La gran sultana/Jornada II

​La gran sultana​ de Miguel de Cervantes
Jornada II

Jornada II

Traen dos moros atado a MADRIGAL,
las manos atrás, y sale con ellos el GRAN CADÍ,
que es el juez obispo de los turcos.


  

MORO 1

Como te habemos contado,
por aviso que tuvimos,
en fragante le cogimos
cometiendo el gran pecado.
    La alárabe queda presa, 5
y, como se vee con culpa
que carece de disculpa,
toda su maldad confiesa.


CADÍ

Dad con ellos en la mar,
de pies y manos atados, 10
y de peso acomodados,
que no los dejen nadar;
    pero si moro se vuelve,
casaldos, y libres queden.


MADRIGAL

Hermanos, atarme pueden. 15


CADÍ

¿En qué el perro se resuelve:
    en casarse, o en morir?


MADRIGAL

Todo es muerte, y todo es pena;
ninguna cosa hallo buena
en casarme ni en vivir. 20
    Como la ley no dejara
en la cual pienso salvarme,
la vida, con el casarme,
aunque es muerte, dilatara;
    pero casarme y ser moro 25
son dos muertes, de tal suerte,
que atado corro a la muerte
y suelto mi ley adoro.
    Mas yo sé que desta vez
no he de morir, señor bueno.

CADÍ

¿Cómo, si yo te condeno,
y soy supremo jüez?
    De las sentencias que doy
no hay apelación alguna.


MADRIGAL

Con todo, de mi fortuna, 35
aunque mala, alegre estoy.
    La piedra tendré ya puesta
al cuello, y has de pensar
que no me pienso anegar;
y desto haré buena puesta. 40
    Y, porque no estés suspenso,
haz salir estos dos fuera:
diréte de la manera
que ha de ser, según yo pienso.


CADÍ

Idos, y dejalde atado, 45
que quiero ver de la suerte
cómo escapa de la muerte,
a quien está condenado.

 
(Vanse los dos moros.)

MADRIGAL

Si de bien tendrás memoria,
porque no es posible menos, 50
de aquel sabio cuyo nombre
fue Apolonio Tianeo,
el cual, según que lo sabes,
o fuese favor del cielo,
o fuese ciencia adquirida 55
con el trabajo y el tiempo,
supo entender de las aves
el canto tan por estremo,
que en oyéndolas decía:
«Esto dicen». Y esto es cierto. 60
Ora cantase el canario,
ora trinase el jilguero,
ora gimiese la tórtola,
ora graznasen los cuervos,
desde el pardal malicioso 65
hasta el águila de imperio,
de sus cantos entendía
los escondidos secretos.
Éste fue, según es fama,
abuelo de mis abuelos, 70
a quien dejó de su gracia
por únicos herederos.
Uno la supo de todos
los que en aquel tiempo fueron,
y no la hereda más de uno 75
de sus más cercanos deudos.
De deudo a deudo ha venido,
con el valor de los tiempos,
a encerrarse esta ventura
en mi desdichado pecho. 80
A esta mañana, que iba
al pecado, porque vengo
a tener cercada el alma
de esperanzas y de miedos,
oí en casa de un judío 85
a un ruiseñor pequeñuelo,
que, con divina armonía,
aquesto estaba diciendo:
«¿Adónde vas, miserable?
Tuerce el paso, y hurta el cuerpo 90
a la ocasión que te llama
y lleva a tu fin postrero.
Cogeránte en el garlito,
ya cumplido tu deseo;
morirás, sin duda alguna, 95
si te falta este remedio.
Dile al jüez de tu causa
que han decretado los cielos
que muera de aquí a seis días
y baje al estigio reino; 100
pero que si hiciere emienda
de tres grandes desafueros
que a dos moros y una viuda
no ha muchos años que ha hecho;
y si hiciere la zalá, 105
lavando el cuerpo primero
con tal agua (y dijo el agua,
que yo decirte no quiero),
tendrá salud en el alma,
tendrá salud en el cuerpo, 110
y será del Gran Señor
favorecido en estremo».
Con esta gracia admirable,
otra más subida tengo:
que hago hablar a las bestias 115
dentro de muy poco tiempo.
Y aquel valiente elefante
del Gran Señor, yo me ofrezco
de hacerle hablar en diez años
distintamente turquesco; 120
y cuando desto faltare,
que me empalen, que en el fuego
me abrasen, que desmenucen
brizna a brizna estos mis miembros.

CADÍ

El agua me has de decir, 125
que importa.


MADRIGAL

Su tiempo espero,
porque ha de ser distilada
de ciertas yerbas y yezgos.
Tú no la conocerás;
yo sí, y al cielo sereno 130
se han de coger en tres noches.

 
(Desátale.)

 

CADÍ

En tu libertad te vuelvo.
Pero una cosa me tiene
confuso, amigo, y perplejo:
que no sé cuál viuda sea, 135
ni cuáles moros sean éstos
a quien he de hacer la enmienda:
que veo que son sin cuento
los moros de mí ofendidos,
y viudas pasan de ciento. 140


MADRIGAL

Iré a oír al ruiseñor
otra vez, y yo sé cierto
que él me dirá en su cántico
quién son los que no sabemos.


