Como no soy de esta tierra
entré donde no sabía;
aquí de la patria mía
la pobreza me destierra.
Mas voyme por no ofenderte.
RUT:
Espera.
MASALÓN:
Servirte trato.
RUT:
(¿No es éste, Amor, el retrato (-Aparte-)
que a mi honor hizo atreverte?
Sí; ¿mas pobre de esta suerte
un príncipe de Efratá?
Disfraz sin duda será
con que a verme habrá venido,
que si el pobre es atrevido,
¿en que parte no entrará?)
¿De dónde eres?
MASALÓN:
De Belén.
RUT:
¿Qué buscas?
MASALÓN:
Mi traje es lengua
y te contará mi mengua,
que yo no lo diré bien.
RUT:
¿Por qué?
MASALÓN:
La necesidad
cuando a combatir comienza
al noble causa vergüenza,
y al plebeyo libertad.
RUT:
¿Pues tú eres noble?
MASALÓN:
Sí.
RUT:
¿Y tu hacienda?
MASALÓN:
Hela perdido.
RUT:
¿Jugado?
MASALÓN:
Yo el juego he sido.
RUT:
¿De quién?
MASALÓN:
Del tiempo y de ti.
RUT:
¿Robáronte?
MASALÓN:
Alarbes crueles.
RUT:
¿Nada vales?
MASALÓN:
Es verdad.
RUT:
¿Quedóte algo?
MASALÓN:
Voluntad.
RUT:
¿Qué más?
MASALÓN:
Pensamientos fieles.
RUT:
¿Y eso tiene valor?
MASALÓN:
Sí.
RUT:
¿Sin hacienda?
MASALÓN:
Es pobre Amor.
RUT:
En fin, ¿amas?
MASALÓN:
Con temor.
RUT:
¿Pues de quién temes?
MASALÓN:
De ti.
RUT:
¿Soy fea que espanto?
MASALÓN:
Obligas.
RUT:
¿A qué?
MASALÓN:
Al culto que mereces.
RUT:
Piadosa soy.
MASALÓN:
Favoreces.
RUT:
Pero hija de un rey.
MASALÓN:
Castigas.
RUT:
¿Pides limosna?
MASALÓN:
Sí pido.
Dale una cadena
RUT:
Toma.
MASALÓN:
Con otra me has preso.
RUT:
¿Preso yo?
MASALÓN:
La vida y seso.
RUT:
¿Tú eres pobre?
MASALÓN:
Y atrevido.
RUT:
¿Qué aguardas?
MASALÓN:
Morir aguardo.
RUT:
¿Por quién?
MASALÓN:
Por quien me condena.
RUT:
¿Con qué?
MASALÓN:
Con esta cadena.
RUT:
Guárdala allá.
MASALÓN:
Ya la guardo.
RUT:
Otra vez te he visto yo.
MASALÓN:
Y en fortuna diferente.
RUT:
¿Dónde fue?
MASALÓN:
Junto a una fuente
mi amor dormida te halló.
RUT:
Cortés fuiste.
MASALÓN:
No heredé
dicha como cortesía.
RUT:
Lo que entonces te debía
mi honor ya te lo pagué.
¿Una joya no te di?
MASALÓN:
Otra cadena me diste.
Todo es prision.
RUT:
¿Qué la hiciste?
MASALÓN:
A una madre socorrí
con ella y a un pobre hermano,
que dando a mi padre muerte
vivos me dejó la suerte,
y del despojo tirano
de los bárbaros quedó
segura por escondella,
que solo, señora, en ella
nuestro caudal se cifró.
Venderánla para hallar
con qué vestir y comer,
y yo viniéndote a ver
quise atrevido probar
si como ejecutas pagas.
RUT:
¿Pues yo qué ejecuto en ti?
MASALÓN:
La libertad que perdí;
¿a quién no es bien satisfagas
siendo del alma tesoro,
con el más rico metal,
pues nunca fue paga igual
de la voluntad el oro?
La mía se llama a engaño.
RUT:
¿Yo qué libertad te debo?
