La margen del arroyo
¡Qué dulce es ver muellemente,
De un olmo a la fresca sombra
Descansando,
Un arroyo transparente
Que va por la verde alfombra
Murmurando!
Ver cómo la hierba blanda
En la margen se le inclina,
Y cómo crece
De violas morada banda
Que la linfa cristalina
Salpica y mece.
Los juncos de las riberas
En haz espeso apiñados
Se le encorvan,
Y las raíces someras
Evita por ambos lados
Si le estorban.
Insectos de mil colores
Con mil susurros campestres
Le dan ruido,
Y en vez de cuidadas flores
Rueda entre lirios silvestres
Escondido.
Y no han de envidiar sus olas
De cortesanos jardines
La hermosura,
Porque a cientos amapolas,
Jacintos brota y jazmines
Su frescura.
Ni han de envidiar a los ríos
Los alcázares y puentes
Que sustentan,
Porque esos monstruos sombríos,
Más que coronar sus frentes
Las afrentan.
Ni a las fuentes y cascadas
Sus tazas de jaspe y oro,
Ni sus rocas,
Aunque se vierten hinchadas
En estrépito sonoro
Por cien bocas.
Que ambas la cercan orillas,
Entre agudas espadañas
Cortadoras,
Esponjadas y amarillas,
Altas y sonantes cañas
Cimbradoras.
Ni ha de envidiar a los mares
De buques la excelsa pompa
Y gritería,
Ni sus altos alminares,
Ni de su bélica trompa
La voz impía.
Porque tiene en su remanso
Sauces y olmos corpulentos
Encopados,
Que le hacen murmullo manso
Al suspirar de los vientos
Perfumados.
Y en vez de roncos clarines
Columpia trinando amores
La ancha copa,
De mirlos y colorines
Y vistosos ruiseñores
Pintada tropa.
¡Oh, dulce es ver muellemente,
De un olmo a la fresca sombra
Descansando,
Un arroyo transparente
Que va por la verde alfombra
Murmurando!
¡Oh, que es dulce contemplar
El agua los pies venir
A lamer,
Y susurrando pasar,
Y al intentarla seguir,
La perder!
Y aquel bullir sin sosiego,
Y aquel seguir siempre igual
Su camino,
Y aquel transparente juego
Que hace el voluble cristal
Tan contino.
Y aquellas mil piedrezuelas
Que se arrastran y se empujan,
Y se acosan,
Y aquellas redes y telas
Que en las arenas dibujan
Do se posan.
Y aquellas cintas de plata
Que en el perfil de las ondas
Finge el sol,
Donde entre gotas redondas
Duplica, aviva y retrata
Su tornasol.
Y aquella colgada oruga
Que en hilos imperceptibles
Baja a vellas,
Y al tocarlas las arruga,
Y al sentirlas tan movibles
Huye de ellas.
Y aquel insecto que nada,
Medio mosca y medio pez,
Sobre alguna,
Siempre en la misma jornada,
Y el paso más cada vez
Se importuna.
Siempre en el mismo lugar,
En su afán sin, concluir,
Noche y día,
La oruga siempre en hilar,
Siempre el insecto en seguir
Su porfía.
Y aquel entorpecimiento,
En que gozan los sentidos
Viendo tal,
Que duda el entendimiento
Si duermen al son mecidos
Del cristal.
¡Oh, dulce es ver muellemente,
De un olmo a la fresca sombra
Descansando,
Un arrollo transparente
Que va por la verde alfombra
Murmurando!
¡Arroyo, es muy triste
Pensar junto a ti
Que así van las vidas
Rodando a su fin!
Hoy tiende en tu margen
Sus flores Abril,
Tus ondas perfuman
El lirio y jazmín,
Su sombra te prestan
Tus árboles mil,
Te canta armonioso
Su amor desde allí,
Bebiendo tus aguas,
Libre el colorín,
Te arrulla sonora
La caña gentil,
Tu orilla es un fresco
Y ameno jardín
Que el sol tornasola
Del alto cenit…
Pero ¡ay, que es muy triste
Pensar junto a ti
Que así van las vidas
Rodando a su fin!
¡Arroyo, así viven
Los que han de morir,
Gozando embriagados
El tiempo feliz!
Vendrá Julio ardiente
Tu pompa a extinguir,
Y a impulso de oculto
Veneno sutil
Secarán tus lirios
Su tallo y raíz,
Perderá tu hierba
Su verde turquí,
Las rojas violetas
Su aroma y matiz;
Iráse estrechando
Tu manso perfil;
Tus cañas y juncos
Vendrán a rendir
Encima tus aguas
La seca cerviz,
Y al fin tu corriente,
En hilo sutil,
Su curso en la arena
Vendrá a concluir…
¡Ve, arroyo, que es triste
Pensar junto a ti
Que así van las vidas
Rodando a su fin!
Arroyo, sigue corriendo
Por esa silvestre calle
De verdura,
Que abajo te están abriendo
Los cenagales del valle
Sepultura.
Arroyo, sigue bañando
Mientras te preste sus flores
Primavera,
Que al valle irá resbalando
Con sus galas y primores
La primera.
Ella nunca será más
Que un mensaje del verano
Fugitivo;
Pero tú, arroyo en el llano,
Lago en el valle serás
Siempre vivo.
Allí no tendrás jazmines,
Ni juncos, ni esbeltas cañas,
Ni amapolas,
Ni vendrán los colorines
A tus márgenes extrañas,
Siempre solas;
Mas yendo y viniendo días,
Tú a merced de una fortuna
Siempre igual,
Tendrás suelo y ondas frías,
Bien sea arroyo o laguna
Tu cristal.
Pues agua siempre has de ser,
Sigue por la verde alfombra
Murmurando,
Que es dulce verla correr
De un olmo a la fresca sombra
Descansando.