CADÍ

A estos moros les diré 145
la causa por que te suelto,
que será que al elefante
has de hacer hablar turquesco.
Pero dime: ¿acaso sabes
hablar turco?


MADRIGAL

¡Ni por pienso! 150


CADÍ

Pues ¿cómo de lo que ignoras
quieres mostrarte maestro?


MADRIGAL

Aprenderé cada día
lo que mostrarle pretendo,
pues habrá tiempo en diez años 155
de aprender el turco y griego.


CADÍ

Dices verdad. Mira, amigo,
que mi vida te encomiendo:
que será desto la paga
tu libertad, por lo menos. 160


MADRIGAL

¡Penitencia, gran cadí;
penitencia y buen deseo
de no hacer de aquí adelante
tantos tuertos a derechos!


CADÍ

No se te olviden las yerbas, 165
que es la importancia del hecho
memorable que me has dicho,
y sin duda alguna creo:
que ya sé que fue en el mundo
Apolonio Tianeo, 170
que entendía de las aves
el canto, y también entiendo
que hay arte que hace hablar
a los mudos.


MADRIGAL

¡Bueno es eso!
Al elefante os aguardo, 175
y las yerbas os espero.

 
(Éntranse.)

 

(Parece el GRAN TURCO detrás de unas cortinas de tafetán verde;
salen cuatro bajaes ancianos; siéntanse sobre alfombras y almohadas;
entra el EMBAJADOR DE PERSIA, y al entrar le echan encima una ropa de brocado;
llévanle dos turcos de brazo, habiéndole mirado primero si trae armas encubiertas;
llévanle a asentar en una almohada de terciopelo; descúbrese la cortina;
parece el GRAN TURCO. (Mientras esto se hace puede[n] sonar chirimías).
Sentados todos, dice el EMBAJADOR:)


  

EMBAJADOR

Prospere Alá tu poderoso Estado,
señor universal casi del suelo;
sea por luengos siglos dilatado,
por suerte amiga y por querer del cielo. 180
La embajada de aquél que me ha enviado,
con preámbulos cortos, como suelo,
diré, si es que me das de hablar licencia;
que sin ella enmudezco en tu presencia.


BAJÁ 1

Di con la brevedad que has prometido, 185
que si es con la que sueles, será parte
a darte el Gran Señor atento oído,
puesto que le forzamos a escucharte.
Por muchas persuasiones ha venido
a darte audiencia y a respuesta darte; 190
que pocas veces oye al enemigo.
Di, pues; que ya eres largo.


EMBAJADOR

Pues ya digo.
    Dice el Soldán, señor, que, si tú gustas
de paz, que él te la pide, y que se haga
con leyes tan honestas y tan justas, 195
que el tiempo o el rencor no las deshaga;
si a la suya, que es buena, tu alma ajustas,
dar el cielo a los dos será la paga.

BAJÁ 2

No aconsejes; propón, di tu emb[a]jada.


EMBAJADOR

Toda en pedir la paz está cifrada. 200


BAJÁ 1

Ese cabeza roja, ese maldito,
que de las ceremonias de Mahoma,
con depravado y bárbaro apetito,
unas cosas despide y otras toma,
bien debe de pensar que el infinito 205
poder, que al mundo espanta, estrecha y doma,
del Gran Señor, el cielo tal le tenga,
que hacer paces infames le convenga.
    Su mendiguez sabemos y sus mañas,
por quien con él de nuevo me enemisto, 210
viendo que el grande rey de las Españas
muchos persianos en su Corte ha visto.
Éstas son de tu dueño las hazañas;
pedir favor a quien adora en Cristo;
y como ve que el ayudarle niega, 215
por paz cobarde en ruego humilde ruega.


EMBAJADOR

Aquella majestad que tiene al mundo
admirado y suspenso; el verdadero
retrato de Filipo, aquel Segundo,
que sólo pudo darse a sí tercero; 220
aquel cuyo valor alto y profundo
no es posible alabarle como quiero;
aquel, en fin, que el sol, en su camino,
mirando va sus reinos de contino;
    llevado en vuelo de la buena fama 225
su nombre y su virtud a los oídos
del Soldán, mi señor, así le inflama
el deseo de verle los sentidos,
que a mí me insiste, solicita y llama
y manda que por pasos no entendidos, 230
por mares y por reinos diferentes,
vaya a ver al gran rey.

BAJÁ 1

¿Esto consientes?
    Echadle fuera. Adulador, camina;
embajador cristiano. Echadle fuera;
que, de los que profesan su dotrina, 235
algún buen fruto por jamás se espera.
El cuerpo dobla; la cabeza inclina.
Echadle, digo.


BAJÁ 2

¿No es mejor que muera?


BAJÁ 1

Goce de embajador la preeminencia,
que es la que no ejecuta esa sentencia. 240
 
(Échanle a empujones al EMBAJADOR.)

  
    No es mucho, Gran Señor, que me desmande
a alzar la voz, de cólera encendido:
que no ha sido pequeña, sino grande,
la desvergüenza deste fementido.
Vea tu majestad ahora, y mande 245
la respuesta que más fuere servido
que se le dé a este can.


TURCO

Comunicadme
y, cual el caso pide, aconsejadme.
    Mirad bien si la paz es conveniente
y honrosa.