MASALÓN:
Si ante Amor el pleito llevo,
no sentenciará en mi daño.
El contrato se deshaga,
pues soy pobre y acreedor;
amor te di, dame amor,
que amor con amor se paga.
RUT:
¡Hay igual atrevimiento!
Loco, ¿aquí para eso entraste?
MASALÓN:
Vine a hacer lo que mandaste.
Testigo el prado y el viento.
RUT:
¡Buenos testigos te abonan!
¿Yo qué te mandé jamás?
MASALÓN:
Si en vano las voces das
que tu inconstancia pregonan,
mudable fue tu deseo
cuando dijo, aunque te ofusca,
"El que bien ama, bien busca;
busca si amas bien, hebreo."
Bien amé, mal he buscado,
pues hallándote te pierdo.
RUT:
¿Loco estás?
MASALÓN:
Mal seré cuerdo
si tal deuda me has negado.
RUT:
¿A dónde vas?
Hace que se va MASALÓN
MASALÓN:
A morir.
RUT:
¿Quién te fuerza?
MASALÓN:
Tu mudanza.
RUT:
Espera.
MASALÓN:
No hay esperanza.
RUT:
Yo te la doy.
MASALÓN:
Por fingir.
RUT:
¿Tú me injurias?
MASALÓN:
Tengo celos.
RUT:
¿Pues hete yo amado?
MASALÓN:
Sí.
RUT:
¿Cuando?
MASALÓN:
Soñando te vi.
RUT:
¿Qué soñaba?
MASALÓN:
Mis desvelos.
RUT:
¿Yo amarte?
MASALÓN:
Como a la vida.
RUT:
Fue sueño.
MASALÓN:
Fue cosa cierta.
RUT:
¿Durmiendo?
MASALÓN:
Estando despierta,
RUT:
¿Enamorada?
MASALÓN:
Y perdida.
RUT:
¿Qué hacías tú?
MASALÓN:
Dormir fingía.
RUT:
¿Para qué?
MASALÓN:
Para escucharte.
RUT:
¡Oh, traidor!
MASALÓN:
Amor es arte.
RUT:
Ya me mudé.
MASALÓN:
Suerte es mía.
RUT:
Cásanme.
MASALÓN:
Mi muerte aguardo.
RUT:
Vete.
MASALÓN:
Impídelo mi pena.
RUT:
¿Quién te estorba?
MASALÓN:
Esta cadena.
RUT:
Guárdala allá.
MASALÓN:
Ya la guardo.
RUT:
Hebreo, que hablando hechizas,
monstruo, que mirando matas,
pobre, que reyes maltratas,
guerra, que almas tiranizas,
¿de qué conjuros te armas?
¿Sin llamas, cómo me enciendes?
¿Desnudo, cómo me ofendes?
¿Cómo me vences sin armas;
Mas--¡ay!--que ignorante dudo
de Amor las leyes discretas,
que trayendo armas secretas
conquiste ciego y desnudo.
En fin, ¿me tienes amor?
MASALÓN:
Testigo mi pena ha sido.
RUT:
¿Luego serás atrevido?
MASALÓN:
No sabe Amor el temor.
RUT:
¿Pues osarás ser mi esposo?
MASALÓN:
Imposibles de amor sigo.
RUT:
Tienes un fuerte enemigo.
MASALÓN:
Amor es más poderoso.
RUT:
Eres de contraria ley.
MASALÓN:
No hay ley que al Amor le cuadre.
RUT:
Es rey de Moab mi padre.
MASALÓN:
Amor es Dios, si él es rey.
RUT:
Agraviaráse su corte.
MASALÓN:
No agravies tú mi firmeza.
RUT:
Cortaráte la cabeza.
MASALÓN:
A todo da el Amor corte.
RUT:
¿Si te mata?
MASALÓN:
Muerto estoy.
RUT:
Loco estás.
MASALÓN:
Estoy sin seso.
RUT:
¿Si te prenden?
MASALÓN:
¡Qué más
preso!
RUT:
Extraño eres.
MASALÓN:
Tuyo soy.
RUT:
Teme el peligro.
MASALÓN:
Es en vano.