BAJÁ 2

A lo que yo descubro y veo, 250
que sosegar las armas del Oriente,
no te puede pedir más el deseo,
con tanto que el persiano no alce frente
contra ti. Triste historia es la que leo;
que a nosotros la Persia así nos daña, 255
que es lo mismo que Flandes para España.
    Conviene hacer la paz, por las razones
que en este pergamino van escritas.

TURCO

Presto a la paz ociosa te dispones;
presto el regalo blando solicitas. 260
Tú, Braín valeroso, ¿no te opones
a Mustafá? ¿Por dicha, solicitas
también la paz?


BAJÁ 1

La guerra facilito,
y daré las razones por escrito.


TURCO

Veréla y veré lo que contiene, 265
y de mi parecer os daré parte.


BAJÁ 1

Alá, que el mundo entre los dedos tiene,
te entregue dél la rica y mayor parte.


BAJÁ 2

Mahoma así la paz dichosa ordene,
que se oiga el son del belicoso Marte, 270
no en Persia, sino en Roma, y tus galeras
corran del mar de España las riberas.

 
(Éntranse.)
 
(Sale la SULTANA y RUSTÁN.)

  

RUSTÁN

Como de su alhaja, puede
gozar de ti a su contento.

SULTANA

La viva fe de mi intento 275
a toda su fuerza excede:
    resuelta estoy de morir,
primero que darle gusto.


RUSTÁN

Contra intento que es tan justo
no tengo qué te decir; 280
    pero mira que una fuerza
tal puede mucho, señora;
y mira bien que a ser mora
no te induce ni te fuerza.

SULTANA

¿No es grandísimo pecado 285
el juntarme a un infïel?


RUSTÁN

Si pudieras huir dél,
te lo hubiera aconsejado;
    mas cuando la fuerza va
contra razón y derecho, 290
no está el pecado en el hecho,
si en la voluntad no está;
    condénanos la intención
o nos salva en cuanto hacemos.


SULTANA

Eso es andar por estremos. 295


RUSTÁN

Sí; mas puestos en razón:
    que el alma no es bien peligre
cuando por fuerza de brazos
echan a su cuerpo lazos
que rendirán a una tigre. 300
    Desta verdad se recibe
la que no habrá quien la tuerza:
que peca el que hace la fuerza,
pero no quien la recibe.


SULTANA

Mártir seré si consiento 305
antes morir que pecar.


RUSTÁN Ser mártir se ha de causar

por más alto fundamento,
    que es por el perder la vida
por confesión de la fe. 310


SULTANA

Esa ocasión tomaré.


RUSTÁN

¿Quién a ella te convida?
    Sultán te quiere cristiana,
y a fuerza, si no de grado,
sin darle muerte al ganado 315
podrá gozar de la lana.
    Muchos santos desearon
ser mártires, y pusieron
los medios que convinieron
para serlo, y no bastaron: 320
    que al ser mártir se requiere
virtud sobresingular,
y es merced particular
que Dios hace a quien Él quiere.

SULTANA

Al cielo le pediré, 325
ya que no merezco tanto,
que a mi propósito santo
de su firmeza le dé;
    haré lo que fuere en mí,
y en silencio, en mis recelos, 330
daré voces a los cielos.


RUSTÁN

Calla, que viene Mamí.

 
(Entra MAMÍ.)

  

MAMÍ

El Gran Señor viene a verte.


SULTANA

¡Vista para mí mortal!


MAMÍ

Hablas, señora, muy mal. 335


SULTANA

Siempre hablaré desta suerte;
    y no quieras tú mostrarte
prudente en aconsejarme.


MAMÍ

Sé que vendrás a mandarme,
y no es bien descontentarte. 340

 
(Entra el GRAN TURCO.)

  

TURCO

¡Catalina!


SULTANA

Ése es mi nombre.


TURCO

Catalina la Otomana
te llamarán.


SULTANA

Soy cristiana,
y no admito el sobrenombre,
    porque es el mío de Oviedo, 345
hidalgo, ilustre y cristiano.


TURCO

No es humilde el otomano.


SULTANA

Esa verdad te concedo:
    que en altivo y arrogante
ninguno igualarte puede. 350


TURCO

Pues el tuyo al mío excede
y en todo le va adelante,
    pues que desprecias por él
al mayor que el suelo tiene.


SULTANA

Sé yo que en él se contiene 355
lo que es de estimar en él,
    que es el darme a conocer
por cristiana si me nombran.

TURCO

Tus libertades me asombran,
que son más que de mujer; 360
    pero bien puedes tenellas
con quien solamente puede
aquello que le concede
el valor que vive en ellas.
    Dél conozco que te estimas 365
en todo aquello que vales,
y con arrogancias tales
me alegras y me lastimas.
    Muéstrate más soberana,
haz que te tenga respeto 370
el mundo, porque, en efeto,
has de ser la Gran Sultana.
    Y doyte la preeminencia
desde luego: ya lo eres.


SULTANA

¿Dar a una tu esclava quieres 375
de tu esposa la excelencia?
    Míralo bien, porque temo
que has de arrepentirte presto.


TURCO

Ya lo he mirado, y en esto
no hago ningún estremo, 380
    si ya no fuese el de hacer
que con la sangre otomana
mezcle la tuya cristiana
para darle mayor ser.
    Si el fruto que de ti espero 385
llega a colmo, verá el mundo
que no ha de tener segundo
el que me dieres primero.
    No habrá descubierto el sol,
en cuanto ciñe y rodea, 390
no, quien pase, que igual sea
a un otomano español.
    Mira a lo que te dispones,
que ya mi alma adivina
que has de parir, Catalina, 395
hermosísimos leones.


SULTANA

Antes tomara engendrar
águilas.


TURCO

A tu fortuna
no hay dificultad alguna
que la pueda contrastar. 400
    En la cumbre de la rueda
estás, y, aunque varïable,
contigo ha de ser estable,
estando en tu gloria queda.
    Daréte la posesión 405
de mi alma aquesta tarde,
y la de mi cuerpo, que arde
en llamas de tu afición;
    afición, de amor interno,
que, con poderoso brío, 410
de mi alma y mi albedrío
tiene el mando y el gobierno.

SULTANA

He de ser cristiana.


TURCO

Sélo;
que a tu cuerpo, por agora,
es el que mi alma adora 415
como si fuese su cielo.
    ¿Tengo yo a cargo tu alma,
o soy Dios para inclinalla,
o ya de hecho llevalla
donde alcance eterna palma? 420
    Vive tú a tu parecer,
como no vivas sin mí.


RUSTÁN

¿Qué te parece, Mamí?


MAMÍ

¡Mucho puede una mujer!


SULTANA

No me has de quitar, señor, 425
que con cristianos no trate.


MAMÍ

Éste es grande disparate,
y el concederle, mayor.


TURCO

Tal te veo y tal me veo,
que con grave imperio y firme 430
puedes, Sultana, pedirme
cuanto te pida el deseo.
   De mi voluntad te he dado
entera juridición;
tus deseos míos son: 435
mira si estoy obligado
    a cumplillos.


MAMÍ

Caso grave,
y entre turcos jamás visto,
andar por aquí tu Cristo,
Rustán.

RUSTÁN

Él mismo lo sabe. 440
    Él suele, Mamí, sacar
de mucho mal mucho bien.


TURCO

Tus aranceles me den
el modo que he de guardar
    para no salir un punto 445
de tu gusto; que el sabelle
y el entendelle y hacelle
estará en mi alma junto.
    Saca de aquesta humildad,
bellísima Catalina, 450
que se guía y se encamina
a rendir su voluntad.
    No quiero gustos por fuerza
de gran poder conquistados:
que nunca son bien logrados 455
los que se toman por fuerza.
    Como a mi esclava, en un punto
pudiera gozarte agora;
mas quiero hacerte señora,
por subir el bien de punto; 460
    y, aunque del cercado ajeno
es la fruta más sabrosa
que del propio, ¡estraña cosa!,
por la que es tan mía peno.
    Entre las manos la tengo, 465
y entre la boca y las manos
desparece. ¡Oh, miedos vanos,
y a cuántas bajezas vengo!
    Puedo cumplir mi des[e]o
y estoy en comedimientos. 470


RUSTÁN

Humilla tus pensamientos,
porque muy airado veo
    al Gran Señor; no fabriques
tu tristeza en su pesar,
y a quien ya puedes mandar, 475
no será bien que supliques.

SULTANA

Dio el temor con mi buen celo
en tierra. ¡Oh pequeña edad!
¡Con cuánta facilidad
te rinde cualquier recelo! 480
    Gran Señor, veisme aquí; postro
las rodillas ante ti;
tu esclava soy.


TURCO

¿Cómo así?
Alza, señora, ese rostro,
    y en esos sus soles dos, 485
que tanto le hermosean,
harás que mis ojos vean
el grande poder de Dios,
    o de la naturaleza,
a quien Alá dio poder 490
para que pudiese hacer
milagros en su belleza.


SULTANA

Advierte que soy cristiana,
y que lo he de ser contino.


MAMÍ

¡Caso estraño y peregrino: 495
cristiana una Gran Sultana!


TURCO

Puedes dar leyes al mundo,
y guardar la que quisieres:
no eres mía, tuya eres,
y a tu valor sin segundo 500
    se le debe adoración,
no sólo humano respeto;
y así, de guardar prometo
las sombras de tu intención.
    Mamí, tráeme, ¡así tú vivas!, 505
a que den en mi presencia
a Sultana la obediencia
del serrallo las cautivas.
 

(Éntrase MAMÍ.)

  
    Reveréncienla, no sólo
los que obediencia me dan, 510
sino las gentes que están
desde éste al contrario polo.

SULTANA

¡Mira, señor, que ya pasan
tus deseos de lo justo!


TURCO

Las cosas que me dan gusto 515
no se miden ni se tasan;
    todas llegan al estremo
mayor que pueden llegar,
y para las alcanzar
siempre espero, nunca temo. 520

 
(Vuelve MAMÍ, y con él CLARA,
llamada ZAIDA, y ZELINDA,
que es LAMBERTO, el que busca ROBERTO.)

  

MAMÍ

Todas vienen.


TURCO

Éstas dos
den la obediencia por todas.