RUT:
¿Quién lo impide?
MASALÓN:
Tu hermosura.
RUT:
¿Tu vida?
MASALÓN:
Aquí está segura.
RUT:
¿En qué amparo?
MASALÓN:
En esta mano.
Tómala y bésala
RUT:
Hombre, ¿qué haces?
MASALÓN:
Adorarla.
RUT:
¿Estás en tí?
MASALÓN:
Estoy en ella.
RUT:
¿Qué intentas?
MASALÓN:
Vivir por ella.
RUT:
¿Vivir, cómo?
MASALÓN:
Con besarla.
RUT:
Suelta.
MASALÓN:
Nieve es entre brasas.
RUT:
Vete.
MASALÓN:
Inténtolo, y no acierto.
RUT:
¡Ay, hebreo, que me has muerto!
MASALÓN:
¡Ay, moabita, que me abrasas!
RUT:
¡Vive tu Dios soberano,
que otro que tú no ha de ser
dueño a quien pueda ofrecer
el alma como la mano!
Si Amor de tu parte está,
¿quien impide mi deseo?
Adiós, patria, rey Timbreo;
adiós, temores. ¡Ah, Orfá!
Sale ORFÁ
ORFÁ:
Llamas, prima?
RUT:
Llamas fieras
del alma a la lengua pasan
que te llaman y me abrasan,
si antes mudas, ya parleras.
ORFÁ:
¿Ves como al músico imitas,
que haciéndote de rogar,
agora para cantar
me ruegas y solicitas?
¿Qué tenemos?
RUT:
¿El poder
de un príncipe, cara prima,
no es de tal valor y estima,
que mide con su querer
su potencia?
ORFÁ:
Ley es ésa
que el poder estableció.
RUT:
¿No soy la primera yo?
ORFÁ:
De Moab eres princesa.
RUT:
Luego ¿lo que quiero puedo?
ORFÁ:
Puedes todo lo que alcanza
de tu poder la esperanza.
RUT:
¿Tener un príncipe miedo
no es bajeza?
ORFÁ:
Sólo a Dios,
y a lo que es contra lo justo
teme un príncipe.
RUT:
Mi gusto,
Amor, sólo os teme a vos,
que sois Dios a cuya llama
toda deidad tiene miedo.
ORFÁ:
Pues bien.
RUT:
A mi padre heredo.
ORFÁ:
Es verdad.
RUT:
Qué ¿tanto me ama?
ORFÁ:
Cualquier encarecimiento
con su amor no lo será.
RUT:
Pues si me ama, no querrá
mi padre que en un tormento
viva eterno, quien adora.
ORFÁ:
Ésa es cosa conocida.
RUT:
¿Y por conservar la vida
de quien es su sucesora
dará por bien hecho todo
lo que a su conservación
conviniere?
ORFÁ:
En confusión
me tienes de aquese modo.
RUT:
¿No incumbe a la real grandeza,
para mostrar su poder,
a lo que no tiene ser
sublimar?
ORFÁ:
Naturaleza
hace que con eso cobre
el poder en que se ve.
RUT:
Quién hay que más cerca esté
de la nada que el que es pobre?
ORFÁ:
Ninguno, a lo que sospecho;
porque, en fin, el no tener
es, prima, casi no ser.
RUT:
Con eso me has satisfecho.
Si tú hallaras un diamante
del valor más estimado
que vió el sol, aunque engastado
del lapidario ignorante
en un anillo de plomo,
¿qué hicieras?
ORFÁ:
¿Qué? le realzara,
y el mejor oro buscara
para él.
RUT:
Ese ejemplo tomo,
y en fe de tu ostentación
tu mano honrarás con él.
ORFÁ:
No fiara, si no es de él
el dedo del corazón.
¿Qué intentas con las preguntas
que tan diversas me has hecho?
RUT:
Declararte mi provecho
en ellas hoy si las juntas.
El poder es un rey grande,
mi padre es rey, yo le heredo.
Tener un príncipe miedo,
si no es a los que le mande,
es afrentosa bajeza,
y el dar ser a lo que es nada
es hazaña reservada
al rey y a naturaleza.