ZAIDA

Hagan dichosas tus bodas
las bendiciones de Dios;
    fecundo tu seno sea, 525
y, con parto sazonado,
del Gran Señor el Estado
con mayorazgo se vea;
    logres la intención que tienes,
que ya de Rustán la sé, 530
y en varios modos te dé
el mundo mil parabienes.


ZELINDA

Hermosísima española,
corona de su nación,
única en la discreción, 535
y en buenos intentos sola;
    traiga a colmo tu deseo
el Cielo, que le conoce,
y en estas bodas se goce
el dulce y santo Himeneo; 540
    por tu parecer se rija
el imperio que posees;
ninguna cosa desees
que el no alcanzalla te aflija;
    de ensalzarte es cosa llana 545
que Mahoma el cargo toma.

TURCO

No le nombréis a Mahoma,
que la Sultana es cristiana.
    Doña Catalina es
su nombre, y el sobrenombre 550
de Oviedo, para mí, nombre
de riquísimo interés;
    porque, a tenerle de mora,
nunca a mi poder llegara,
ni del tesoro gozara 555
que en su hermosura mora.
    Ya como a cosa divina,
sin que lo encubra el silencio,
el gran nombre reverencio
de mi hermosa Catalina. 560
    Para celebrar las bodas,
que han de dar asombro al suelo,
déme de su gloria el cielo
y acudan mis gentes todas;
    concédame el mar profundo, 565
de sus senos temerosos,
los pescados más sabrosos;
sus riquezas me dé el mundo;
    denme la tierra y el viento
aves y caza, de modo 570
que esté en cada una el todo
del más gustoso alimento.


SULTANA

Mira, señor, que me agravia
el bien que de mí pregonas.


TURCO

Denme para tus coronas 575
perlas el Sur, oro Arabia,
    púrpura Tiro y olores
la Sabea, y, finalmente,
denme para ornar tu frente
abril y mayo sus flores; 580
    y si os parece que el modo
de pedir ha dado indicio
de tener poco juïcio,
venid y veréislo todo.


(Éntranse todos, si no es ZAIDA y ZELINDA.)


  

ZELINDA

¡Oh Clara! ¡Cuán turbias van 585
nuestras cosas! ¿Qué haremos?
Que ya están en los estremos
del más sin remedio afán.
    ¿Yo varón, y en el serrallo
del Gran Turco? No imagino 590
traza, remedio o camino
a este mal.


ZAIDA

Ni yo le hallo.
    ¡Grande fue tu atrevimiento!


ZELINDA

Llegó do llegó el Amor,
que no repara en temor 595
cuando mira a su contento.
    Entre una y otra muerte,
por entre puntas de espadas
contra mí desenvainadas,
entrara, mi bien, a verte. 600
    Ya te he visto y te he gozado,
y a este bien no llega el mal
que suceda, aunque mortal.


ZAIDA

Hablas como enamorado:
    todo eres brío, eres todo 605
valor y todo esperanza;
pero nuestro mal no alcanza
remedio por ningún modo:
    que desta triste morada,
por nuestro mal conocida, 610
es la muerte la salida
y desventura la entrada.
    De aquí no hay pensar huir
a más seguro lugar:
que sólo se ha de escapar 615
con las alas del morir.
    Ningún cohecho es bastante
que a las guardas enternezca,
ni remedio que se ofrezca
que el morir no esté delante. 620
    ¿Yo preñada, y tú varón,
y en este serrallo? Mira
adónde pone la mira
nuestra cierta perdición.


ZELINDA

¡Alto! Pues se ha de acabar Z 625
en muerte nuestra fortuna,
no esperar salida alguna
es lo que se ha de esperar;
    pero estad, Clara, advertida
que hemos de morir de suerte 630
que nos granjee la muerte
nueva y perdurable vida.
    Quiero decir que muramos
cristianos en todo caso.


ZAIDA

De la vida no hago caso, 635
como a tal muerte corramos.

 
(Éntranse.)

 

(Sale MADRIGAL, el maestro del elefante,
con una trompetilla de hoja de lata,
y sale con él ANDREA, la espía.)


  

ANDREA

¡Bien te dije, Madrigal,
que la alárabe algún día
a la muerte te traería!


MADRIGAL

Más bien me hizo que mal. 640


ANDREA

Maestro de un elefante
te hizo.


MADRIGAL

¿Ya es barro, Andrea?
Podrá ser que no se vea
jamás caso semejante.


ANDREA

Al cabo, ¿no has de morir 645
cuando caigan en el caso
de la burla?


MADRIGAL

No hace al caso.
Déjame agora vivir,
    que, en término de diez años,
o morirá el elefante, 650
o yo, o el Turco, bastante
causa a reparar mi[s] daño[s].
    ¿No fuera peor dejarme
arrojar en un costal,
por lo menos en la mar, 655
donde pudiera ahogarme,
    sin que pudiera valerme
de ser grande nadador?
¿No estoy agora mejor?
¿No podéis vos socorrerme 660
    agora con más provecho
vuestro y mío?


ANDREA

Así es verdad.


MADRIGAL

Andrea, considerad
que este hecho es un gran hecho,
    y aun salir con él entiendo 665
cuando menos os pensáis.