Un pobre casi no tiene
ser que su humildad levante,
y si es ilustre, es diamante
que engastado en plomo viene.
El diamante de Judá,
que á enriquecer Moab basta,
es éste que en plomo engasta
la pobreza con que está.
Halléle y por lo que gano
en su fineza y valor,
quiero engastarle en mi amor
para honrar con él mi mano,
que si el temor es empresa
en el príncipe culpada,
dando ser a lo que es nada
no temo, pues soy princesa;
ni tienes que replicarme
con mi padre o con Timbreo,
si estimas lo que deseo
y te precias de agradarme.
Lleva aqueste hebreo contigo,
y en la recámara real
trueca el humilde sayal,
del ser que le doy testigo,
en la púrpura que ensalza
a mi padre y verás como
cuando la saques del plomo
la fineza se realza
de este precioso diamante;
pues en fe que suya soy
el alma y mano le doy
por diamante y por amante.
Dale la mano
ORFÁ:
¿Qué es lo que hace vuestra alteza?
RUT:
Mostrar ansí mi poder;
dar a lo que es nada ser,
que es propio de mi grandeza.
ORFÁ:
Mira, prima.
RUT:
Éste es mi esposo;
ya el aconsejarme es vano.
Diamante es; que esté en mi mano
es mi gusto, y es forzoso.
No me repliques si estima,
Orfá, mi vida tu amor.
ORFÁ:
¿No temes?
RUT:
No es el temor
blasón de príncipes, prima.
ORFÁ:
Alto, sigo tu quimera,
aunque llena de recelos.
MASALÓN:
Goce yo, propicios cielos,
a Rut, aunque luego muera.
Vanse ORFÁ y MASALÓN.
Sale el REY
REY:
No puedo hallarme sin ti.
Ésa tu melancolía,
hija de la vida mía,
la ha de acabar; vuelve en ti.
¿Cómo estás? ¿Cuándo podré
dar a mi vejez prolija
albricias?
RUT:
Cuando una hija
que tienes sola, y se ve
de una tristeza afligida,
que ni puedes remediar,
por ti vuelva a restaurar
con el contento la vida.
De estos extremos terribles
tú solo el médico eres.
REY:
Pide, Rut, lo que quisieres,
que si Amor hace imposibles,
y yo, sujeto a su ley,
te adoro, por tu salud,
si es necesario, mi Rut,
menospreciaré el ser rey.
RUT:
Padre amoroso, que el nombre
de padre, siempre apacible,
es conjuro del Amor
bastante para que obligue
a conservar en su imagen
el noble ser que me diste,
en quien la naturaleza
quiere que te inmortalice,
si tuvieras muchos hijos
en quien vieras repartirse
la voluntad que me tienes,
porque en mí tu sangre vive,
no me espanto que me amaras
menos; que si se divide
en muchos brazos un mar,
no son sus vados terribles.
Mas si una pequeña fuente
viene en un lago a ceñirse
y con corrientes eternas
le paga censo, aunque humilde,
añadiendo siempre arroyos
hace su paso imposible.
Si muchos hijos tuvieras,
viendo su amor dividirse
cupiérame poca parte.
Sola soy, sólo en mí vives.
Siendo, pues, esto verdad
¿qué mucho que deposites
en mí, como en cifra tuya,
el noble ser que me diste?
REY:
Excusa, mi Rut, rodeos
que al corazón sólo sirven
de tormentos dilatados,
que la esperanza me afligen,
y asegúrete mi amor
que la corona sublime
de todo el orbe mortal,
las victorias más insignes,
las riquezas más copiosas,
con ser tan apetecibles,
con el amor que te tengo
son prendas bajas y viles.
Si es que no amas a Timbreo
y los cielos no permiten
que con su amor te conformes,
ni a ser su esposa te inclines,
antes que le des la mano,
y en lazadas apacibles
enrede Amor lazos tiernos,
cautiverio de armas libres,
retrocediendo su curso,
el dios amante de Elise
contradirá al primer móvil
sin que violentado gire.