ANDREA

Gracias, Madrigal, tenéis,
que al diablo las encomiendo.
    ¿El elefante ha de hablar

MADRIGAL

No quedará por maestro; 670
y él es animal tan diestro,
que me hace imaginar
    que tiene algún no sé qué
de discurso racional.


ANDREA

Vos sí sois el animal 675
sin razón, como se ve,
    pues en disparates dais
en que no da quien la tiene.


MADRIGAL

Darlo a entender me conviene
así al Cadí.


ANDREA

Bien andáis; 680
    pero no os cortéis conmigo
las uñas, que no es razón.


MADRIGAL

Es mi propria condición
burlarme del más amigo.


ANDREA

¿Esa trompeta es de plata? 685


MADRIGAL

De plata la pedí yo;
mas dijo quien me la dio
que bastaba ser de lata.
    Al elefante con ella
he de hablar en el oído. 690


ANDREA

¡Trabajo y tiempo perdido!


MADRIGAL

¡Traza ilustre y burla bella!
    Cien ásperos cada día
me dan por acostamiento.


ANDREA

¿Dos escudos? ¡Gentil cuento! 695
¡Buena va la burlería!


MADRIGAL

El cadí es éste. A más ver,
que me convïene hablalle.

ANDREA

¿Querrás de nuevo engañalle?


MADRIGAL

Podrá ser que pueda ser. 700



 
(Vase ANDREA, y entra el CADÍ.)

  

CADÍ

Español, ¿has comenzado
a enseñar al elefante?


MADRIGAL

Sí; y está muy adelante:
cuatro liciones le he dado.


CADÍ

¿En qué lengua?


MADRIGAL

En vizcaína, 705
que es lengua que se averigua
que lleva el lauro de antigua
a la etiopía y abisina.


CADÍ

Paréceme lengua estraña.
¿Dónde se usa?


MADRIGAL

En Vizcaya. 710


CADÍ

¿Y es Vizcaya...?


MADRIGAL

Allá en la raya
de Navarra, junto a España.


CADÍ

Esta lengua de valor
por su antigüedad es sola;
enséñale la española, 715
que la entendemos mejor.


MADRIGAL

De aquéllas que son más graves,
le diré las que supiere,
y él tome la que quisiere.


CADÍ

¿Y cuáles son las que sabes? 720

MADRIGAL

La jerigonza de ciegos,
la bergamasca de Italia,
la gascona de la Galia
y la antigua de los griegos;
    con letras como de estampa 725
una materia le haré,
adonde a entender le dé
la famosa de la hampa;
    y si de aquéstas le pesa,
porque son algo escabrosas, 730
mostraréle las melosas
valenciana y portuguesa.


CADÍ

A gran peligro se arrisca
tu vida si el elefante
no sale grande estudiante 735
en la turquesca o morisca
    o en la española, a lo menos.


MADRIGAL

En todas saldrá perito,
si le place al infinito
sustentador de los buenos, 740
    y aun de los malos, pues hace
que a todos alumbre el sol.


CADÍ

Hazme un placer, español.


MADRIGAL

Por cierto que a mí me place.
    Declara tu voluntad, 745
que luego será cumplida.


CADÍ

Será el mayor que en mi vida
pueda hacerme tu amistad.
    Dime: ¿qué iban hablando,
con acento bronco y triste, 750
aquellos cuervos que hoy viste
ir por el aire volando?
    Que por entonces no pude
preguntártelo.

MADRIGAL

Sabrás
(y de aquesto que me oirás 755
no es bien que tu ingenio dude),
    sabrás, digo, que trataban
que al campo de Alcudia irían,
lugar donde hartar podían
la gran hambre que llevaban: 760
    que nunca falta res muerta
en aquellos campos anchos,
donde podrían sus panchos
de su hartura hallar la puerta.


CADÍ

Y esos campos, ¿dónde están? 765


MADRIGAL

En España.


CADÍ

¡Gran viaje!


MADRIGAL

Son los cuervos de volaje
tan ligeros, que se van
    dos mil leguas en un tris:
que vuelan con tal instancia, 770
que hoy amanecen en Francia,
y anochecen en París.

CADÍ

Dime: ¿qué estaba diciendo
aquel colorín ayer?


MADRIGAL

Nunca le pude entender; 775
es húngaro: no le entiendo.


CADÍ

Y aquella calandria bella,
¿supiste lo que decía?


MADRIGAL

Una cierta niñería
que no te importa sabella. 780


CADÍ

Yo sé que me lo dirás.


MADRIGAL

Ella dijo, en conclusión,
que andabas tras un garzón,
y aun otras cosillas más.


CADÍ

Pues, ¡válgala Lucifer!, 785
¿a qué se mete conmigo?

MADRIGAL

Si hay algo de lo que digo,
verás que la sé entender.


CADÍ

No va muy descaminada;
pero no ha llegado el juego 790
a que me abrase en tal fuego.
No digas a nadie nada,
    que el crédito quedaría
granjeado a buenas noches.


MADRIGAL

Para hablar en tus reproches, 795
es muda la lengua mía.
    Bien puedes a sueño suelto
dormir en mi confianza,
pues de hablar en tu alabanza
para siempre estoy resuelto. 800
    Puesto que los tordos sean
de tu ruindad pregoneros,
y la digan los silgueros
que en los pimpollos gorjean;
    ora los asnos roznando 805
digan tus males protervos,
ora graznando los cuervos,
o los canarios cantando:
    que, pues yo soy aquel solo
que los entiende, seré 810
aquel que los callaré
desde el uno al otro polo.


CADÍ

¿No habrá pájaro que cante
alguna virtud de mí?


MADRIGAL

Respetaránte, ¡oh cadí!, 815
si puedo, de aquí adelante:
    que, apenas veré en sus labios
dar indicios de tus menguas,
cuando les corte las lenguas,
en pena de tus agravios. 820

 

(Entra RUSTÁN, el eunuco,
y tras él un CAUTIVO anciano,
que se pone a escuchar lo que hablan.)


  

CADÍ

Buen Rustán, ¿adónde vais?


RUSTÁN

A buscar un tarasí
español.


MADRIGAL

¿No es sastre?


RUSTÁN

Sí.


MADRIGAL

Sin duda que me buscáis,
    pues soy sastre y español, 825
y de tan grande tijera
que no la tiene en su esfera
el gran tarasí del sol.
    ¿Qué hemos de cortar?


RUSTÁN

Vestidos
ricos para la Sultana, 830
que se viste a la cristiana.


CADÍ

¿Dónde tenéis los sentidos?
    Rustán, ¿qué es lo que decís?
¿Ya hay Sultana, y que se viste
a la cristiana?


RUSTÁN

No es chiste; 835
verdades son las que oís.
    Doña Catalina ha nombre
con sobrenombre de Oviedo.


CADÍ

Vos diréis algún enredo
con que me enoje y asombre. 840


RUSTÁN

Con una hermosa cautiva
se ha casado el Gran Señor,
y consiéntele su amor
que en su ley cristiana viva,
    y que se vista y se trate 845
como cristiana, a su gusto.

CRISTIANO

¡Cielo pïadoso y justo!


CADÍ

¿Hay tan grande disparate?
    Moriré si no voy luego
a reñirle.

 
(Vase el CADÍ.)

  

RUSTÁN

En vano irás, 850
pues del amor [le] hallarás
del todo encendido en fuego.
    Venid conmigo, y mirad
que seáis buen sastre.


MADRIGAL

Señor,
yo sé que no le hay mejor 855
en toda esta gran ciudad,
    cautivo ni renegado;
y, para prueba de aquesto,
séaos, señor, manifiesto
que yo soy aquel nombrado 860
    maestro del elefante;
y quien ha de hacer hablar
a una bestia, en el cortar
de vestir será elegante.


RUSTÁN

Digo que tenéis razón; 865
pero si otra no me dais,
desde aquí conmigo estáis
en contraria posesión.
    Mas, con todo, os llevaré.
Venid.


CRISTIANO

Señor, a esta parte, 870
si quieres, quiero hablarte.

RUSTÁN

Decid, que os escucharé.


CRISTIANO

Para mí es averiguada
cosa, por más de un indicio,
que éste sabe del oficio 875
de sastre muy poco o nada.
    Yo soy sastre de la Corte,
y de España, por lo menos,
y en ella de los más buenos,
de mejor medida y corte; 880
    soy, en fin, de damas sastre,
y he venido al cautiverio
quizá no sin gran misterio,
y sin quizá, por desastre.
    Llevadme: veréis quizá 885
maravillas.


RUSTÁN

Está bien.
Venid vos, y vos también;
quizá alguno acertará.


MADRIGAL

Amigo, ¿sois sastre?


CRISTIANO

Sí.


MADRIGAL

Pues yo a Judas me encomiendo 890
si sé coser un remiendo.


CRISTIANO

¡Ved qué gentil tarasí!
    Aunque pienso, con mi maña,
antes que a fuerza de brazos,
de sacar de aquí retazos 895
que puedan llevarme a España.

 
(Éntranse todos.)

 

(Entra la SULTANA con un rosario en la mano,
y el GRAN TURCO tras ella, escuchándola.)


  

SULTANA

¡Virgen, que el sol más bella;
Madre de Dios, que es toda tu alaban[za];
del mar del mundo estrella,
por quien el alma alcanza 900
a ver de sus borrascas la bonanza!
    En mi aflicción te invoco;
advierte, ¡oh gran Señora!, que me anego,
pues ya en las sirtes toco
del desvalido y ciego 905
temor, a quien el alma ansiosa entrego.
    La voluntad, que es mía
y la puedo guardar, ésa os ofrezco,
Santísima María;
mirad que desfallezco; 910
dadme, Señora, el bien que no merezco.
    ¡Oh Gran Señor! ¿Aquí vienes?


TURCO

Reza, reza, Catalina,
que sin la ayuda divina
duran poco humanos bienes; 915
   y llama, que no me espanta,
antes me parece bien,
a tu Lela Marïén,
que entre nosotros es santa.


SULTANA

No hay generación alguna 920
que no te bendiga, ¡oh Esposa
de tu Hijo!, ¡oh tan hermosa
que es fea ante ti la luna!


TURCO

Bien la pu[e]des alabar,
que nosotros la alabamos, 925
y de ser Virgen la damos
la palma en primer lugar.