Quéjese de ti Timbreo
y del Amor que consiste
en conformarse las almas,
pues el querer es unirse,
que cuando a un pastor quisieras,
que es el mayor imposible
que de tu altivez conozco,
tosco, extranjero y humilde,
la voluntad que te adora
sobre mi trono sublime
colocándole le diera
la corona que a Moab rige.
RUT:
Dame esa mano, honrará
estos labios en que imprimes
agradecimientos nobles
para promesas felices,
y en fe de esa real palabra,
que en ser tuya será firme,
oyes sucesos que Amor
te manda que facilites.
Entre los muchos esclavos
que en la guerra que tuviste
con las tribus de Israel
tu reino ilustran y sirven,
en fe de lo que me quieres,
una cautiva me diste
parienta del gran Bohoz,
juez noble que a Belén rige:
Bohoz, aquel patriarca
que, según los hebreos dicen,
de la mayor tribu es padre,
que trae de Abrahán su origen.
Como era discreta y moza,
y hace el cielo que me incline
con natural influencia
a aquesta nación insigne,
recibíla en mi privanza,
que cuando vienen a unirse
en conformidad los gustos
hace Amor sus lazos firmes.
RUT:
Desde entonces juntas siempre,
ya de noche en los jardines,
ya de día en la labor,
mientras en hilos sutiles
desentrañábamos copos
de algodón y seda virgen,
para emular sus colorse
en bordados y matices,
ninguna conversación
nos era tan apacible
como el tratar de Israel,
de sus hijos varoniles
y los hechos de sus duques
bastantes a hacer que quiten
la posesión de sus reinos
a tantos pueblos gentiles.
Siempre, pues, que en estas cosas
procuraba divertirme
de pensamientos que al ocio
indigna entrada aperciben,
mirándome atentamente,
tal vez alegre, y tal vez triste,
de misteriosos secretos
me daba muestra infalible.
Una vez que entre otras vi
con los afectos decirme
lo que la lengua no osaba,
animándola la dije,
"Qué enigmas, Alba, son éstas?
¿qué partos el alma oprimen
que por los ojos pretenden
inobedientes salirse?
RUT:
Si deseos naturales de ver
tu patria te afligen,
que no hay feliz cautiverio
que se iguale al vivir libre,
dímelo, cautiva hermosa,
qué aunque del gusto me prive
que de tu apacible trato
mi amor sociable consigue,
te enviaré llena de joyas,
que para que no me olvides
la memoria que me debes
a mi amor te necesiten."
"Mal," dijo, "señora, pagas
la voluntad que en servirte
no en el olvido se funda,
disculpa de pechos viles.
La patria más natural
es aquélla que recibe
amorosa al extranjero,
que si todos cuantos viven
son de la vida correos,
la posada donde asisten
con más agasajo es patria
mas digna de que se avise.
Si tantas veces suspensa
con la vista, Rut, te dije
lo que nunca osó el temor,
freno que la lengua oprime,
misterios son con que el cielo,
si no es que Amor desatine,
en historias y en estatuas
quiere que te inmortalices.
RUT:
Bohoz, de quien prima soy,
para que la dicha estimes
que de tan ilustre deudo
a mi valor se le sigue,
una noche entre los brazos
del sueño, sobre cojines
que el alba borda de perlas
y flores que el mayo pise,
soñaba, si en los profetas
merecen atribuirse
a sueños misterios altos
que Dios en ellos les dice
soñaba que de una piedra,
que con el cielo compite
y del generoso tronco
que a Judá dió real estirpe,
con influencias celestes
vino un monte a producirse
tan alto, que se igualaba
al trono en que Dios asiste.
Bajó a pacer de su hierba
un cordero que se viste
de más candidas guedejas
que las que adornan al cisne.
Despertó lleno de gozo,
y a los profetas les pide
que de este oculto misterio
los secretos profeticen.
RUT:
Échanse en oración todos,
y convienen en decirle
que del tronco de Judá
el sueño alegre predice
la caea real de Bohoz;
y que la piedra sublime
de quien nacerá la vara
que el más alto cielo humille,
será una mujer gentil
de Moab, bella y humilde,
que casándose con él,
el cordero amante obligue,
que de los pastos sabrosos,
donde ab aeterno reside,
al monte de Judá baje
para que a Dagón derribe.
Por una idólatra, en fin,
y un príncipe de la estirpe
de Bohoz ha de gozar
el mundo al que el cielo rige,
y llamándose el Mesías
hará hazañas que conquisten
desde la cuna del sol
hasta su túmulo triste.
RUT:
Viendo pues, princesa amada,
cuán bien estas cosas dicen
con tu nombre, pues Rut es
cuando en mi lengua le explique,
lo mismo que piedra, siempre
que a tu presencia me admites,
alborotándome el alma
viene casi a persuadirse
que tú has de ser esta piedra,
a quien Amor apercibe
ramas del ilustre tronco
de Bohoz, cuyas raíces
el monte pronosticado
producirá en que se críe
el Cordero que Israel
ha tantos siglos que pide.
¡Ay, Princesa generosa!
Si es justo que te suplique
quien desea que tu fama
los tiempos inmortalicen,
que del Amor que te debo
las palabras acredites,
y al cielo contigo franco
estos favores supliques,
no te cases si no fuere
con quien no haga imposibles
las esperanzas de ver
que esta verdad salga firme."
RUT:
Cesó, al paso que crecieron
mis deseos, porque siguen
la inclinación que a Israel
me obligue que ame y envidie;
y para aumentarlos más,
si crecen con imposibles,
a casarme con Timbreo,
padre y rey, me persuadiste.
Tu sobrino es, no me espanto,
pero siendo aborrecible,
¿quién juntara voluntades
que la inclinación olvide?
De esto nació mi tristeza,
Y si quisiera decirte
hazañas de Amor que el tiempo
a la lengua no permite,
me disculparas piadoso,
lastimándote apacible
obligándote clemente
y persuadiéndote libre.
Pero no quiero cansarte,
sino sólo persuadirte
que si el amor que me tienes
es bien que mi vida estime,
no esperes que esposo llame,
mientras mis venas anime
el corazón que te adora
y en quien tu imagen imprimes,
a quien no fuere efrateo
y del escogido origen
de Judá no descendiere,
pues cuando el cetro me quites
que pienso heredar de ti,
y matarme determines
¿qué importa que el cuerpo muera,
mientras la libertad vive?
REY:
Obligaran mi afición
tus quimeras, Rut querida,
para restaurar tu vida
y alentar tu inclinación
si con medios tan terribles
cosas no me propusieras,
cuanto menos verdaderas
más livianas e imposibles.
De Moab, mi Rut, soy rey,
tú mi sola sucesora,
Israel a un Dios adora
que contradice mi ley;
pues ¿cómo, aunque yo permita
lo que me pide tu amor,
consentirá por señor
Moab a un israelita?
¿Esto cómo puede ser?
RUT:
¿Cuándo halló dificultad
rebelde a la voluntad
que no venciese el poder?
Si aquí un israelita hubiese
con todas las condiciones
que yo pido y tú propones,
y de suerte me quisiese
que su ley, por mí dejase,
y reducido a la nuestra
por el amor que me muestra,
su sangre y patria olvidase,
¿mereciera sucederte?
REY:
No se verificaría
entonces la profecía
que te inquieta de esa suerte.
RUT:
¿Pues por qué? Su condición,
si lo adviertes, no me pide
que mi ley deje y olvide
en daño de mi nación.
REY:
Pues en tal caso con él,
por lo mucho que interesa
nuestra ley si la profesa
un príncipe de Israel,
diera fin a tu tristeza
en fe de lo que te adoro,
y con mi diadema de oro
coronara su cabeza.
Mas siendo todo quimera,
¿qué es lo que intentas con eso?
RUT:
Porque no culpes mi seso,
amoroso padre, espera,
y sin prevenir enojos,
aquí el alma y vista pon,
que Amor para esta elección
no es ciego, que todo es ojos. Tira una cortina y descubre a MASALÓN de reales ropas, junto a un bufete, y sobre él en una fuente, una corona, y a su lado ORFÁ
Mira si iguala Timbreo
a la ostentación gallarda
de quien tu licencia aguarda
para alegrar mi deseo.