(Entra RUSTÁN, MADRIGAL
y el viejo CAUTIVO y MAMÍ.)


  

RUSTÁN

Éstos son los tarasíes.


MADRIGAL

Yo, señor, soy el que sabe
cuanto en el oficio cabe; 930
los demás son baladíes.


SULTANA

Vestiréisme a la española.


MADRIGAL

Eso haré de muy buen grado,
como se le dé recado
bastante a la chirinola. 935


SULTANA

¿Qué es chirinola?


MADRIGAL

Un vestido
trazado por tal compás
que tan lindo por jamás
ninguna reina ha vestido;
    trecientas varas de tela 940
de oro y plata entran en él.


SULTANA

Pues, ¿quién podrá andar con él,
que no se agobie y se muela?


MADRIGAL

Ha de ser, señora mía,
la falda postiza.


CRISTIANO

¡Bueno! 945
Éste está de seso ajeno,
o se burla, o desvaría.
    Amigo, muy mal te burlas,
y sabe, si no lo sabes,
que con personas tan graves 950
nunca salen bien las burlas.
    Yo os haré al modo de España
un vestido tal que os cuadre.


SULTANA

Éste, sin duda, es mi padre,
si no es que la voz me engaña. 955
    Tomadme vos la medida,
buen hombre.

CRISTIANO

¡Fuera acertado
que se la hubieran tomado
ya los cielos a tu vida!


SULTANA

Sin duda, es él. ¿Qué haré? 960
¡Puesta estoy en confusión!


TURCO

Libertad por galardón,
y gran riqueza os daré.
    Vestídmela a la española,
con vestidos tan hermosos 965
que admiren por lo costosos,
como ella admira por sola;
    gastad las perlas de Oriente
y los diamantes indianos,
que hoy os colmaré las manos 970
y el deseo fácilmente.
    Véase mi Catalina
con el adorno que quiere,
puesto que en el que trujere
la tendré yo por divina. 975
   Es ídolo de mis ojos,
y, en el proprio o estranjero
adorno, adorarla quiero,
y entregarle mis despojos.


CRISTIANO

Venid acá, buena alhaja; 980
tomaros he la medida,
que fuera más bien medida
a ser de vuestra mortaja.


MADRIGAL

Por la cintura comienza,
así es sastre como yo. 985


TURCO

Cristiano amigo, eso no,
que algo toca en desvergüenza;
    tanteadla desde fuera,
y no lleguéis a tocalla.

CRISTIANO

¿Adónde, señor, se halla 990
sastre que desa manera
    haga su oficio? ¿No ves
que en el corte erraría
si no llevase por guía
la medida?


TURCO

Ello así es; 995
    mas, a poder escusarse,
tendríalo por mejor.


CRISTIANO

De mis abrazos, señor,
no hay para qué recelarte,
    que como de padre puede 1000
recebirlos la Sultana.


SULTANA

Ya mi sospecha está llana;
ya el miedo que tengo excede
    a todos los de hasta aquí.


TURCO

Llegad, y haced vuestro oficio. 1005


SULTANA

No des, ¡oh buen padre!, indicio
de ser sino tarasí.

 
(Estándole tomando la medida, dice el padre:)

  

CRISTIANO

¡Pluguiera a Dios que estos lazos
que tus aseos preparan
fueran los que te llevaran 1010
a la fuesa entre mis brazos!
    ¡Pluguiera a Dios que en tu tierra
en humildad y bajeza
se cambiara la grandeza
que esta majestad encierra, 1015
    y que estos ricos adornos
en burieles se trocaran,
y en España se gozaran
detrás de redes y tornos!

SULTANA

¡No más, padre, que no puedo 1020
sufrir la reprehensión;
que me falta el corazón
y me desmayo de miedo!
 
(Desmáyase la SULTANA.)


TURCO

¿Qué es esto? ¿Qué desconcierto
es éste? ¿Qué desespero? 1025
Di, encantador, embustero:
¿hasla hechizado?, ¿hasla muerto?
    Basilisco, di: ¿qué has hecho?
Espíritu malo, habla.


CRISTIANO

Ella volverá a su habla. 1030
Haz que la aflojen el pecho,
    báñenle con agua el rostro,
y verás cómo en sí vuelve.


TURCO

¡La vida se le resuelve!
¡Empalad luego a ese monstro! 1035
    ¡Empalad aquél también!
¡Quitádmelos de delante!


MADRIGAL

¡Primero que el elefante
vengo a morir!


MAMÍ

¡Perro, ven!


CRISTIANO

Yo soy el padre, sin duda, 1040
de la Sultana, que vive.


MAMÍ

De mentiras se apercibe
el que la verdad no ayuda.
    Venid, venid, embusteros,
españoles y arrogantes. 1045


MADRIGAL

¡Oh flor de los elefantes!,
hoy hago estanco en el veros.

 
(Llevan MAMÍ y RUSTÁN por fuerza
al PADRE de la SULTANA y a MADRIGAL;
queda en el teatro el GRAN TURCO
y la SULTANA, desmayada.)

  

TURCO

¡Sobre mis hombros vendrás,
cielo deste pobre Atlante,
en males sin semejante, 1050
si vos en vos no volvéis!
 (Llévala.)