Mira el valor de Belén,
la nobleza de Efratá,
el hechizo de Judá,
el objeto de mi bien;
el que ser tu sucesor
sólo en el mundo merece
y el que por dueño me ofrece
el siempre discreto Amor.
REY:
Su presencia y majestad
fuerza a que tu amor apruebe,
ya que robada me lleve
el alma y la voluntad.
Alguna oculta deidad
me obliga, y vuelve por él
a ser Apolo, el laurel
no se transformara en planta.
¡Que engendre belleza tanta,
cielo, el reino de Israel!
Quien tal elección no abona
hace a la justicia agravio.
La hermosura, dijo un sabio,
ser digna de la corona.
No tiene Moab persona
tal que se atreva a igualalle.
El talle me inclina a amalle
y que premie su valor,
que no hay cartas de favor
como buena cara y talle.
En fin, ¿eres betlehemita?
MASALÓN:
Aunque tuyo ser pretendo,
del mayorazgo deciendo
de Jacob.
REY:
Él te acredita.
¿Y por la ley moabita
pondrás la tuya en olvido?
MASALÓN:
El amor mi ley ha sido
y Rut mi legisladora.
No tengo otra ley agora
si no es la de agradecido.
REY:
Si has de darme decendencia
no menos que de tu Dios,
y ha de alcanzar de los dos
mi sangre tal excelencia,
el no estimar tu presencia
fuera no estimarme a mí.
Pues lo ordena el cielo ansí,
será el resistirle en vano.
Dale, hebreo, a Rut la mano,
que está idolatrando en ti.
Danse las manos
MASALÓN:
Dame tú los pies primero.
REY:
Los brazos y el corazón.
¿Cómo es tu nombre?
MASALÓN:
Masalón.
REY:
Desde hoy serás mi heredero.
MASALÓN:
Sólo ser tu esclavo quiero.
ORFÁ:
Imposibles llego a ver;
mas ¿qué no hará una mujer
y un rey que hechiza, amorosa,
pues la más difícil cosa
vencen amor y poder?
REY:
La brevedad de este caso
importa como el secreto;
no intente el vulgo indiscreto
motines viendo que os caso.
Tanto te quiero, que paso
por cualquier inconveniente.
Sitio a tus bodas decente
es mi casa de placer;
en ella tienen de ser
sin aparato y sin gente.
Es mi sobrino Timbreo
en el reino poderoso;
alborotará celoso
vuestro amor y mi deseo.
En mi quinta real, hebreo,
con aparatos mejores
serán padrinos sus flores,
y aunque murmuren, madrinas
sus fuentes, si cristalinas,
espejo en vuestros amores.
Vamos allá. Mas ¿qué es esto?
RUT:
Mi ventura el cielo ordena.
Sacan NISIRO y otros a
NOHEMÍ y QUELIÓN, presos
NISIRO:
El ladrón de la cadena
que en tal extremo te ha puesto
fue aqueste hebreo dispuesto,
que con aquesta mujer,
procurándola vender
prendimos. Restaura agora
tu contento, gran señora,
pues están en tu poder.
MASALÓN:
Éste es, gran señor, mi hermano
y ésta mi madre Nohemí.
NOHEMÍ:
Hijo ¿qué es esto?
MASALÓN:
Perdí
mi hacienda, y un reino gano.
Dame a besar esa mano.
RUT:
Y a mí los brazos me da.
MASALÓN:
Pobre he sido, rey soy ya,
que así el cielo me sublima.
A QUELIÓN
RUT:
Y tú esposo de mi prima
si su bien conoce Orfá.
Padre y senor, es justo.
MASALÓN:
Con mi hermano Quelión
tendrás en esta ocasión
esposo, regalo y gusto.
ORFÁ:
No sabré yo dar disgusto
a mi prima la princesa.
NOHEMÍ:
Hijo ¿qué es esto?
MASALÓN:
La priesa
no da lugar para más.
Despacio, madre, sabrás
lo que tu dicha interesa.
REY:
Daos, pues, las manos los dos,
y venid.
Dánselas
QUELIÓN:
Cielo ¿esto es sueño?
A RUT
MASALÓN:
¡Ay, mi bien!
RUT:
¡Ay, dulce sueño!
MASALÓN:
Muriera el alma sin vos.
NOHEMÍ:
¿Pues, hijo, tu ley, tu Dios?
MASALÓN:
Mi ley, mi dios y mi vida
es sola mi Rut querida.
NOHEMÍ:
Ya tu perdicíón recelo,
que no favorece el cielo
amor que a su Dios olvida.
Sale TIMBREO
TIMBREO:
Ya los cosarios tiranos,
sol que da luz a Timbreo,
están... (mas ¡cielos! ¿qué veo? (-Aparte-)
¿Rut y un hombre de las manos?
Celos que como villanos
acometéis a traición;
no hay guerra sin prevención
que no condene la ley.)
Moabitas, princesa, ley,
aclarad mi confusión.
REY:
Timbreo, conformidad
de gustos se llama amor,
y entre nobles es rigor
violentar la voluntad.
Supuesta aquesta verdad
y que mi Rut tiene esposo
si puede un desdén celoso
vencer un pecho robusto,
busca mejor a tu gusto,
y sufre lo que es forzoso.
Vanse el REY, ORFÁ, RUT,
MASALÓN, QUELIÓN y NOHEMÍ
TIMBREO:
"¡Sufre lo que es forzoso!" ¿Esto consiento?
¿Al fin de tantos años
me remites, crüel, al sufrimiento
con celos, mas no celos, desengaños?
¿Cuándo, tiranos cielos,
se hallaron juntos sufrimiento y celos?
Sufra el amor que vive en esperanza,
que no es tormento eterno
el más prolijo si a la fin se alcanza;
¡mas pedir sufrimiento en el infierno!
¿Cómo, decid desvelos,
se compadecen sufrimiento y celos?
Pedir que con el sol la noche viva;
la quietud con la guerra;
que a la salud la enfermedad reciba;
la liviandad el peso de la tierra
y al fuego aticen yelos,
es pedir sufrimiento a amor con celos.
Quién es, decid, moabitas, este hombre;
este tirano fiero?
NISIRO:
Ni su patria sabemos, ni su nombre;
sólo que es extranjero,
que el reino hereda, la princesa le ama,
el rey le casa y sucesor le llama;
en la quinta del bosque Amor elige
el tálamo amoroso
que a Rut te usurpa y tu esperanza aflige.
TIMBREO:
¡Oh, ingrata! ¡Oh, vil esposo!
¡Oh, rey tirano! ¡Oh, bárbaro homicida!
¿Sueño? ¿He perdido el seso? ¿Tengo vida?
Mas ¿cómo viviré si Rut me mata?
Si loco, ¿cómo siento?
Si duermo, ¿cómo el rey de veras trata
su gusto y mi tormento?
Mas--¡ay, de mí!--soñando estoy despierto;
soy loco cuerdo, y tengo vida muerto.
Ábrase el cielo los crüeles lazos
en quien mis penas fundas;
ciñan tu cuello áspides, no brazos,
y en vez de las coyundas
de Amor. Porque me vengue y te desveles,
desdeñosa tirana, halles cordeles.
Presto aborrezcas, pues tan presto adoras,
a quien mis gustos priva,
juzgue por siglos de tu amor las horas,
y aborrecido viva;
mas si perseverare en tus amores
en vez de bodas sus obsequias llores.
Pero ¿para qué pido a los extraños
venganza cuando puedo
mi injuria castigar y tus engaños?
Al rey tirano heredo,
pues soy ramo del tronco real moabita.
Pierda la vida quien a Rut me quita.
Vasallos tengo, amigos y parientes
que por esto no pasen,
y celos que, atrevidos y valientes,
la quinta vil abrasen;
pues es mejor, cuando en furor me enciendo,
morir matando que vivir muriendo.